Guerra de líderes

           La democracia, como elemento vivo, es cambiante. Según las circunstancias en las que viva un pueblo así exigirá a sus representantes. Se ha visto en las últimas elecciones madrileñas. El Partido Popular no ha digerido la moción de censura que cambió a Rajoy por Sánchez en la Moncloa. La deriva de Albert Rivera hacia el PP, y la negativa de los populares a abstenerse en la investidura de Sánchez empujaron al PSOE a volver la vista hacia Unidas Podemos. A partir de ese momento la consigna de las derechas ha sido duro y a la cabeza. El PP no se ha privado de utilizar torticeramente a los representantes de todas las instituciones como esbirros para lanzar dardos en cada aparición en los medios, aunque fuera para cortar cintas en inauguraciones y con la bandera española detrás. Ya no hay guerra de partidos ni de siglas ni de ideologías. Las derechas han presentado a Sánchez como enemigo de los españoles y han utilizado a Iglesias como ariete para desmerecer a todo el gobierno. Ayuso se ha configurado como una versión de Margaret Thatcher. De hecho, si echamos un vistazo a las hemerotecas repite al pie de la letra sus frases. La joven Ayuso que en medio de la pandemia se presentó como una loca inconsciente, incluso para los barones de su propio partido, resultó que tenía una campaña bien orquestada y aprovechando el hartazgo de ciudadanos, comerciantes y hosteleros les gritó lo que querían escuchar: Madrid first, first, first. Poco tenía que hacer el durmiente Gabilondo ante tal embestida, aunque el responsable no fuera él, sino quien le puso. Desde ahora la política española tomará el camino del liderazgo, no valdrá cualquiera para encabezar una lista contando con el apoyo del aparato del partido y el voto fiel de afiliados y simpatizantes; el carisma personal será lo determinante. Se necesitan ejemplares alfa.

Diario Palentino, 9 de mayo de 2021 

Casado versus Ayuso y otras

           A juzgar por su ojo clínico es una suerte que el señor Casado no sea médico, donde pone el ojo que Dios nos ampare. Invistió de superpoderes a doña Cayetana Álvarez de Toledo para representar y defender los ideales de su partido; nos la presentó como un trofeo exótico, con su nacionalidad española, argentina y francesa, su doctorado por Oxford y, además, marquesa. Se le olvidó evaluarle la sesera y casi le arrastra hasta la ruina política cuando se metió de lleno a navegar entre las aguas de VOX y el manicomio. Zarpazo y fuera. Pero la ex no se conformó y le puso verde por cada micrófono que encontraba delante. Hasta La Razón se ha enfadado con ella, madre mía. Otra de sus conquistas, Isabel Natividad Díaz Ayuso, conocida por Ayuso a secas y con un curriculum mucho más humilde, adolece del mismo problema, el descontrol mental, dime con quien te juntas y te diré quién eres. La gestión de la pandemia en Madrid ha sido, desde sus comienzos, halagada y vitoreada por Casado como ejemplo a seguir, «La gestión de Ayuso es lo que haríamos a nivel nacional», dijo. Menos mal que lo que dice nunca tiene mucho predicamento ni tan siquiera en su partido. Hoy el guirigay interno en el gobierno de la Comunidad de Madrid es para meter miedo. El viceconsejero de Salud Pública anunció un confinamiento que Ayuso no había decidido. El consejero de Sanidad está de acuerdo con Illa pero no con Ayuso. Mientras tanto los madrileños caen como moscas, no hay camas hospitalarias ni médicos ni personal. Los confinamientos selectivos y discriminatorios, en los barrios que no votan al PP, provocan disturbios que la policía nacional disuelve con violencia desproporcionada. Ante este espectáculo Ayuso ha caído en desgracia, en Génova está prohibido mencionarla. Espabila chaval, que entre tus despropósitos y los de tus comparsas nunca ganarás elecciones.

Diario Palentino, 27 de septiembre de 2019.