Sueldos de políticos

          Esta crisis vírica mundial nos exige nuevas formas de comportamiento a todos los niveles. Tal vez sea la oportunidad que los políticos pueden aprovechar para redimir un poco ese desprestigio que les atribuimos con carácter general a causa del mal hacer de unos pocos. Son servidores públicos y, aunque algunos crean que han nacido para ser servidos, en general son responsables en su tarea. Pero, ahora, en estos crueles momentos deben retratarse en la solidaridad, porque todo se viene abajo, porque miles de familias pierden sus ingresos y millones de españoles están al borde del contagio a cambio de sueldos, con suerte mileuristas,  para atender nuestras necesidades básicas. Es inaceptable que los políticos inactivos hagan hucha en su confinamiento. Y cuando digo políticos incluyo: diputados, senadores, europarlamentarios, diputados autonómicos y provinciales y cualesquiera otros cargos institucionales anejos que no tienen más labor en estas circunstancias que la de quedarse en casa quietos, como los demás. Unidas Podemos, ACUP y BILDU proponen una rebaja del 50% mientras no haya actividad. Ciudadanos se adhiere. Pero PSOE y PP dan su nota particular. PSOE (120 diputados, 113 senadores) dice que cada cual done lo que quiera en su circunscripción, salvo Odón Elorza que pide que directamente no se abonen indemnizaciones ni dietas porque no corresponden. PP (88 diputados, 97 senadores) propone hacer un fondo común genérico. Se entiende por indemnización y dietas la compensación por gastos suplidos para que no haya menoscabo económico, si no hay gasto no hay menoscabo luego no procede indemnización ni dieta alguna. Eso debieran informar los letrados e interventores de las Cortes, autonomías, diputaciones y tantos estratos administrativos que viven de la sangre de los contribuyentes. Hacer donativos individuales con lo que es público no es ni tan siquiera beneficencia, es una forma improvisada de malversación o de apropiación indebida.

Diarios Palentino, 5 de abril de 2020.

Por caridad, Sr. Casado, cállese

        Comprendemos su miedo a que los ultras le roben los votantes más extremos. Comprendemos que su inexperiencia en la política de altura le provoque inseguridades. Podemos, incluso, llegar a entender, que su ambición medradora le desoriente de la situación real. Lo que no se concibe es la falta de caridad al utilizar a los contagiados y fallecidos de la pandemia con fines torticeros. Como tampoco, que manipule el miedo y el dolor con mentiras, aspavientos y amenazas. El Gobierno de España, como cualquier gobierno decente del mundo ante esta dura situación, está haciendo todo lo posible por cuidar la salud de los españoles, e intenta compensar, desde el Estado central, las deficiencias sanitarias promovidas a conciencia por los gobiernos del PP. La alarma es mundial, el material escasea en todas las partes del planeta, pero la ciudadanía se vuelca en colaborar, se respira solidaridad. El ruido desagradable es desmotivador, queremos optimismo para compensar el miedo. Sr. Casado, pregunto: ¿Se ha parado a pensar de qué manera influye el ambiente de negatividad, que usted crea, en los profesionales y voluntarios que arriesgan su vida cada día para cuidarnos; se ha dado cuenta de que estamos en una guerra mundial contra un enemigo invisible y no tenemos armas para contenerlo; en algún momento hace autocrítica de sus actos de boicot y sabotaje a quienes entregan todas las horas del día a los demás; cree que títeres como la señora Ayuso benefician a su causa, o la señora Monasterio apuntalando mentira tras mentira? Cuando pase esto todo se juzgará, no le quepa la menor duda, tanto la obra del gobierno como la de la oposición. Pero, de momento deje de poner palos en las ruedas y arrime el hombro. Nadie pide aplausos, solo que no moleste. Es lo que haría un hombre de estado, un político de altura generoso y solidario.

Diario Palentino, 29 de marzo de 2020.

Crisis y seguridad ciudadana

A pesar de las voces apocalípticas que solo pretenden obtener beneficios electorales, las cifras cantan y nos dicen que España se puede considerar “uno de los países más seguros de Europa” con una media de 45,8 infracciones penales por cada mil habitantes, muy alejada de la media europea que fue de 69,1. Y así lo perciben los ciudadanos, solo el 8,1% considera la inseguridad ciudadana como principal problema de España mientras que en la UE la media es del 19%.

No cabe duda el peso que tiene en este descenso, una mayor actividad y más dotación de efectivos y medios, pero debemos destacar por encima de todo el valor de las políticas sociales al mantener niveles aceptables de supervivencia para evitar que las familias pasen hambre y necesidades esenciales, eso que muchas personas del buen vivir califican como de “tener morro” al que solicita esos mínimos de subsistencia, sin ver que bastante auto desvalorización supone el tener que acudir a esas fuentes, que son las que precisamente están evitando los atracos, los tirones, los hurtos y la delincuencia de supervivencia.

Vale la pena compartir unos euros presupuestarios con las familias que se han quedado sin trabajo, sin ingresos y en muchos casos con hipotecas. Vale la pena aunque sea mirado de forma egoísta para que podamos circular por las calles con plena seguridad de que nadie nos atracará acuciado bajo un estado de necesidad para poder comer.

Las revueltas populares causadas por el hambre y la necesidad son las más crueles y turbulentas que nos ha mostrado la historia, de eso saben mucho los provocadores golpistas cuando lo primero que articulan es el desabastecimiento alimentario y el corte de suministros a la población. Nada hay que enfurezca ni enerve más a un ser vivo que el riesgo de no sobrevivir a la carencia.

El líder de la derecha incide mucho en la necesidad de aplicar “recortes presupuestarios” al gasto público, pero no acaba de aclarar las partidas que él atajaría de un plumazo, esperemos que no fueran las de gastos sociales.

La mejor política de seguridad ciudadana no consiste en recrecer los efectivos policiales sino en crear circunstancias sociales que no requieran de su actuación para mantener el orden y vivir pacíficamente. Desde ese punto de vista el gobierno socialista lo está haciendo de forma impecable. Las cifras cantan. «Diario Palentino, 9 de mayo de 2010»

Crisis y seguridad ciudadana

A pesar de las voces apocalípticas que solo pretenden obtener beneficios electorales, las cifras cantan y nos dicen que España se puede considerar “uno de los países más seguros de Europa” con una media de 45,8 infracciones penales por cada mil habitantes, muy alejada de la media europea que fue de 69,1. Y así lo perciben los ciudadanos, solo el 8,1% considera la inseguridad ciudadana como principal problema de España mientras que en la UE la media es del 19%.

No cabe duda el peso que tiene en este descenso, una mayor actividad y más dotación de efectivos y medios, pero debemos destacar por encima de todo el valor de las políticas sociales al mantener niveles aceptables de supervivencia para evitar que las familias pasen hambre y necesidades esenciales, eso que muchas personas del buen vivir califican como de “tener morro” al que solicita esos mínimos de subsistencia, sin ver que bastante auto desvalorización supone el tener que acudir a esas fuentes, que son las que precisamente están evitando los atracos, los tirones, los hurtos y la delincuencia de supervivencia.

Vale la pena compartir unos euros presupuestarios con las familias que se han quedado sin trabajo, sin ingresos y en muchos casos con hipotecas. Vale la pena aunque sea mirado de forma egoísta para que podamos circular por las calles con plena seguridad de que nadie nos atracará acuciado bajo un estado de necesidad para poder comer.

Las revueltas populares causadas por el hambre y la necesidad son las más crueles y turbulentas que nos ha mostrado la historia, de eso saben mucho los provocadores golpistas cuando lo primero que articulan es el desabastecimiento alimentario y el corte de suministros a la población. Nada hay que enfurezca ni enerve más a un ser vivo que el riesgo de no sobrevivir a la carencia.

El líder de la derecha incide mucho en la necesidad de aplicar “recortes presupuestarios” al gasto público, pero no acaba de aclarar las partidas que él atajaría de un plumazo, esperemos que no fueran las de gastos sociales.

La mejor política de seguridad ciudadana no consiste en recrecer los efectivos policiales sino en crear circunstancias sociales que no requieran de su actuación para mantener el orden y vivir pacíficamente. Desde ese punto de vista el gobierno socialista lo está haciendo de forma impecable. Las cifras cantan. «Diario Palentino, 9 de mayo de 2010»