Macho blanco miedoso

          ¿Qué ocurre en la mente de un racista homófobo, xenófobo, misógino, etc.?  Miedo, puro miedo al diferente, al que nos es como ellos, a quién les crea inquietud, y no quieren incertidumbres ni zozobras, nada ni nadie que les haga peligrar la seguridad en la que viven instalados. Es la reacción territorial, la más primaria y animal, nuestra casa, nuestras cosas, nuestras creencias, nuestras mujeres, nuestros hijos. ¿Reconocen el discurso? Nuestros, nuestras. En la uniformidad reside la claridad, en las disidencias anida el peligro. La falta de empatía, de admitir que el planeta está repleto de seres humanos con peculiaridades propias, seres que son personas con los mismos derechos. Quién odia a los otros es porque los teme, porque los desconoce, por ignorancia o porque necesita de ellos y no lo quiere reconocer. Habría que investigar cuantas empleadas de hogar inmigrantes tienen los voceros xenófobos en sus casas. A la hora de ser servidos no se plantean que su “criada”, su jardinero, el camarero o la cocinera del restaurante tengan costumbres, creencias o idiomas diferentes con tal de que les sirvan bien y sean obedientes y discretos. Las religiones echan su leña al fuego a base de bien. Cruzadas, yihad, guerras santas contra el infiel… Homofobia por el temor a la propia sombra, todo hombre tiene un cromosoma X y un cromosoma Y. Aunque lo niegue en el cadalso ha tenido sus sueños homo en alguna época de su vida. Odian a las mujeres porque las necesitan y no pueden soportar la dependencia de ellas, por eso las degradan y cosifican como una propiedad más hasta el punto de pretender hacer desaparecer la protección legal ante los malos tratos machistas. Se trata de mentes planas, cerradas, que se asientan sobre cerebros reptilianos, es decir, poca inteligencia, mucho miedo y más ignorancia.

Diario Palentino, 12 de septiembre de 2021