Héroes del siglo XXI

16803Mis héroes/heroínas contemporáneos sudan el día a día, pero no en playas paradisíacas

            Decir o hacer lo políticamente correcto está demodé. Y es que cuando la abundancia abunda, valga la redundancia, cualquiera se puede permitir ser diplomático y quedar bien diciendo lo que los otros quieren oír. ¡Ah, qué tiempos!

Contra todo pronóstico el siglo XXI nos ha traído el retroceso y nos ha devuelto a tiempos en los que la supervivencia es lo primero, lo que cuenta ahora es encontrar o mantener el trabajo, pagar las facturas, llegar a fin de mes y pagar las matrículas de los hijos. Ya no es hora de milongas, es hora de remangarse para no salir catapultados a la esfera marginal.

En medio de esta vorágine las estadísticas serias, no las políticas, cada día nos cuentan cómo aumenta la indigencia en España y cómo desparecen las clases medias, las pequeñas empresas, los autónomos, todos esos sectores sociales laboriosos, productores de bienes, servicios y humildes pero estables puestos de trabajo que son la base de cualquier sociedad de progreso estable. A cambio crecen las grandes fortunas, las multinacionales, los bancos y las empresonas que nos avasallan y nos atracan mediante acuerdos ilegales sobre los precios de nuestros recibos. De otro lado, la mirada impasible de supervisores e inspectores obedientes a órdenes inducidas de comerse los chaquetes y dejar los tiburones.

Hace unos años Mario Conde inició una saga de ídolos admirados por su impune piratería y delincuencia de alto nivel. Muchos ciudadanos envidian a Rodrigo Rato, tan sumamente listo que después de arruinar a los españoles se mofa plácidamente en mares paradisíacos. Junto a él muchos más…, de cuyo nombre no quiero acordarme.

Yo imagino a mis héroes/heroínas contemporáneos sudando para llevar comida a la mesa, aguantando situaciones de humillación, empujando sillas de familiares dependientes que han perdido las ayudas, abuelas viudas que cambian calefacción por material y ropa escolar, científicos e investigadores de remedios vitales para la humanidad resollando porque no les llega la subvención para acabar, y tantos ciudadanos de a pie conscientes y razonables que cada mañana aportan generosamente un poco de no se qué, de lo que saben o tienen para mejorar minúsculamente su entorno. A veces solo con escuchar basta.«Diario Palentino, 22 de septiembre de 21013»