Vuelve el hombre · ELPAÍS.com

La izquierda no oculta su entusiasmo por tener un Gobierno con menos ‘bibianas’ y más ‘rubalcabas’

FERNANDO VALLESPÍN 29/10/2010

Nos creímos que nuestro machismo atávico ya era parte del pasado con tanta ministra, una vicepresidenta primera y rompedoras políticas de igualdad. Han bastado un par de cambios en el Gobierno, el cese de la vicepresidenta De la Vega y la eliminación de dos ministras para que volvieran las esencias patrias.

La superestructura tan bien intencionadamente construida por Zapatero se ha acabado desvelando como tal, como un acto de quijotismo en un país de sanchopanzas machistas… Era la señal que la horda masculina de nuestro país, siempre dominante, por supuesto, estaba esperando para volver a lo de siempre. Y no piensen que me estoy refiriendo solo a la derecha, que nunca disimuló su antipatía por las «ministras del Vogue»; me refiero también a la izquierda, que no esconde su entusiasmo por tener al fin un Gobierno «con más rubalcabas y menos bibianas«.

La seriedad, señores, va asociada al poder masculino. Solo él nos puede sacar del fango de la crisis económica y puede proyectar la imagen adecuada para tiempos en los que hay que zafarse de «debilidades» y abordar la lucha final de la legislatura en condiciones agónicas.

Ahora hay que «comunicar» que se es fuerte, hay que echarle un par. ¿Y quién mejor para ello que quienes están dotados por la naturaleza para hacerlo? La política, esto es lo que se destila subrepticiamente de la recepción de la noticia del cambio de Gobierno, exige concentrarse en lo esencial cuando las cosas vienen mal dadas. Lo prioritario ahora es pasar al cuerpo a cuerpo, a una batalla de bayonetas y con toda la caballería; desprenderse de lo superfluo, de lo que adorna pero no suma, como el Ministerio de Igualdad.

No cabe duda de que hemos avanzado enormemente a este respecto, de que la mujer está hoy en España muy por encima del varón en algunas variables importantes, como titulaciones universitarias y presencia en algunos de los cuerpos de élite de la Administración, aunque encalle en los altos cargos directivos de las empresas y siga chocando contra el casi inevitable techo de cristal. Pero lo que no se ha logrado hasta ahora es exorcizar al macho irredimible de nuestro inconsciente colectivo. Ahí sigue, agazapado, esperando la menor ocasión para hacerse presente. Y esa ocasión al fin ha llegado después de tan larga represión. Leer más…