Separarse a los 60 años  

av2d64e5f40ff8a80de9a“Tiempo nuevo para retomar viejos anhelos o reinventarse”

        Los derechos de las personas se han impuesto a convencionalismos esclavizantes. Nadie está obligado a permanecer bajo un yugo que lejos de ser nutritivo sea un obstáculo tóxico para disfrutar una próxima vejez saludable. Ahora el horizonte de vida es otro ciclo vital completo en plena libertad, ya sin crianzas, sin hipotecas ni condicionamientos laborales y todo el tiempo para viajar y cuidarse. En España las parejas de más de 60 años que decidieron continuar su vida por separado han pasado de 3.636 en el 2005 a 9.541 en el 2015, es decir, han aumentado un 162% en una década, según el INE.

       Está demostrado que las personas alcanzan los mayores niveles de bienestar a los 20 años y a partir de los 60, por tratarse de los periodos vitales de mayor independencia personal y menos responsabilidades familiares y laborales. Desterrada la idea de sacrificarse soportando relaciones insatisfactorias, cuando no indignas, viene la de reinventarse. El divorcio en la edad de plata supone la salida a la luz de una pareja rota desde muchos años antes, una decisión aplazada por razón de prioridades o necesidades. Escuchaba el discurso de una mujer que explicaba como las circunstancias no le permitieron divorciarse años atrás cuando después de una discusión marital vio en plena noche a su marido salir sigilosamente, descalzo y en batín del cuarto de la doméstica. Cualquier divorcio es el momento de zanjar cuentas pendientes cuando las bases en las que se sustenta la relación de pareja, amistad, afecto e intimidad sexual, han quebrado o realmente nunca existieron encubiertas bajo otros formatos camuflados o mal interpretados.

          El nivel intelectual y la conciencia de ser un individuo con libertad de elección es determinante en las mujeres pertenecientes a una generación que ha ido a la universidad, se ha manifestado en los 70 y ha decidido sobre su vida, su trabajo, su maternidad, etc., que son económicamente independientes y sin embargo se han visto abocadas a ser también cuidadoras familiares. “Si no se sienten bien con su pareja la dejan cuando no les merece la pena”, justifica la antropóloga Begonya Enguix, profesora y experta en género y sexualidades. El grado de satisfacción en las divorciadas españolas es mayor que en los hombres, aunque estos esperan encontrarse mejor con parejas más jóvenes.

«Diario Palentino, 02/04/2017»