El 8 de marzo de éste año puede ser el termómetro para medir la respuesta de los hombres ante la desigualdad. Se verá quienes están a favor de conseguir el bienestar de las mujeres de su entorno y quienes protestarán, recriminarán y se negarán a participar para seguir manteniendo sus privilegios patriarcales. La huelga es de ellas. Legalmente pueden parar también los hombres pero perdería el sentido, lo que se pretende es poner en valor la depreciada multifunción de las mujeres. Se trata de cesar en los cuidados, en el consumo, en el trabajo y en la educación. No vale dejar hecha la comida el día antes, ni los recados, se tiene que notar lo que falta y es necesario hacer. Los virtuosos que a estas alturas de civilización ya son igualitarios y demócratas saben cuál es su papel porque lo vienen desempeñando. Ante los macheras incorregibles, que tienen el cerebro relleno de cemento, es mejor no molestarse y darlos por perdidos. Pero esa otra franja de hombres criados al dictado de la supremacía masculina pero que se atreven a pensar, aún tienen posibilidad de redención, primero poniéndose en el lugar de ellas en el maltrato, la violencia, el trato injusto en el trabajo, el miedo a ser atacadas física o verbalmente, la infravaloración, el sacrificio vital y profesional o las renuncias al tiempo propio. El mismo día 8 de marzo, haciéndose cargo de los cuidados de los niños propios y ajenos, de los mayores, de los dependientes, de los alumnos, facilitándolas que acudan a las asambleas y actividades, no pasando lista en las aulas, no descontando la nómina, apoyando a sus compañeras de trabajo. Y los 365 días siguientes aplicando lo aprendido. El hombre justo y amoroso siempre sabe lo que puede y debe hacer.
«Diario Palentino, 4 de marzo de 2018»