“Los secretos de Estado escapan por la red como el agua en una cesta”
Andamos tan entretenidos con las noticias de casa que no prestamos atención a la grave amenaza que nos acecha en el próximo oriente. Pasamos por alto que EEUU mantiene en nuestra vecina Turquía un arsenal con setenta bombas nucleares. Como es su costumbre, los USA se erigen en supremo poder y ahora quieren defender al mundo del malvado Irán que cría al igual que ellos, uranio enriquecido. El vecino Israel es pieza fundamental del juego bélico. Carrera vertiginosa de rearme que según la historia nos enseña acabará usándose, porque aunque haya que tirar a dar a una lata ningún cazador se vuelve a casa con la escopeta cargada.
Ánimos siempre calientes por esas tierras de tantos dioses y santones superpuestos, como terreno abonado para guerras continúas desde el principio de los tiempos.
Pero en caso probable de desatarse un conflicto la mecha ardería para todo un planeta hambriento y desencantado. Y no sería una conflagración al uso convencional. Además de los aviones invisibles no percibidos por los radares y las bombas químicas entre otros inventos malignos de la humana raza, los estrategas de la guerra cuentan ahora con la informática, el ciberespacio, la más sibilina e invisible de todas las armas.
Los hacker han demostrado en la práctica el gran poder de este instrumento desconocido en el campo bélico. Los secretos de Estado más cuidados escapan por la red como el agua en una cesta. Y cuando grupos de ciudadanos se sienten atacados, al minuto cae la página del agresor o suma miles de protestas. Los gobiernos temen a la red y dictan leyes sancionadoras justificándose en la seguridad nacional puesta en juego por la difusión de datos, aunque las mismas leyes también son utilizadas para manipulación y privación de transparencia.
En un conflicto bélico hoy, desde un solo ordenador podría el país atacante dejar al otro sin iluminación, sin alimentos, sin transportes, sin comunicaciones, se pararían los trenes, los hospitales, por supuesto los bancos, las puertas automáticas, los refrigeradores. Con solo un dedo y a distancia considerable se manejarían aviones autopilotados tirando bombas.
Los posibles ataques contra los servidores utilizados por uno u otro bando son inimaginables y sus resultados imprevisibles. Hace meses que Israel está reclutando un ejército de hacker con doble intención, desmontar al enemigo y proteger su propia seguridad.
Diario Palentino, 4 de noviembre de 2012