Reza un refrán popular, bastante ordinario, por cierto, pero muy castellano, que quién no está acostumbrado a usar bragas las costuras le hacen llagas. Y viene a cuento porque, lo que es habitual en los partidos regidos por un funcionamiento democrático interno, para el Partido Popular es la primera vez que el hechicero de la tribu no designa sucesor de un cucharetazo en la cabeza, ni tampoco organiza un plebiscito para que la tribu aclame entre ellos al nuevo gurú sino que, escondido detrás de su cabaña asoma una mano y, ante la mirada atónita de la asamblea tribal, tira la cuchara dando a entender que el que la coja para él. Tan de sorpresa les ha pillado el repentino vacío de poder y la huida de su líder, a causa del triunfo de la moción de censura ganada por los socialistas, que nos han entretenido con una singular campaña. Hemos visto aparecer candidatos como setas. Se han tirado los trastos a la cabeza en vez de exhibir y defender sus programas para ganarse el voto de los pocos militantes no morosos. Por cierto, se les ha visto el plumero al desinflarse las cifras irreales de ochocientos mil afiliados que nunca existieron y los otros olvidadizos a la hora de tener al corriente de pago las cuotas del partido, esas tan necesarias para justificar los ingresos que llenaban las arcas y financiaban las campañas investigadas en los casos de corrupción y la ilusoria caja B. Sin debates, sin propuestas, con denuncias de boicot interno, acusaciones de pucherazo, impugnaciones, sedes blindadas, hasta un tuit con cita falsa del Quijote. En fin, un episodio que se podría titular “Aprendiendo a ser demócratas”. Ánimo, nunca es tarde, ya es hora de que la derecha española, al menos, lo intente.
«Diario Palentino, 08/07/2018»