“Los instrumentos de la democracia han descarrilado, o mienten o no saben qué decir”
Quienes hemos sufrido la Dictadura, conocido la Transición y disfrutado la Democracia, en muy poco tiempo estamos siendo testigos del desmoronamiento radical del entorno, vagamos entre estados de ánimo tan desconcertantes como el clima que vivimos, consternados a ratos y rabiosos después, abatidos o enfadados.
El poder financiero, ese que se mide en los bancos y en las bolsas bursátiles, nos ha robado el testigo de la democracia. Las instituciones que teóricamente nos representan y nos velan, el gobierno, el parlamento, la judicatura, la monarquía, etc., todas ellas están secuestradas por el dinero, los balances, las cifras económicas y las ganancias para unos pocos, con la inestimable complicidad de un liberalismo demoledor y una iglesia católica tan métome-en-todo como inconsecuente.
Imaginémonos metidos en una centrifugadora, quienes mejor se agarren sobrevivirán fortalecidos, los demás saldrán catapultados a velocidad de vértigo fuera del sistema. ¿Y cuándo se volverá a recomponer la sociedad cuasi-justa que habíamos conseguido? ¡Ojalá lo veamos! Larga vida.
A la vista de la orfandad en que nos hallamos inmersos, nuestro deber ahora es volver a buscar la solidaridad, la unión del grupo humano atacado por las propias estructuras creadas para defenderlo. Los instrumentos de la democracia, partidos políticos y sindicatos, se han desviado, mejor dicho, han descarrilado, o mienten o no saben qué decir. Y así mientras familias enteras sufren la escasez y son esclavizadas de miserables salarios o insultantes benéficas ayudas, sus señorías defienden que les financiemos los “cubatas”, cuándo debiera estar prohibida la dispensación de bebidas alcohólicas y la conversión de los sagrados lugares de la voz del pueblo soberano en antros de durmientes, ausentes y beodos. Así nos va.
Pero no todo está perdido, nos quedan las calles, como siempre, una vez más y si están sordos gritemos más. Los amantes de la represión disponen de holgados presupuestos para equipar a los cuerpos uniformados de “instrumentos disuasorios” y lanzan a honestos ciudadanos contra honestos ciudadanos. Pero con la circulación de las redes sociales no cuentan nuestros cutres gobernantes, el poder soberano circula ahora por ellas, su alcance es insospechado, propuestas que van sumando miles de firmas al instante, mensajes, quedadas, convocatorias, denuncias, una nueva arma social superpotente que solo acaba de empezar a demostrar hasta dónde podemos llegar, utilicémosla.
«Diario Palentino, 2 de junio de 2013»