“O, cuándo un deporte de masas se convierte en una mafia consentida y alentada”
Piden porque pueden, por el poder que les otorga ver cada día cómo desde la más alta cúpula hasta el último portero que corta las entradas convierten lo irregular en lo normal. Y si no, por qué se dan de tortas para ser directivos de los equipos, por qué Florentino Pérez está literalmente pegado al palco del Bernabéu, dónde suene un euro allá está, llámese deportes, IBEX, contratas de ACS, operación Púnica. Sienta a su lado a banqueros, empresarios, diplomáticos, políticos y responsables sindicales. Es como un GPS, dónde él vaya está el negocio a lo grande, no pierde el tiempo en aficiones no rentables.
En esta ocasión tengo que dar la razón al ministro Montoro. Los futbolistas no son dioses, aunque la afición los endiose, son como los demás mortales contribuyentes de la Hacienda Pública, a la que todos aportamos hasta el último céntimo de lo que establece la ley. Los artilugios para pagar menos suponen una injusticia y un quebranto de la caja común. Los susodichos no quieren que sus ingresos por derechos de imagen se sumen a sus rentas de trabajo, así en vez de cotizar por honorarios profesionales tributan por sociedades interpuestas para pagar menos. El sangrante caso Messi descubierto en su jugada de llevar diez millones de euros de paseo por medio mundo saltando de una sociedad a otra hasta acabar en el paraíso fiscal de Belice, nos da una idea de lo que ocurre en las entrañas de la mafia-deporte futbolística de alto rango. Según sea el tronco, así son las ramas.
La huelga con la que amenazan es manifestación de su poder para llevar a la afición a defender lo que como ciudadanos nos perjudica a todos y solo les beneficia a ellos a costa del común de los mortales tributarios. Las cuentas del futbol son opacas en su conjunto, e inexplicablemente consentidas, sobre ochocientos millones de euros de deudas a la Seguridad Social y Hacienda, situación de privilegio inexplicable para cualquier autónomo, o pequeña empresa que pelea cada día por sacar la cabeza del agua para respirar un poco antes de volverse a ahogar. Nos explican los recortes como cuestión de supervivencia y lo aceptamos sin preguntar dónde está todo ese dinero que entre corruptos y consentidos nos han quitado de la bandeja. Así de necios somos los españoles, cómplices de toda artimaña que nos da en el coco como un bumerán.
«Diario Palentino, 10 de mayo de 2015»