“Funeral de la Duquesa y encarcelamiento de la Pantoja, respiro para un PP corrupto”
Los espectáculos de funerales y encarcelamientos de las celebritis regalan unos días de descanso al gobierno del Partido Popular. La ciudadanía se entretiene masivamente, la prensa distrae de las verdaderas cuestiones preocupantes: el paro, la corrupción política y económica, los sablazos de las eléctricas, la explotación de los becarios, la inseguridad laboral, las cifras de pobreza infantil, y hasta la pederastia de algunos clérigos. Que suerte.
La corrupción se hace insoportable, vomitiva. La filosofía ciudadana copia, en defensa propia, de banqueros y políticos, sálvese quien pueda. A la vista de los millones de euros que se han llevado del común los Rato, Blesa, Fabra, Beltrán, anejos de Cospedal y Ana Mato, amigos de Esperanza Aguirre y otros parientes, maridos, hermanos y cuñados que entran y salen de la Gürtel a la Púnica, de la operación Enredadera a la Madeja, ida y vuelta, lo que se da a entender es que la ley de la jungla ha de ser el manual de uso del superviviente.
Hirientes son las cifras de millones euros que se han llevado los que todavía andan por las calles, pero no menos lo son las 34.000 hectáreas de tierras de la Duquesa de Alba por las que percibe una millonada de ayudas de la PAC destinadas a la modernización y supervivencia de explotaciones agrarias. Un patrimonio que paga impuestos a Hacienda tan solo por un 10% de su valor. Una sola persona que se llama por 18 nombres de pila; ningún párroco ni encargado de Registro civil hubiese permitido inscribirlos a la hija de un plebeyo; y 51 títulos nobiliarios hereditarios de lugares que no sabe ni dónde están ni de dónde le vienen.
La propiedad privada es un derecho constitucional y nadie lo discute, pero tierra es la que hay, no se produce ni reproduce, y está ahí para dar de comer a todos sus habitantes, de modo que la concentración excesiva de la propiedad debiera estar prohibida para garantizar una distribución eficiente y equilibrada. Si estuviera repartida adecuadamente, Andalucía y Extremadura no tendrían tantos jornaleros temporeros y sí más pequeñas y medianas empresas agrarias familiares.
Independiente, libre y vividora la definen. A ver cuántas mujeres, madres, trabajadoras o amas de casa tienen esa opción de serlo también. Medieval y feudal, es la definición apropiada para entendernos. ¡Que maja era la señorita!
«Diario Palentino, 23/11/2014