“Más miedo que las mujeres y los niños maltratados, o los inmigrantes en la valla de Melilla, o las familias ante el recibo de la luz…”
El pobre D. Rodrigo tiene un miedo espantoso porque le amenazan en una cuenta de twitter que no tiene, y va corriendo a papá Ministro del Interior del Gobierno de España para que le cobije con su poderoso manto de protección llamado “hago lo que me da la gana y no doy explicaciones”. Y, es que Rodrigo ha sido un niño malo, malote. Se le acusa de haber estafado a miles de familias; de haber volatilizado los ahorros de muchas vidas de duro trabajo; de gastar a troche y moche el dinero ajeno en lujos inconmensurables; de haber empeñado a los españoles en una deuda de rescate que nos asfixiará durante mucho años, de múltiples delitos fiscales, alzamiento de bienes, blanqueo de capitales, de lo que seguirá saliendo de 40.000 documentos incautados en su oficina, de apropiación indebida y lo que añada a la cola el caso Bankia.
Rato es todo un ejemplar único en su especie. Un verdadero artista. Abarca él solito más artículos del Código Penal que media población reclusa. A lo qué ha distraído, convendría ir sumando el ingente coste que supone la cantidad de funcionarios, policías de investigación, jueces anticorrupción, traslados de seguridad y personal científico puesto en marcha en el país y en el exterior para desenredar su entramado delictivo durante tantos años urdido. Y, luego, se niega la justicia al ciudadano de a pie, ironías de la vida. Debiera computarse todo el gasto que estos presuntos delincuentes de guante blanco causan a las arcas públicas al ser juzgados, y cobrárselo con el interés legal del dinero, para que no haya menoscabo de la caja común.
Más de 12.000 procedimientos judiciales se incoaron en 2014 por denuncias de insultos y amenazas en las redes sociales. 126.740 mujeres denunciaron malos tratos ese mismo año. 38.500 niños han sido víctimas de violencia desde 2013 a falta de una ley integral en defensa de los menores que el gobierno no puede proponer porque está entretenido entre la corrupción interna de su propio partido y limitar los derechos civiles de los ciudadanos. Todos estos denunciantes también tienen miedo, tanto o más que Rodrigo, el niño malo a quién nadie pega, ni viola; defendido por lujosos abogados que promoverán causas de impugnación y nulidad. Para los demás, una justicia carente de medios, por la crisis que han provocado los malos trabajadores y los sindicatos exigentes. Por eso el Ministro, no los recibe.
«Diario Palentino, 16/08/2015»