Madres de alquiler

        Es la expresión exacta que hay que emplear. Lo de “maternidad subrogada”, “vientres de alquiler”, y no digamos el calificativo de “altruista”, son puras perversiones del lenguaje para crear una dualidad imposible, para deshumanizar y desnaturalizar la gestación y despojar al hijo de la madre que lo llevó en su seno y lo parió, mal que les pese a los compradores de cuerpos de mujeres y por mucho que inscriban en los registros civiles otras filiaciones. El aparato reproductor femenino no es una probeta de laboratorio, el embarazo conlleva una psique emocional, el desarrollo del espíritu maternal, de crianza y el vínculo irrompible con el nuevo ser, además de la inseminación intrusiva de semen desconocido, limitaciones, dolores, incomodidades, puntos quirúrgicos y un parto con el consiguiente riesgo. Todo esto aceptamos nosotras por el beneficio de ser madres de nuestros hijos. La utilización falaz del lenguaje intenta crear un imaginario interesado para esconder que lo que se busca es deshacerse la madre. Las candidatas son las débiles, que aceptarán venderse por presiones familiares interesadas.

            El macho humano encuentra en la ciencia un nuevo camino para demostrar que es machote y de paso enardecerse con otro acto de dominación y colonización del cuerpo de la mujer. Este mercadeo con el cuerpo de las mujeres tiene nombre desde siempre, se llama prostitución. Y hay que ver quien promueve este desatino, padres resentidos de matrimonios frustrados, hombres inseguros y narcisistas, gais que quieren lo que la naturaleza no les ha dado pero sacan su parte macho para perpetuar sus magníficos e inigualables genes. Habiendo tantos huérfanos en desamparo, si de verdad quieren criar un hijo pueden adoptar, así integran su amor en el mundo y resuelven sus ansiedades sin traficar con la vida de las mujeres.  Se debe abogar por declarar la maternidad como un bien inalienable, fuera del comercio de los hombres, como lo es el resto del tráfico de órganos humanos.

«Diario Palentino, 9 de julio de 2017»

Vientres solidarios u otra mina de negocio


india12“El dinero siempre encuentra el camino de prostituir a las mujeres”

       Lo que tan finamente llaman maternidad subrogada requiere una reflexión larga y profunda. Empresas de fecundidad asistida, clínicas especializadas, despachos jurídicos, laboratorios y gestores diversos se anuncian en las redes como mediadores y panacea para cumplir los sueños de descendencia de parejas infértiles, cónyuges gais, solteros que no quieren madre para sus hijos y mujeres miedosas que se niegan a asumir un embarazo y su consiguiente parto. Seguramente todos tienen sus buenos argumentos, desde los vendedores hasta los compradores. La maternidad convertida en operación mercantil. Una tentación para las mafias del tráfico de seres humanos que pronto invadirá los mercados mundiales abriendo nuevas rutas de negocio por las que circularán óvulos y gametos, bebés y mujeres pobres vendiendo su cuerpo para que gentes ricas vean cumplidos sus sueños de dejar herederos de sus riquezas y de su potente egolatría. No hay otra explicación, habiendo tantos niños huérfanos por el mundo que serían felices en esos hogares de la abundancia.

       Los anuncios plagan las redes, desde cien mil dólares made in USA hasta veinte mil en la India, dónde la madre, si acaso recibe un tercio, lo demás es para intermediarios. Lo llaman también vientres de alquiler, porque parece que el cuerpo de una mujer, entero o por partes puede ser objeto de comercio.

           Algunos anuncian Vientres solidarios, qué bonito suena, la trampa de las palabras. Detrás hay una mujer necesitada, seguramente obligada por las circunstancias, sean económicas o bajo presión psicológica marital, paternal, fraternal e incluso maternal, a la que se ha adjudicado el papelón de salvadora de su clan a costa de su propio cuerpo, de su propio dolor físico y emocional cuando se tenga que deshacer de la criatura de sus entrañas después de haber generado las hormonas propias de la crianza que hacen a las madres inseparables protectoras de sus hijos.

            En España está prohibido este negocio, con buen criterio, a ver si nos dura la razón en la cabeza, pero no en Rusia, Grecia, EEUU o India. México lo prohíbe con fines lucrativos. Volvemos a la mujer incubadora. Da miedo. Las jóvenes del mundo debieran repetir como un mantra: Mi cuerpo es mío y no tiene precio.

      ¿Cuántas mujeres acomodadas se ofrecen solidariamente a tener hijos para otros? ¿Es o no, mercadeo? 

«Diario Palentino, 05/06/2016»