El confinamiento ha planteado un cambio importante en las relaciones laborales. Se habla de teletrabajo y tecnotrabajo. Trabajar desde casa conlleva la reorganización tanto de la empresa como del hogar. Muchas empresas estaban desprevenidas y a marchas forzadas emprenden el proceso de transformación digital para pasar a funcionar como organizaciones 4.0. En el ámbito del hogar, el factor humano se ve afectado por importantes repercusiones. Primero, se necesita delimitar un espacio propio destinado al trabajo, una habitación que se pueda cerrar al final de la jornada y quede separada de los demás espacios destinados a la convivencia familiar y al ocio. Esto plantea la importancia de la desconexión por el bien de la salud mental de los trabajadores. El Gobierno elabora un anteproyecto de ley para regular la nueva situación. También es de tener en cuenta que los gastos que antes afrontaba el centro de trabajo se trasladan al hogar: electricidad, equipamiento informático, wifi, sillas ergonómicas, etc. Juzgados suizos consideran, incluso, que el empleador pague la parte proporcional del alquiler de la vivienda destinada al teletrabajo. Pero lo más complejo va a ser el efecto sobre la salud mental. Desaparece el contacto personal a la hora del café o al terminar la jornada, las bromas, el colegueo, que si bien se pueden hacer on line pero no es lo mismo, y los mosqueos laborles se quedan en casa. Para las familias supone un reto aparte, respeto y reparto de tiempos, sobre todo si habitan niños. Los psicólogos recomiendan vestirse, ducharse y perfumarse para ponerse delante del ordenador, como si fuera para ir realmente a la oficina, eso cambia el chip mental e impide la presión que pueda ejercer el compartir el mimo lugar con el ocio y el descanso. Un nuevo camino por recorrer.
Diario Palentino, 12 de julio de 2020.