Spanish Revolution ¿Y después qué?

“Tanto silencio, tanta pasividad tenía que saltar por algún lado”

Como si Stéphane Hessel nos hubiera dado la clave para descubrir dentro de cada uno de nosotros lo que de verdad sentíamos y queríamos. Apareció de pronto esta especie de anciano Sócrates haciendo renacer la verdad de nuestro interior. ¡Indignaos! dijo en concluyente imperativo y nos explicó los motivos que todos sabíamos pero no éramos capaces de sumar en un solo término contenedor.

Casi al pie de la letra corrió por la red como agua de manantial que busca su cauce, la consigna de protesta pacífica del 15-M. El descontento con el funcionamiento al que ha llegado nuestro actual régimen democrático no ha surgido de una propaganda dirigida, ni tampoco de ningún manipulador oculto que mueva los hilos como interesa hacer creer a algunos para desviar la atención del verdadero problema, sino del puro sentir del pueblo, mujeres y hombres al unísono reclamando que se hagan realidad la promesas con olor a rancio que largan los políticos sin tan siquiera sonrojarse.

Dada la diversidad de edades y condición de los concentrados que abarca todos los campos sociales, y con independencia de que cada cual acuda movido por su “rabia” particular, se intuye un sincretismo subyacente, un descontento generalizado que olvidando reivindicaciones particulares ha intuido, como todo grupo humano sabe intuir, que la unión de intereses es lo único que puede conseguir los objetivos que interesa a la grey.

Decíamos y escuchábamos que la juventud actual (llamada, no sé por qué razón “Generación perdida”) estaba adormecida, que los ciudadanos de cualquier edad también dormitábamos cual ancianos desencantados en confortable sillón haciendo zapping entre series y deportes. Pero tanto silencio, tanto consenso, tanta pasividad tenía que saltar por algún lado, había que hacerlo saber a quienes dirigen el cotarro y a quienes pretenden dirigirlo.

-¿De qué os quejáis?- dicen algunos endurecidos conservadores redomados, -¡Ya quisieran los pueblos árabes nuestra democracia!- insisten. Visto así y si nos remontamos a los tiempos cavernícolas donde el poder provenía de alguna divinidad o se resolvía a base de hachazos, tienen razón, pero la conciencia ha de avanzar en igualdad social, racial y de género al ritmo del saber y de la ciencia, eso es civilización.

Los ciudadanos, estamos demostrando con un civismo y una concienzuda voluntad que no creemos lo que nos cuentan, que la foto del menú que nos muestran en la carta no tiene nada que ver con el plato que después nos ponen en la mesa y estas son lentejas…, que en puridad no elegimos a nuestros representantes y por eso padecemos esta profunda crisis de liderazgo. A quienes nos dirigen los elige el dinero de los financieros y la corrupción interna de las formaciones políticas. El día después cada partido convierte sus resultados en virtud y echa la culpa al maestro armero de las pérdidas. Pero… ¿Cómo interpretará la historia la ejemplar y silenciosa movilización ciudadana que se ha convertido ya en movimiento internacional?

¡Indignaos! (¡Indignez-vous!)

“Los financieros, “ culpables indiscutibles de ésta crisis”, sus víctimas, los asalariados por cuenta propia o ajena”

Con tanto ruido de fondo, entre cañonazos, disputas políticas que no conducen a ningún beneficio para el interés general, polémicas insulsas sobre gastos que son el chocolate del loro y otras banalidades ocupando titulares, entrevistas y comentarios para distraer la atención y centrar las conversaciones en temas que no dañen importantes intereses financieros y empresariales, apenas ha trascendido para una minoría la urgente proclama que el filósofo Stéphane Hessel, lanza como un reto a la juventud del siglo XXI con el apoyo y prólogo de nuestro sabio José Luis Sampedro.

En éste pequeño librito de poco más de quince páginas, éstos nonagenarios implicados hasta los huesos en la defensa de los derechos humanos, la democracia, las libertades y el bienestar, alertan con urgencia sobre el grave riesgo que corren estos logros ante una sociedad que pierde sus valores a ritmo vertiginoso para solamente centrar su atención en correr detrás del dinero a cualquier precio.

En un breve pero conciso alegato nos recuerdan cuánto costó conseguir la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, en cuya redacción participó el autor y en qué poco tiempo se puede perder lo conseguido.

No perdamos de vista que los financieros son “los culpables indiscutibles de ésta crisis” y que sus víctimas son los trabajadores asalariados y los cuasi empresarios que trabajan para sí mismos. Los banqueros nunca se han interesado por el beneficio social ni por las cuestiones personales ni humanitarias, su objetivo es único e inamovible, los propios dividendos.

No nos dejemos llevar por el pánico y padezcamos un irreversible error de perspectiva. La Derecha y los amos del dinero nunca van a dar nada porque su lema perpetuo es “el que más pueda que más tire” creando ese estereotipo valorado y envidiado socialmente que es el “hacedor de dinero”. Pero esa clase conservadora (de su dinero y de sus privilegios) encarnada por la Derecha política nunca se va a volcar en mejorar la sanidad pública, ni la calidad de la educación, ni las pensiones, ni las libertades, ni la igualdad, salvo poniendo a todo precio según valor de mercado y quién lo quiera bueno que pague.

En septiembre de 2009, en un gran titular con foto de familia, el País decía “El G-20 vislumbra el final del túnel” “Los líderes mundiales decidirán como acabar con los excesos en las retribuciones de los banqueros” Desde aquél notición el Hambre en el mundo aumenta, las cifras del paro crecen, la calidad de los servicios públicos merma y los derechos humanos… ¡Ay, qué es de los Derechos Humanos! Que se lo pregunten a los Palestinos y al mundo árabe musulmán, no digamos al África Negra.

El Capital es de derechas y no tiene corazón, el dinero es inerte y no palpita. De lo que pase en el futuro todos somos cómplices, para bien o para mal. «Diario Palentino, 10 de abril de 2011»

¡Indignaos! de Stéphane Hessel

De imprescindible lectura, son 15 páginas llenas de alarmantes verdades y un espíritu positivo

Una llamada a la juventud para que se indigne frente al retroceso en los derechos humanos, el dominio de los financieros y la pérdida paulatina del estado de bienestar

…Gracias al boca a boca y, sobre todo, a las nuevas redes sociales, el texto, ninguneado al principio por los medios de información dominantes, ha conseguido franquear las censuras y llenar de esperanza miles de corazones. En apenas unas semanas, de este repertorio de las injusticias más indignantes, ya se han vendido (5 euros) más de 650.000 ejemplares… Algo jamás visto. Su título: una consigna, ¡Indignaos!…   attac.es

¡Indignaos! de Stéphane Hessel

De imprescindible lectura, son 15 páginas llenas de alarmantes verdades y un espíritu positivo

Una llamada a la juventud para que se indigne frente al retroceso en los derechos humanos, el dominio de los financieros y la pérdida paulatina del estado de bienestar

…Gracias al boca a boca y, sobre todo, a las nuevas redes sociales, el texto, ninguneado al principio por los medios de información dominantes, ha conseguido franquear las censuras y llenar de esperanza miles de corazones. En apenas unas semanas, de este repertorio de las injusticias más indignantes, ya se han vendido (5 euros) más de 650.000 ejemplares… Algo jamás visto. Su título: una consigna, ¡Indignaos!…   attac.es