“Lo malo es quien ha vivido siempre de parásito en planta ajena”
Ni “Indignados”, ni “¡Democracia ya!”, ni “Acampados”. Nuestros políticos hacen oídos sordos a las reclamaciones de democracia y transparencia manifestada por una punta del iceberg que esconde el inmenso malestar ciudadano.
A pesar del cero patatero que los electores hemos puesto a los partidos por su degradación como instrumento para el ejercicio de la democracia, sus representantes, cual tarugos caídos del cielo para gobernar como reyes en el charco de ranas, persisten en sus mañas mafiosas y llegado el momento postelectoral del reparto de cargas y cargos, cada cual se desmarca del objetivo común que supuestamente mira al interés general para asegurarse los garbanzos y el poder. ¡Vengan días, vengan ollas!
La Ley Electoral General que para unas cosas es como un chicle, sin embargo para otras es harina de otro costal porque “¡Es una ley Orgánica! -te dicen- y requiere justificación, trámite y quórum especial!” Con solo arreglar esta ley cuantos problemas sobrarían y como mejoraría la democracia de verdad.
Por poner algunos ejemplos:
1º.-Exigir a quienes vayan a desempeñen cargos públicos, que dispongan previamente de un medio de vida y de sustento propio que sea su ocupación laboral o profesional habitual.
2º.- Limitar la permanencia de cada cargo público a dos legislaturas, y si éste es de sometimiento a elecciones que se pueda añadir una sola prórroga más en votación asamblearia y secreta dentro del propio partido proponente, debiendo exigir la Junta Electoral Certificación fehaciente de haber cumplido éste trámite.
3º.- Primarias obligatoriamente, en asamblea de afiliados mediante voto individual, escrito y secreto. Lo de designar candidatos por “aclamación” suena a chiste romano y la propuesta que llega desde “organillos” intermedios y escalonados del partido, suena a chufla.
4º.- Contra los interesados argumentos de que para cargarse las Diputaciones hay que modificar la Constitución es otro cuento chino. Basta con modificar la Ley Orgánica Electoral y la legislación de Régimen Local para reducirlas a la mínima expresión que es lo que deben ser, apoyo a los municipios y dejar de comerse su dinero a medio camino. Ya me contarán, queridos lectores y lectoras, para qué queremos en Palencia, nada menos que 25 diputados provinciales gastando millones de euros a expuertas mientras en muchos de nuestros pueblos ni se ve la televisión ni hay cobertura telefónica, ni mucho menos internet. Basta con cambiar unos artículitos de la ley, dividir la provincia en tres partes y poner tres diputados-gerentes para que no haya empate y se reparta bien el bacalao. Así no habría por ahí suelto tanto mochuelo sin olivo ni tanto inepto “colocado”.
«Diario Palentino, 19 de junio de 2011»