“Andaban entretenidos en orgías divinas, repartiéndose suculentos cargos e ignorando el hartazgo ciudadano”
En la leyenda griega, Prometeo robó el fuego a los dioses y se lo entregó a los hombres. Para castigarlo, Zeus, enfadado, ordenó que lo detuvieran y lo ataran a una roca donde cada noche un águila iba a comer un trozo de su hígado, pero el hígado se reproducía, hasta que Prometeo fue liberado por un tirador que mató al águila.
El líder de Podemos, (el otro) Pablo Iglesias, causa la ira de los entronizados en el Olimpo de la élites políticas, conchabadas para hacernos creer que vivimos en una democracia, “mejorable”, dicen, omitiendo el verdadero calificativo de corrupta. Al paso, airean en la prensa carroñera infundios sobre el nuevo Prometeo, y todo, por el miedo atroz de que les arrebate el fuego de una presunta verdadera democracia y se la entregue al pueblo soberano que somos la fuente del verdadero poder.
Quien no sepa leer entre líneas no verá el objetivo pretendido con tal desprestigio y acabará repitiendo la frase lapidaria: “Dice lo que la gente quiere oír”. Cómo que fuese una novedad. Véanse los programas electorales de los viejos partidos políticos, están llenos de tópicos que no se van a cumplir pero que halagan los oídos. Léanse, aunque solo sea por encima, el resumen de los panfletos electorales del PP ¡un paraíso! De todo lo prometido solo están a punto de cumplir el ataque directo y tercermundista a la libertad de las mujeres.
La flema del líder de Podemos desquicia a los histéricos tertulianos que no consiguen sacarle de sus casillas a base de insidias y argumentos torticeros. En los grandes y anticuados partidos el temor corre por las venas de los mandatarios, porque nunca pensaron que el movimiento 15M se podría organizar y conseguir un millón doscientos mil votos en tan solo dos meses. Y es que, andaban entretenidos repartiéndose suculentos cargos en cajas de ahorro, consejos de administración y altas instituciones del Estado, sin percatarse de que el olvidado, ninguneado y perseguido movimiento de ciudadanos hartos no había muerto de inanición, como habían pretendido consensuada y concienzudamente los del coche oficial, las dietas que no cotizan ni se justifican y los planes de pensiones en la cuerda floja.
«Diario Palentino, 06/07/2014»