La carga mental

           Llega otro 8 de marzo y volvemos la vista al avance producido en las condiciones de vida de las mujeres. Volvemos a observar la diferencias salariales entre nosotras y ellos por los mismo trabajos o como son ninguneadas mujeres valiosas, como las científicas. De nuevo comprobamos que es mayor el número de universitarias con expedientes de excelencia, que hay más doctoras que doctores, más juezas que jueces y, sin embargo, muchas menos rectoras de universidad, cargos en los tribunales superiores de justicia, en las direcciones hospitalarias o en empresas privadas. A mi modo de ver, dos factores resaltan entre las circunstancias que nos llevan a estar menos presentes en puestos de altura y los dos proceden de la preeminencia de los intereses masculinos. Por un lado, entre ellos los hombres se protegen y se facilitan la promoción, prefieren tener compañeros antes que compañeras y no hablemos de tener jefas, eso les supera. Están muy a gusto en su piña masculinizada porque les es más fácil tanto la convivencia como la competitividad y les crea inseguridad moverse entre mujeres en el ámbito laboral, precisamente por ese ego narcisista del que se revisten en las alturas del poder. El otro factor fundamental es la carga mental que nos coloca a las mujeres el sistema patriarcal. La familia, los hijos, la casa, que todo funcione pesa sobre nuestros hombros. Los niños llaman a mamá, aunque esté en el trabajo. De que la comida llegue a la mesa se ocupa mamá, a las reuniones de padres del cole va mamá, al médico, a comprar los libros…, y si mamá tiene la oportunidad de un importante ascenso que supone un traslado familiar o mayor dedicación, mamá renuncia, porque el trabajo de papá es sagrado y no se negocia. Es la invisible carga mental que nadie ve, que pesa como una losa, que resta dedicación y vida propia y no se valora.

Diario Palentino, 8/03/2020

No es no y sí es sí, ¿entendéis?

     Menos mal que han llegado unas ministras con ganas de trabajar por la igualdad y el bienestar de toda la población y no solo de unas pocas clases sociales y empresariales. Buena suerte para las mujeres. Pero los depredadores no dan tregua, ya han sacado la artillería pesada contra la ministra de Igualdad, Carmen Calvo, cuando ha anunciado que solo “sí es sí” a la hora de valorar los delitos sexuales. En avalancha se han destapado todos los aspirantes a violadores, merodeadores narcisistas y aviesos seductores carroñeros y pacienzudos de los que acechan hasta que la víctima elegida beba un poco de más o se distraiga al volver a casa por una zona oscura para forzar su resistencia entre el engaño y el miedo. Los foros de los machos salidos han ardido haciendo chanza con formularios de contratos escritos para tener sexo. Solo los hombres respetuosos que tratan a las mujeres de igual a igual, que respetan sus cuerpos y su voluntad, no han temido la nueva regulación con la que se pretende aclarar las zonas confusas del actual Código penal. Si no eres terrorista no te fijas en las penas previstas para quienes lo son. También preocupantes son los deslices que escuchamos en discursos del PP, ahora en plena guerra fratricida. Pablo Casado ha dicho que «La ideología de género es un colectivismo social que el centro derecha tiene que combatir». Porque en el PP preocupa poco que en menos de cuatro días hayan sido asesinadas cuatro mujeres por serlo. De hecho eliminaron en educación las materias sobre respeto e igualdad y separan a niños y niñas en las aulas. Están a un paso de las brigadas pro virginidad y los Sexólicos anónimos del obispo de Alcalá. El patriarcado inquisitorial y obsoleto nunca se rinde.

«Diario Palentino, 15/07/2018»

Miguel: “En mi país es así”


inmigrantes
“La toma de conciencia es el camino más arduo”

            Miguel, treinta y cinco años, boliviano, nació en Sucre, la capital. Así se presenta. Llegó a España hace diez años acompañado de su mujer y dejando dos casi bebés al cuidado de los abuelos. “Había que buscarse la vida, éramos muchos y mi padre era pobre”. Pensaba hacer las españas y volver enseguida, pero llegaron la crisis y otras dificultades. Él, fue padre a los veinte y su mujer a los catorce. “Así es en mí país”. Ella ya tiene nacionalidad española y hace un año consiguió agrupar a sus hijos, dos adolescentes a integrar en un mundo nuevo. La hija, treceañera, dejó allá a su novio, con el que quería casarse. Pero, Miguel, cómo se va a casar tan joven, me mira, “en mi país es así”. La niña no se adapta y quiere volver con los abuelos-padres que la han criado, con sus amigas, con su amor, y seguir yendo a su colegio donde no la obligan a estudiar en catalán. El mundo se le ha puesto patas arriba y llora, discute con su madre; la psicóloga escolar diagnostica crisis adaptativa, hay que apoyarla y tener paciencia, todo pasará. Miguel habla tranquilo, en su país no hay estrés, se disfruta haciendo las cosas, en su barrio cada uno se hace su casa, los materiales son caros pero la mano de obra barata, es la propia, todos saben de paleta, fontanería y electricidad, poco a poco la casa va creciendo en el solar de asentamientos humanos que les adjudica la municipalidad. Lo peor es el contrabando de la droga, lo corrompe todo, políticos y policías. La coima que pagan los traficantes vale más que muchos sueldos.

            Pero Miguel tiene un secreto, no tiene papeles, a pesar de estar diez años acá, ni acceso a la nacionalidad, tuvo una discusión con su mujer y los vecinos llamaron a la policía, le cayeron unos antecedentes penales. Jura y perjura que no la tocó. La mujer, adolescente inmigrante e indefensa le perdonó, pero “aquí no es como en mi país”, la cosa sigue… Yo soy tranquilo, no soy violento, era solo una discusión, no se explica que por tan poco le hayan pasado tantas cosas. Es que…, las mujeres cambian mucho cuando vienen aquí, se dice a sí mismo. “En mi país no es así”.  Si le hablas de igualdad en derechos y deberes, de que las mujeres y los hombres son personas y por igual merecen respeto a su dignidad, asiente con la cabeza e insiste en el argumento geográfico, ya pero…, “en mí país no es así”. 

«Diario Palentino, 23/10/2016»

Machismo en la notaría

notarioAl menos, los machistas educados practicaban: “Las señoras primero”

            Una duna está hecha de incontables microgramos de arena. Así es el machismo, minúsculos comportamientos que relegan a las mujeres a lugares secundarios en su relación con los hombres. En 1991, el psicoterapeuta, Luis Bonino Méndez, acuñó el término Micromachismos para calificar todas esas cotidianas y apenas imperceptibles manifestaciones que van sumando poder a una conciencia de dominio macho. No es violencia física, ni tan siquiera verbal, es mucho más sutil, es ninguneo, un decir sin palabras: -tú caminas dos pasos detrás-. Cada día lo vemos, en la publicidad, en las familias, en la política, incluso en una conferencia local de sociólogos, precisamente sociólogos, para analizar la situación actual y en la que solo opinaban hombres. Todas esas pequeñas partículas sumadas componen escalones hacia otras formas más palpables de violencia blanda, desdén, desprecios e insultos hasta el más grave maltrato psíquico que destroza muchas vidas sin marcas físicas directas.

            Contaré mi experiencia. El oficial de la notaría se había empleado a fondo en un esfuerzo de machismo superlativo al copiar los datos de la escritura originaria para transcribirlos a la de venta. Yo había llevado los documentos, yo me entrevisté con él y preparé la cita para la firma. Además, en la escritura originaria de adquisición del bien ganancial figurábamos por este orden, primero yo y luego mi marido, solo era copiarla para poner venta, pero el susodicho se tomó el trabajo añadido de cambiar el orden de los nombres y relegarme al segundo lugar. Para el acto de la lectura apareció un notario de rictus triste y verbo ininteligible del que no se podía esperar otra cosa que comenzase a pasar la firma por los hombres, aunque estuvieran sentados a desmano. ¡Qué más da!, me contestó el oficial cuando le recriminé a la salida. ¡Qué más da!… (Daré más información sotto voce).

            Debemos, las mujeres, empezar a boicotear este tipo de actuaciones. Donde no estemos representadas, donde nos releguen, donde no tengan en cuenta nuestra opinión, donde nos hagan sentir mal, boicot. A tanto político macho que nos utiliza en campaña, boicot. El neomachismo se revuelve y va ganando terreno, basta echar un vistazo a las conductas entre adolescentes. Un gesto, un segundo, un comentario, una mirada, una actitud, todo suma. No podemos transigir.  

«Diario Palentino, 03/04/2016»

Mientras ellos no quieran… o ¿hay que hacerlos querer?

666013_640px«La solución solo tiene un camino, la formación en familia y en la escuela»

         El feminismo de frontera siempre se ha planteado como una lucha contra…, contra el machismo, contra el patriarcado, contra una sociedad dominada por los hombres, contra toda una in-cultura discriminatoria con un origen ancestral basado en la fuerza bruta, el músculo y  la crueldad que fueron considerados las virtudes valoradas para defender la supervivencia.

        Después los poderes fácticos se han encargado de mantener este sistema de supremacía macho para controlar la economía, la procreación, los recursos humanos productivos. A quién más interesa el machismo, como cualquier otro tipo de dominación, es a los poderosos.

     Se habla, se habla,… Los jeques políticos hablan ¡Qué casualidad!, todos machos. PSOE, PP, PODEMOS, IU, Cd´s,…, hombres que hablan por boca de hombres, educados para ser machos alfa y hacerse obedecer por cualquier medio. Ellos prometen, pero sin comprometer su estatus, bonitas palabras que atusan los oídos de las mujeres, ofertas para embaucar y conseguir un voto que consideran veleidoso. Palabras que se plasman en textos legales que nunca se hacen efectivos porque nadie obliga y a nadie se sanciona.

     Explotar nuestra faceta reproductora, a la par que fuente de placer, es el fin último. Controlando la primera tienen a disposición la segunda, y demuestran su fertilidad varonil. Una mujer con hijos se convierte en un ser vulnerable que agacha la cabeza y se somete a fin de evitar males mayores a su prole. El macho, arcaico, primario y, llegado el caso, violento, se aprovecha porque así lo vio en su entorno. Porque vio a su madre aguantar, tal vez incluso, llorar, porque vio a su padre hacerse obedecer a base de gritos, castigos u otras técnicas de terror.

     La pedagogía compara a los niños con cemento fresco, cualquier huella deja en ellos efectos irreparables. En la madurez ya no hay remedio. Por eso, una y otra vez, volvemos a la escuela, a la familia, a lo que graba la mente humana “tan cuan tabula rasa” desde que nace, incluso antes. Es responsabilidad de madres no consentir, de los padres respetar, de los maestros controlar a ultranza las conductas micromachistas observadas a diario, y de los gobiernos y jueces proveer los medios y hacer cumplir las leyes, que no están de adorno…

«Diario Palentino, 08/11/2015»