Vientres solidarios u otra mina de negocio


india12“El dinero siempre encuentra el camino de prostituir a las mujeres”

       Lo que tan finamente llaman maternidad subrogada requiere una reflexión larga y profunda. Empresas de fecundidad asistida, clínicas especializadas, despachos jurídicos, laboratorios y gestores diversos se anuncian en las redes como mediadores y panacea para cumplir los sueños de descendencia de parejas infértiles, cónyuges gais, solteros que no quieren madre para sus hijos y mujeres miedosas que se niegan a asumir un embarazo y su consiguiente parto. Seguramente todos tienen sus buenos argumentos, desde los vendedores hasta los compradores. La maternidad convertida en operación mercantil. Una tentación para las mafias del tráfico de seres humanos que pronto invadirá los mercados mundiales abriendo nuevas rutas de negocio por las que circularán óvulos y gametos, bebés y mujeres pobres vendiendo su cuerpo para que gentes ricas vean cumplidos sus sueños de dejar herederos de sus riquezas y de su potente egolatría. No hay otra explicación, habiendo tantos niños huérfanos por el mundo que serían felices en esos hogares de la abundancia.

       Los anuncios plagan las redes, desde cien mil dólares made in USA hasta veinte mil en la India, dónde la madre, si acaso recibe un tercio, lo demás es para intermediarios. Lo llaman también vientres de alquiler, porque parece que el cuerpo de una mujer, entero o por partes puede ser objeto de comercio.

           Algunos anuncian Vientres solidarios, qué bonito suena, la trampa de las palabras. Detrás hay una mujer necesitada, seguramente obligada por las circunstancias, sean económicas o bajo presión psicológica marital, paternal, fraternal e incluso maternal, a la que se ha adjudicado el papelón de salvadora de su clan a costa de su propio cuerpo, de su propio dolor físico y emocional cuando se tenga que deshacer de la criatura de sus entrañas después de haber generado las hormonas propias de la crianza que hacen a las madres inseparables protectoras de sus hijos.

            En España está prohibido este negocio, con buen criterio, a ver si nos dura la razón en la cabeza, pero no en Rusia, Grecia, EEUU o India. México lo prohíbe con fines lucrativos. Volvemos a la mujer incubadora. Da miedo. Las jóvenes del mundo debieran repetir como un mantra: Mi cuerpo es mío y no tiene precio.

      ¿Cuántas mujeres acomodadas se ofrecen solidariamente a tener hijos para otros? ¿Es o no, mercadeo? 

«Diario Palentino, 05/06/2016»