The dick pic

          Se dice que los males nunca vienen solos. Cada 25 de noviembre vuelve a celebrarse el Día Naranja contra la violencia hacia las mujeres. La situación de las maltratadas se ha visto empeorada con las limitaciones de movilidad y sobre todo con el confinamiento domiciliario. A una mujer encerrada en el mismo lugar que su torturador solo le queda sobrevivir aterrada. El agresor, que se ve impune, aumenta su intensidad o suelta una forma de violencia nueva que estaba latente, máxime cuando el consumo de alcohol creció un 84,4% y el de pornografía un 61,3%. Las llamadas al 016 subieron un 37%, pero las denuncias no, todo estaba cerrado. Una lacra social que de rebote afecta a los hijos, maltratados pasivos, cuando no directos también, que oyendo gritos de soberbia y ultrajes a la dignidad humana no entenderán de adultos otra forma de vida en pareja que ser maltratadores o maltratados. Así se perpetúa la violencia in sécula.

        La última forma de acoso machista aprovecha las redes sociales.  Al margen de la pandemia o en medio de ella, el 53% de las mujeres de entre 18 y 29 años ha recibido, sin permiso o de forma anónima, una dick pic (=foto de la polla) o ha sufrido un cyberflash mediante imágenes sexuales no solicitadas a través del móvil. Lo que demuestra la falta total de respeto, como si fuéramos un objeto sin voluntad ni libertad que debe subordinarse a los intransigentes deseos sexuales del macho. La estructura patriarcal, el afán de dominio y la testosterona descontrolada mantienen esta pandemia mundial que no tiene más vacuna que la educación en valores de igualdad y la condena unánime de la violencia contra las mujeres y contra los hijos, utilizados ambos como dianas donde proyectar las propias frustraciones causantes de deseos insatisfechos.

Diario Palentino,  20 de noviembre de 2021

¡Alerta, mujeres, cuidado con Ciudadanos!


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“Para las mujeres un logro cuesta siglos, perderlo, un minuto”

             Que Ciudadanos, y su candidato “dolcegabbana”, son de derechas a nadie sorprende. Eso de ser “liberal en lo económico” se traduce en que cada palo aguante su vela y quien más pueda que más tire. Se han estado camuflando en un sí pero no, a medias tintas como equilibristas en el alambre, hasta que llegó la hora de ponerlo por escrito y se les vio la intención de heredar a los abuelos del PP. Eso, si no pactan…, o se fusionan.

            Para la sanidad nos tienen preparado un buen zarpazo. Para la educación más de lo mismo, sexismo y elitismo. Para el mercado laboral, sálvese quien pueda. En las pensiones, a buscarse la vida con planes privados. De su transparencia, ni hablamos.

            Pero, ojo, ojo, a las mujeres…, nos ponen en el camino de vuelta al velo, la falda por debajo de las rodillas y aguantar la dominación macho a la vieja usanza. El mensaje de Ciudadanos sobre suprimir las penas específicas por delitos de Violencia contra las mujeres  supone carta blanca a los maltratadores y aspirantes a serlo, por supuesto que todo macho que se precie ha captado el mensaje y les va a votar.

            Siglos de lucha, de feminismo de frontera, de dolor y sufrimiento nos ha costado levantar un dedo para que se nos reconozca como personas, ciudadanas con derechos y libertades. Apenas hace ochenta años que podemos votar, treinta y dos que comenzamos a ser dueñas de nuestra maternidad, apenas diez, que los delitos contra nosotras, por el hecho de ser mujeres, han salido del ámbito privado para ser una cuestión pública. Y ahora, en un momento, en ese instante de meter el voto en la urna, unos señoritos nos quieren arrebatar, de nuevo, nuestra integridad física con su mediática cara bonita y sus palabritas. Y, alguna picará. Sí seremos tontas. Nada más recordar, otra vez, y son datos oficiales, que desde 2003, son 800 mujeres asesinadas, el mismo número que las víctimas de ETA en toda su historia.

            Cerrar filas, es ahora lo que toca, nosotras con todos los hombres justos que no anteponen su hombría de entrepierna a lo que debe ser y conviene al conjunto de una sociedad mejor. Y seguir en la tarea de lograr que la presencia femenina en los órganos de poder deje de ser un cuento. En Palencia, que nos conocemos todos y todas, y de la pata que cojeamos, lo inteligente es votar a mujeres. Nuestras candidatas son de lujo, nos representan bien.

Mientras ellos no quieran… o ¿hay que hacerlos querer?

666013_640px«La solución solo tiene un camino, la formación en familia y en la escuela»

         El feminismo de frontera siempre se ha planteado como una lucha contra…, contra el machismo, contra el patriarcado, contra una sociedad dominada por los hombres, contra toda una in-cultura discriminatoria con un origen ancestral basado en la fuerza bruta, el músculo y  la crueldad que fueron considerados las virtudes valoradas para defender la supervivencia.

        Después los poderes fácticos se han encargado de mantener este sistema de supremacía macho para controlar la economía, la procreación, los recursos humanos productivos. A quién más interesa el machismo, como cualquier otro tipo de dominación, es a los poderosos.

     Se habla, se habla,… Los jeques políticos hablan ¡Qué casualidad!, todos machos. PSOE, PP, PODEMOS, IU, Cd´s,…, hombres que hablan por boca de hombres, educados para ser machos alfa y hacerse obedecer por cualquier medio. Ellos prometen, pero sin comprometer su estatus, bonitas palabras que atusan los oídos de las mujeres, ofertas para embaucar y conseguir un voto que consideran veleidoso. Palabras que se plasman en textos legales que nunca se hacen efectivos porque nadie obliga y a nadie se sanciona.

     Explotar nuestra faceta reproductora, a la par que fuente de placer, es el fin último. Controlando la primera tienen a disposición la segunda, y demuestran su fertilidad varonil. Una mujer con hijos se convierte en un ser vulnerable que agacha la cabeza y se somete a fin de evitar males mayores a su prole. El macho, arcaico, primario y, llegado el caso, violento, se aprovecha porque así lo vio en su entorno. Porque vio a su madre aguantar, tal vez incluso, llorar, porque vio a su padre hacerse obedecer a base de gritos, castigos u otras técnicas de terror.

     La pedagogía compara a los niños con cemento fresco, cualquier huella deja en ellos efectos irreparables. En la madurez ya no hay remedio. Por eso, una y otra vez, volvemos a la escuela, a la familia, a lo que graba la mente humana “tan cuan tabula rasa” desde que nace, incluso antes. Es responsabilidad de madres no consentir, de los padres respetar, de los maestros controlar a ultranza las conductas micromachistas observadas a diario, y de los gobiernos y jueces proveer los medios y hacer cumplir las leyes, que no están de adorno…

«Diario Palentino, 08/11/2015»

Niñas castradas-Expulsión automática de los padres

cabecera-firma-mutilacion-genital-femenina17.000 niñas en España en riesgo de castración, y ¿nadie puede hacer nada?”

               Las mujeres residentes en España, de cualquier edad y condición tienen derecho a ser respetadas en su integridad física y moral. No es de recibo quedarse de brazos cruzados y alegar que en sus países de procedencia no está penado para escurrir el bulto y mirar para otro lado. La Justicia ha de ser firme e inquebrantable en esta materia. No hay disculpa para costumbres espantosas. Si no existen los cauces habrá que arbitrarlos ya, con toda urgencia, los Derechos Humanos tienen vigencia universal, cualquier mujer del mundo debe ser protegida de estas atrocidades.

               Los padres de las cuatros niñas castradas en sus vacaciones, vaya vacaciones, en Mali, son los primeros y últimos responsables del cuidado de las hijas, ni abuelos, ni despistes. Por comisión, por omisión o por negligencia en su deber de vigilancia, las niñas han sufrido una daño atroz e irreparable.

               Esos padres merecen el castigo más duro. Que caiga sobre ellos toda la fuerza de la ley penal. Si un país civilizado les ha admitido como residentes para convivir con el resto de la sociedad, será porque saben comportarse como seres civilizados. En caso contrario, y teniendo en cuenta la flaqueza de las leyes españolas para proteger a las mujeres y a los menores, lo que procede es la expulsión. Si se estableciera que todo aquél padre que consienta la ablación del clítoris de sus hijas sea inmediatamente expulsado del país, no harían falta los paños calientes que propone el Fiscal de Menores para escurrir el bulto. Educación, ya sabemos. Esos vicios tan terroríficos no pueden ser abarcados solo con la educación, requieren una amenaza acorde a su peligrosidad.

               La hija mayor que lo ha denunciado es condenada, con las otras tres, por el Sr. Fiscal, apodado Defensor del Menor, a seguir viviendo bajo el mismo techo de sus padres, porque considera que retirarles la custodia es mucho peor. Como siempre. Otra vez. Las mujeres agredidas sufren siempre doble condena, la segunda al denunciarlo. Qué horror. A ver si los hombres que legislan se aclaran. Este tipo de criminales solo entienden el idioma que practican: cárcel o expulsión. Si la costumbre fuera castrar a los niños varones ya hubieran encontrado rápidos recursos legales o pragmáticos para evitar esta violencia “costumbrista”. Habría que preguntar a los agresores: ¿Qué tal, si retomamos las costumbres medievales y les condenamos a que se les rebane la piel a tiras? Aplicando su razonamiento, así era la costumbre.

«Diario Palentino, 23 de agosto de 2015»

El Burka: Rotundamente ¡NO!

Para quienes aún llegamos a tiempo de conocer que la mayoría de edad era a los veintiún años y no a los dieciocho, que había cuerpos de funcionarias en los que las mujeres perdían el puesto de trabajo si se casaban, que el código penal justificaba al homicida que mataba a su esposa si la encontraba yaciendo en adulterio con otro hombre, que las mujeres necesitaban el consentimiento y la firma de sus maridos para administrar sus propios bienes privativos, que las casadas no podían abrir cuentas bancarias, ni concertar prestamos, ni mover fondos sin exhibir un poder notarial en el que el esposo las autorizaba.

Quienes hemos peleado duramente en público y en privado, y seguimos en ésta tarea de la igualdad que parece no tener fin e incluso dar marcha atrás, el debate sobre el burka suena ya a pitorreo. La musulmanía coloca a las mujeres muchos siglos antes de la edad de la razón y pone en muy grave peligro los logros conseguidos en materia de igualdad, renueva el terrorismo machista y patriarcal de instinto animalesco y cultivado en la fuerza de la violencia física y la sumisión.

Ni el burka ni el niqab (que solo deja al semidescubierto lo ojos) son de recibo en una sociedad democrática, igualitaria y en la que rigen leyes transparentes y del siglo XXI. Y no se puede apelar a la tolerancia ni al derecho de libertad religiosa ni de la propia opción. Intolerante es el que se traslada a vivir a otro país y pretende imponer su ley de origen. Cuando queremos visitar una mezquita, si lo permiten,  en muchas ni eso, las mujeres debemos cubrirnos la cabeza con alguna prenda. Para entrar en la basílica de San Pedro del Vaticano, hombres y mujeres debe portar pantalón largo. Son normas privadas de uso privado para entrar en recitos privados. El que quiera entrar debe respetar la norma.

Con independencia del peligro que atenta contra las mujeres españolas y europeas, aceptar el uso de estas prendas en lugares públicos supone crear alto riesgo de inseguridad ciudadana. En este país, en cualquier país democrático, nos vemos las caras, sabemos con quien estamos hablando, solo se cubren los atracadores, los terroristas y delincuentes, o disfrazados en fecha de carnaval.

No cabe debate alguno, la seguridad ciudadana de los hombres y mujeres de un país está por encima de todo argumentario enmascarado en términos de tolerancia. «Diario Palentino, 4 de julio de 2010!»