De salud y enfermedad

psique-cerebro-organoMédicos y bibliotecarios  ingleses prescriben lectura como terapia

            Buscar la inmortalidad, la eterna juventud  o la permanencia en la salud, forma parte del elenco de ambiciones humanas que propulsan el avance científico. Pero hasta que la comunidad científica internacional decide dar por bueno un resultado experimental pasan décadas en las que la humanidad se pierde los beneficios, incluso a veces lo que se concluyó como buenísimo se revisa como malísimo. Mientras tanto, creadores marginales experimentan polémicos métodos alternativos calificados como pseudociencia, que son más bien paraciencia.

            A pesar de las críticas de los inmovilistas, dieciocho universidades españolas ofrecen este verano cursos sobre estas nuevas expectativas que, como toda utopía, requieren un largo camino de verificación para ser admitidas en la ciencia reconocida. Se habla de programación neurolingüística, bioconstrucción, bioneuroemoción, biodescodificación, mindfulness y compasión, holística, bioarquitectura, bioelectromagnetismo, reflexología, etc…, todas bordeando la ciencia como un día lo fueran los estudios sobre inteligencia emocional, efectos psicosomáticos del estrés o cualquier avance en el funcionamiento del cerebro humano. A instancia de la Sociedad Española de Neurociencia, el año 2012 fue declarado como Año de la Neurociencia y en su texto decía: La Neurociencia nos informa sobre el fundamento de nuestras sensaciones, pensamientos y emociones, sobre nuestra conducta social, nuestra creatividad e inteligencia. Por tanto, la Neurociencia es fundamental para comprendernos como seres humanos”. La Optogenética, galardonada en la VIII edición de los Premios Fronteras del Conocimiento en Biomedicina de la Fundación BBVA, se basa en introducir luz en el cerebro vivo e intacto para ver la actividad neuronal, sus autores afirman que se podría intervenir en  “la codificación de los recuerdos, del control del sueño y de la vigilia o de cómo se regula la conducta sexual, entre otras”, toda terapia sería más efectiva actuando desde el lenguaje natural del cerebro. 

          Durante algunos años la praxis médica ha olvidado de que no solo tenemos cuerpo, ha ignorado que la enfermedad es el síntoma y ha obviado buscar directamente la causa en ese otro componente etéreo e invisible compuesto por el mundo de la mente, que somos todo uno y que los fármacos son solo la parte material de la terapia precisa.

«Diario Palentino, 24/072016»