La religión y sus sombras

C2017G“Culpa, sangre, sufrimiento, llagas, muerte, Eva pecadora y… el hombre redentor”

             Los mercaderes en el templo exhiben sus productos aliñados con un tétrico teatro representando al completo el mundo de las sombras que habita la mente de los hombres: tortura, sadismo, dolor, violencia, humillación del inocente, condena para las almas buenas y culpa, mucha culpa. Los desfiles de dolor acompañan durante noches y días el trayecto procesional hasta amanecer en un imperceptible resurrección, que es en realidad lo que de verdad cuenta, la vuelta a la vida, al reencuentro con la luz después de purgar las tentaciones del averno, lo que propiamente es redención, redimir el tiempo perdido entre iniquidades. Pero ni la propia Iglesia Católica se emplea ya en darle ese significado. Aposentada en sus mantras recita sus letanías y vía crucis de manera tan mecánica que daría lo mismo dárselo a un lector de voz virtual. Los mensajes integrados a base de repetición han perdido significado para el que lo enuncia y para quienes los reciben. Una rutina que ha encontrado su utilidad crematística, su mina de oro en el turismo, ese oscuro objeto del deseo de todo político y hostelero que se precie. El turismo, última divinidad creada por el dinero, ídolo mágico que enriquece por donde pasa y para el que se crean normas de adoración aún a costa del bienestar de los ciudadanos oriundos obligados a plegarse ante supremo repartidor de euros.

            De Interés Turístico Internacional, título de la Semana Santa palentina lo resume todo y lo invade todo, también. El uso y disfrute de la Plaza Mayor de la ciudad, sede de la municipalidad que representa a todos los palentinos queda minimizado durante días, reservado para actos que solo atañen a una parte de la ciudadanía. Mientras tanto, permanece desierta la Plaza de la Catedral, estupenda ocasión para fomentar entre los visitantes esa Bella Desconocida cuyo sino parece seguir siendo desconocida y ninguneada por los propios gobernantes locales. Las colgaduras, pendones y enseñas de las cofradías en la fachada del Ayuntamiento son, además de una provocación, una intrusión inadmisible del espacio democrático ciudadano en un estado laico, en una sede que representa a todos sin distinción de creencias, como manda nuestra Constitución. Es un consuelo ver que muchos cofrades son también peñistas y viceversa. El gregarismo nos une con diferentes disfraces para la ocasión. 

«Diario Palentino, 16/04/2017»

Respeto para todos

religionesPor creencias, sexo, raza o diversidad cultural, para todas y todos

            Somos herederos y descendientes de aquella paternalista cultura grecorromana difundida y alimentada por la Iglesia Católica para bien y para mal. Aquellas civilizaciones, pioneras en su época y germen de nuestras formas de regirnos y relacionarnos, marcaron también los prejuicios que padecemos hoy. Creyentes, ateos y laicos; mujeres y hombres; lesbianas y gays; negros, blancos o amarillos. Al escuchar cualquiera de estos términos vemos imágenes inconscientes desiguales, inevitable, demasiadas películas de esclavos, demasiados chistes de maricas y muchos más chistes machistas.

            Estos días de la Semana Santa para los creyentes católicos paralizan la actividad en un país  donde una mayoría de ciudadanos se confiesa acatólico o no practicante, y sin embargo, todos los rituales discurren sin ninguna contrariedad, con pleno respeto por parte de quienes no encuentran ningún sentido, incluso reniegan de estos macromemes heredados sin consentimiento. Así somos los demócratas, así somos los pacientes españoles.

            Con la misma vara de medir, y aplicando lo que tanto pregonan sus escrituras y mandamientos, se debiera esperar una conducta recíproca para el prójimo que no comulga con sus ideas. Léase, respetar la educación laica en las escuelas públicas, la prohibición de la discriminación por sexos en las aulas de los colegios financiados con fondos públicos, por la libertad de las mujeres sobre su propio cuerpo, por el respeto a las personas cualquiera sea su sexo, raza, religión o ideología, como también dice nuestra Constitución. Respeto para los ciudadanos que queremos manifestarnos y hacer oír la voz de las calles sin miedo a que nos arresten o nos arruinen porque nos han reducido pilares básicos de la democracia, los derechos de opinión, reunión y manifestación.

            El excesivo poder engancha, y corrompe, el terrenal y el espiritual. Se mantienen en activo altos mandos clericales que atacan constantemente a las mujeres y a los homosexuales, incluso a los niños abusados, a su vez acusados de provocadores o mentirosos En la multinacional más antigua y más poderosa del mundo hay que dar gusto a muchos oídos, látigo y bálsamo, azote y beso, la táctica esquizofrénica de dominación. Vive y deja vivir, suena tan fácil.

 «Diario Palentino, 5 de abril de 2015»