“Debieran seguir su frescura de ideales y no calcar el discurso de sus mayores”
Una ola de voces jóvenes emergen en la política española, como cuando el PSOE ganó las elecciones en el año 1982. El entusiasmo, la ilusión, la fuerza de la fe en que las cosas se pueden cambiar para que la sociedad sea más justa y los ciudadanos vivamos mejor, aquello fue el milagro del siglo XX en España.
De nuevo tenemos que volver a despegar de una situación enrarecida. El bipartidismo anquilosado en su zona de confort no ha sabido envejecer dignamente, nos ha arrastrado hacia incomprensibles situaciones de corrupción y corruptelas, por comisión y por omisión, con permisividad, negligencia y laxitud a la hora de exigir honestidad al cien por cien y sin contemplaciones. Los viejos políticos ya han dicho y hecho todo lo que sabían y podían, por cierto, con resultados bastantes discutibles. Toca sacar pecho a la juventud, es la que debe hacerse su porvenir, enfocar el futuro que quieren para vivir en él, lo que les dejamos no es para que nos pongan coronas de laurel.
Hubo unos años en los que la generación de la famosa Transición nos vanagloriamos de haber conseguido salir de aquél funesto recinto cuasicarcelario que fue el Franquismo. Llegaron sanidad y educación universales y gratuitas, pensiones dignas de jubilación para todos, desaparecieron los padrones de beneficencia, los orfanatos y los asilos, los hijos de madres solteras tuvieron iguales derechos, el acceso a la universidad fue asequible para todas las capas sociales, becas y ayudas se multiplicaron y repartieron con equidad, quienes no aguantaban la vida conyugal se pudieron divorciar, las mujeres pudimos administrar nuestros bienes privativos sin la firma del marido y abrir cuentas en bancos sin poder notarial, decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra maternidad y ya no pudieron los asesinarnos impunemente por adúlteras. Hoy parece mentira, en los ochenta del siglo XX salíamos de las cavernas.
Estudiad, jóvenes, de dónde venimos y hacia dónde nos dirigen las políticas de los conservadores más radicales, porque no habéis conocido gente en la cárcel por opinar del gobierno o pedir pan. Cada generación debe componer su propio discurso con sus palabras y mensajes, a impulsos de la intuición, de los ideales y los sueños aún íntegros, hacer nueva ruta campo a través echando un ojo a la espalda de vez en cuando para no tener que desandar lo andado.