Navidades y familia

“Sí, pero no, buen rollito, teatrillo y fuera sombras”

            La familia extensa es esa célula de organización social que se caracteriza, principalmente, por la esquizofrenia. Te quiero, sonrisadefeliznavidada veces mucho, a veces poco, o te odio, no te perdono aquél juguete que me rompiste, el libro que no me devolviste o la zancadilla que me echaste, por no acudir a rencores mayores, papá te quería más que a mí, a ese viaje tenía que haber ido yo, o tú has salido mejor parado en el reparto, no se sabe si de caras, de estatura, de cosas materiales o de mimos.        Todo eso, que subyace, en los ámbitos familiares, en todos, y quien diga que no, miente, es espantado del pensamiento con un manotazo, como una mosca molesta, porque en estos días comercialmente tan entrañables hay que representar como nunca el teatro de familia, cada uno en su papel y que nadie se desmarque no sea que al abrir las puertas de las verdades y de los nudos emocionales mal ventilados se nos vaya de la mano el papel tan ensayado durante tantos años de vamos a llevarnos bien.

            Regalitos, sonrisas de oreja a oreja y los consabidos cotilleos previos en las cocinas, esos que suelen versar sobre los pobres cuñados, con su perversa fama de resabidillos, y todo porque representan el último injerto en el ADN familiar que no es más que oxígeno para el asfixiante puzle perfectamente encajado de vamos a disimular. Dulces, dulces y más dulces, porque el azúcar genera bienestar en el organismo, sus efectos son como los del tan moderno descubrimiento del triptófano pero en versión tradicional, eso ayuda, si estás bien no tienes tantas ganar de ajustar cuentas para ponerte mal. Ya lo decía mi abuelita, el organismo es sabio.

            Decoración ambiental para que no falte tema de conversación. ¡Oh, qué bonito te ha quedado!, se agradece, después de todo se pone ilusión, alimento del alma, volvemos a jugar como cuando éramos niños. Cocina esmerada, mantelería de los domingos, la vajilla del ajuar que vegeta casi todo el año a la vista en la vitrina de las joyas familiares, copita de cava para brindar, que majos, que buenos, que felices, nos lo creemos, es estupendo, o puede que en buena parte sea cierto, mucho más veraz sería si fuéramos capaces de analizar nuestro papelón familiar, higienizarlo y cambiar de personaje de vez en cuando. De soslayo recomiendo ver Las Furias, dirigida por el genial dramaturgo Miguel del Arco.

«Diario Palentino, 11/12/2016»