Como diría mi «maestro político», una cosa es predicar y otra dar trigo.
La seriedad y la política son para algunos representantes del Partido Popular como dos lineas rectas paralelas, esas que nunca se encuentran en el horizonte.
Prueba patente, reciente y cercana queda de manifiesto con el thriller de la Calle Jardines. Una emocionante trayectoria de suspense, intrigas y contradicciones que, como dice mi amigo Tomás en su comentario a la II entrega («El misterio de la calle Jardines») podría servir de guión para un «culebrón».
A modo de resumen de lo ocurrido en anteriores capítulos, primero, y después de años de reclamaciones vecinales e interminables «negociaciones», se llega a un acuerdo expoliatorio para el Ayuntamiento de Palencia en favor de la Diputación, presentado sin escatimar fotos y autolisonjas. El gobierno municipal de entonces se aviene a recalificar terrenos destinados a usos públicos para convertirlos en un mar de edificaciones ( de 7 alturas). Veamos:
En un segundo movimiento, bajo la constante denuncia de la «operación» por los vecinos, y habiendo cambiado el signo del gobierno municipal (ahora PP), quién se jactó de firmar aquél atroz acuerdo por la Diputacion se encuentra de bruces con su imagen ante el espejo y renegando de su propia gestión donde dice digo, digo Diego, y para relajar al movimiento vecinal se anuncia que no se afrontará la obra por falta de fondos.
Por fin, pasados unos meses, llegan los arrepentimientos y las recapitulaciones. Se anulará aquél triunfalista pacto, sustituyéndolo por una permuta de solares con la Diputación, en otros lugares de la ciudad.
Lo cierto es que esos escasos 300 metros de calle condenados a un protagonismo pueblerino siguen manteniendo su aspecto indecente en el centro de una ciudad.*
* ¡Ojo! Si bien es cierto que para los residentes actuales de la Calle Jardines (la más ruidosa de Palencia en el Mapa de Ruidos municipal) se añadirá aún más tráfico rodado para atajar a la carretera de Burgos y al centro comercial). Cara y cruz.