Donde no hay orden…

     Donde no hay orden se pone solo. La presión de la inmigración sobre la frontera española aumenta a ritmo de vértigo. El cierre hermético de Italia y Grecia nos deriva sus cuotas. El África negra no soporta más la explosión demográfica y la explotación colonialista de sus recursos. El Mediterráneo aparece plagado de gentes que buscan sobrevivir a tiranías, guerras, persecuciones y necesidades vitales. Marruecos tiene siempre reflejadas en la retina las dos ciudades españolas, Ceuta y Melilla, que considera territorio usurpado, por cuanto relaja el control fronterizo al tiempo que pide más dinero a cambio de abortar las avenidas de humanos desesperados que transitan por su territorio. Los países centroeuropeos permanecen agazapados y protegidos mediante su distancia con el sur. El gobierno español reclama a la UE políticas migratorias adecuadas a las necesidades, puesto que la migración es un problema de todos, la CE responde aportando tres miserables millones de euros más para hacer frente, dicen, a los primeros auxilios. De modo que, saturadas, las ciudades del sur fletan autobuses llenos de inmigrantes que son depositados a boleo en estaciones de viajeros del País Vasco o de Cataluña o camino de Francia, pero, una vez llegan a la frontera, las autoridades francesas ignoran el derecho de libre circulación en territorio comunitario, revisan uno a uno los vehículos y los devuelven en caliente a España. El ministro de Interior, Grande-Marlasca, visita los países de origen y tránsito buscando soluciones, mientras Casado, desde el PP, hace su agosto fomentando la xenofobia con un farisaico discurso al tiempo que se fotografía estrechando manos de migrantes recién rescatados. Yo también soy persona, dice.

Diario Palentino, 4 de agosto de 2018