Igual aprendemos algo

     “La publicidad funciona para hacerte comprar lo que no necesitas, con plata que no tienes y poder impresionar a quienes no conoces”, repetida frase de Max Neef. Pronto hará un año desde el fallecimiento de este pensador visionario que hace décadas advirtió de la tragedia que supone, tanto para el género humano como para el planeta, la economía liberal y su ansia de superproducción puesta al servicio exclusivo de intereses comerciales. Nunca el liberalismo trabajó para el bienestar de las personas, ni tuvo en cuenta que formamos parte de un todo y que si un elemento se deteriora el resto sufre las consecuencias. Si esquilmamos el planeta, matamos a sus seres vivos y esclavizamos a los humanos algo fallará por algún lado, como está ocurriendo. La confusión radica en creer que poseyendo más cosas y más lujos vamos a ser más felices. Durante esta insospechada pandemia hemos ahorrado en ropa y calzado, viajes y otros prescindibles. Nos hemos agazapado, hemos sentido miedo al contagio y hasta desconfianza de nuestros vecinos y familiares. Tres meses dan para mucho. Con Diógenes podíamos pensar: ¡Cuántas cosas hay en el mundo que no necesito para vivir! Y, sin embargo, extrañábamos los abrazos, las caricias, la cercanía. Padecemos un nuevo síndrome neurológico que han denominado Hambre de piel. Pero la organización económica tan antinatural que nos hemos montado volverá a querer producir mucho para vender mucho, muchas industrias con muchos operarios semiesclavizados que gasten sus salarios en comprar lo que producen ellos y otros. Menos mal que algo de razón nos ha entrado cuando se ha aprobado un ingreso mínimo vital para compensar la merma de posibilidades de obtener un trabajo. Además, una nueva reclusión se aproxima, la del teletrabajo, desclasamiento total. Ya veremos que nuevas paranoias aparecen.

Diario Palentino, 27 de junio de 2020

Sanidad Pública y derechas

          A lo que se tiene no se le da valor. Es como abrir el grifo y que salga agua, algo que debiéramos agradecer debajo de la ducha cada mañana. Lo mismo ocurre con la asistencia sanitaria. Ante cualquier conato de malestar podemos acudir a nuestro médico, pero no lo damos importancia. Nos convendría recordar esas películas americanas en las que una enfermedad arruina a las familias o en las que se expulsa al paciente del hospital cuando ya no dispone de recursos para pagar la factura. A eso lo llaman liberalismo económico, solo dinero, ni pizca de compromiso ni de humanidad. Desde la llegada del PSOE al gobierno en los años ochenta la sanidad pasó a ser de cobertura casi universal. Leía yo en Diario Palentino un estupendo reportaje, dice que de 200 sistemas del mundo, España está entre los tres primeros. Estaba, porque pronto caeremos al precipicio. Las causas del deterioro son multifactoriales: jubilaciones que no se cubren, nos hacemos viejos, se maltrata a los profesionales con unas condiciones de trabajo insoportables, 50 pacientes por médico, población dispersa, los médicos jóvenes huyen, cuesta mucho dinero formar a un médico, la nota de corte deja a muchos fuera de la universidad, y los que consiguen entrar son verdaderos héroes, se machacan durante diez años para llegar a tener su primer empleo y sueldos hirientes en comparación con los de tantos políticos inútiles. Pero sobre todo, lo que falta es voluntad de que se mantenga el sistema con su calidad. Las derechas quieren enviarnos a los seguros privados, que son sus empresas, que son sus patrocinadores, que son los que les financian. Si quieres tener peor salud, vota a la derecha. Pero, recuerda, hay que tener cuidado con lo que se pide, porque casi siempre la vida te lo concede.

«Diario Palentino, 27 de enero de 2019»

Trabajo, trabajo, trabajo


ricos y pobres“Mi carta de deseos para el nuevo año, trabajo para todo el que quiera trabajar”

             Nada hay más desolador que tener dos manos y una cabeza hábiles para realizar un trabajo y no tener dónde ponerlo en práctica. Asistir cada día a la vista de un hogar que se deshace, unos hijos que emigran para hacerse la vida dando lo mejor de su juventud; la ministra de tecnología alemana dijo haber encontrado en España una mina de jóvenes bien preparados. La tarea primordial de cada mañana de muchos españoles es salir a buscar trabajo, trabajan más buscando trabajo que trabajando propiamente, esos que dicen los portavoces de los empresarios que no quieren trabajar, solo ayudas; esas ayudas imprescindibles para sobrevivir en tierra de lobos, pero que minan el amor propio, la fuerza de voluntad y la fe en uno mismo. El liberalismo económico, fiel sirviente de bancos y grandes empresas, necesita mano de obra barata, mejor esclava, a ti te quiero y a ti no, como en un mercado negrero; contratos de horas mínimas con sueldos mínimos pero para cumplir horas máximas. Así tienen dónde elegir los panzones rellenos de chuletones y carísimo vino que solo saben apreciar por su precio. “Los españoles ya no tienen miedo a perder el empleo o a no encontrarlo”, para meterle una zapatilla sudada en la boca y apretar. Y, luego, la inspección de trabajo recibe instrucciones de destapar los trabajos negros, es decir la del chapuzas que pinta la casa del vecino y se gana unos eurillos para sobrevivir hasta fin de mes, o la del que hace un porte con su furgo de ex­autónomo para pagar el recibo de la hipoteca. Y, qué se encuentran los inspectores, empresarios con trabajadores sin dar de alta o haciendo jornadas maratonianas con un contrato de horas. Ese libertinaje en el mundo laboral es lo que buscaban los grandes capitales y eso es lo que les han facilitado los gobiernos conservadores europeos, el PP, en nuestro caso; cargar todo el peso en las costillas de los más débiles, porque el más débil no es el accionista de una multinacional, ni el rico cada vez rico a costa del sudor del pobre cada vez más pobre. Volvemos a empezar en una rueda sinfín de injusticia social en una tierra capaz de dar de comer a todas sus criaturas, pero víctima de hampones y avariciosos sin escrúpulos a la hora de apropiarse de lo propio y de lo ajeno, en forma, eso sí, de leyes que los cobijan. Trabajo, trabajo y cambio, por favor, pido al nuevo año.

«Diario Palentino, 04/01/2015»

Salud pública

Privatizacion-de-la-sanidad-publica_imagenGaleriaUn paseo por la red virtual buscando cualquier enfermedad nos lleva a foros mundiales en los que, angustiados enfermos o sus parientes ponen en la brecha tan penosos como increíbles  lamentos que apenas podemos comprender desde la comodidad de nuestro sillón del bienestar. Historias de vidas reales sobre padres, hijos o hermanos que no son atendidos en los hospitales por no tener medios económicos suficientes para pagar a los profesionales, ni las estancias, ni los medicamentos. Personas de carne y hueso que ya han rehipotecado su casa, han recuperado su plan de pensiones, se han endeudado con otros familiares y no pueden continuar hasta la recuperación total porque se acabaron los recursos. Sigue leyendo