El muy católico pin parental

          Esos católicos que no quieren que sus hijos sepan que hay pobres, que explotamos a gentes en sus países y luego se ahogan en el mar cuando vienen a por las migajas que les podamos dar; no quieren que se enseñe que los cuerpos de las niñas y de las mujeres no están al servicio de la lujuria de los hombres; que no se enteren de que hay gente mayor que ha trabajado decenas de años en trabajos duros con salarios de miseria y que ahora al final de sus días tienen pensiones de la misma dimensión miserable. Los papás y mamás de la derecha de este país no quieren que sus vástagos tengan competencia y degradan la escuela pública para financiar la privada que solo ellos pueden pagar, no sea que los hijos inteligentes de los pobres enmienden la plana a los suyos y los dejen a la altura del betún. Los buenos cristianos de la derecha carca no consideran hijos de su Dios a los que no pueden pagar la renta y son expulsados de sus viviendas. Tampoco lo son los que tienen que acudir a comedores y ayudas para sobrevivir porque no son ladrones de guante blanco de esos que sí son hijos de la Iglesia y ahijados de obispos. Estos belicosos y superpatriotas papás quieren adoctrinar a su prole en casa para que nadie les estorbe cuando les cuenten que la homosexualidad es una perversión y hay que perseguirla y tratarla, que los inmigrantes son gente peligrosa, que quien no tiene dinero es porque administra mal su escasez, que una familia es solo como ellos dicen, que hay que ser competitivo por encima de todo y de todos porque la empatía es muestra de debilidad. Que para falsificar títulos, máster y curriculum ya están ellos que se pueden pagar cursos caros en cuyo precio ya entra el sobresaliente sin acudir a clase ni estudiar. Esto es grosso modo y en sentido amplio lo que busca el famoso pin parental.

Diario Palentino, 19 de enero de 2020

Demasiados insultos

            Estamos saturados de ruido. Para algunos políticos la democracia ha dejado de ser un bien preciado y respetado. Los insultos a destajo contra el gobierno son una absoluta falta de respeto para con los ciudadanos, las patrañas y las cifras manipuladas no lo son menos. No sé si es que estamos tan entretenidos entre Telecinco, el futbol y el resto de las pantallas que no nos damos cuenta de las auténticas barbaridades y la falta de educación de algunos voceros, quienes a falta de elegancia y una buena formación en oratoria tienen que recurrir al insulto y a expresiones soeces fuera de tono para llamar la atención y ser escuchados, aunque sea a base de escandalizarnos con su barriobajeza. Es lo que le ha sucedido esta semana al presidente del Partido Popular, quien cercado por la derecha con el discurso neocon de VOX, en su margen derecha-centro por Ciudadanos y desde sus mismas entrañas por la corrupción, ha activado el botón del pánico y se ha disparado con una metralla de improperios descontrolados nunca antes escuchados en tribunas históricas de la respetuosa democracia española. Pero no para ahí, cuando Alfonso Guerra iba a hablar de su libro se desató contra Pedro Sánchez. Felipe González se une al acoso y se constituye en principal valedor de quienes atacan a su propia familia política. Lo nunca visto. La consellera de Justicia catalana echa de menos de Rajoy, dice que era un estadista y que Casado se ha echado al monte. Otro vendrá que bueno me hará.  No me extraña que las mentes más iluminadas se aparten de los focos ante tanta bulla, que la espiritualidad vuelva a ganar terreno. Mejor retirémonos a meditar, a contar respiraciones, a rezar por la paz mundial. Tal vez mucha gente pensando bien emita buenas energías al ambiente y vuelva la razón a las cabezas enloquecidas por la ira, la rabia y sobre todo, por el miedo.

«Diario Palentino, 10 de febrero de 2019»