¿Cuánto nos cuesta la corrupción?

Un-Pueblo-Que-Elige-Corruptos-No-Es-Victima“El coste internacional, de la España europea a los corruptos del Mediterráneo”

            Todos los días amanecemos con un coscorrón en la mermada credibilidad en nuestros  gobernantes, en toda esa “élite” encargada de defender la democracia y administrar la caja común rellena con los impuestos fruto de nuestro trabajo, cada día más inseguro y esclavo. Como si fuéramos víctimas de una estampida, asistimos impotentes a nuestro particular culebrón de desmanes hispánicos.

            Cada corrupto que se lleva indebidamente y en su propio beneficio una parte del dinero de todos, sea en forma de “regalos”, como tomar clases de golf a cuenta erario, cobrar por trabajos no realizados, evadir impuestos en todos sus formatos, dejarse obsequiar por amistades mafiosas cuando se ejercen funciones de gobierno, manejar “sobres” en cuentas B a cambio de ¿…?, y un sinfín de despropósitos añadidos, va tomando de nuestra confianza y de la caja común lo destinado a los medios que se nos restan en salud, pensiones, educación, subsidios de desempleo y protección de los más desfavorecidos de la sociedad.

            Y  es que el atraco no es solo a la moral vital y al optimismo ciudadano. Y tampoco es solamente lo que materialmente se llevan para lucro personal, es el ingente gasto producido para la investigación de los “hechos”, jueces y personal judicial, policía, estancias carcelarias y su sobredosis en seguridad, miles de funcionarios “entretenidos” en dilucidar asuntos vomitivos.

            Otro escabroso coste es el internacional. Hemos pasado de ser la España europea integrada en una de las potencias mundiales del desarrollo a ser observados como los ladrones del Mediterráneo, en los primeros puestos del desgobierno, la corrupción política y la pobreza de la población. Y este descrédito tiene su reflejo en nuestra economía, no somos de fiar, los inversionistas huyen, las grandes empresas se deslocalizan, la bolsa baja, nada es fiable en nuestro entorno, solo los carroñeros, rusos entre otros, vienen a expoliarnos a mansalva y a bajo precio los inmuebles más valiosos.

            Entre los “affaires” del PP y de la Casa Real, no necesitamos más referentes. La cacareada Marca España se ha convertido en una lacra que nos deja a la altura del betún. La Justicia coaccionada no puede trabajar debidamente. Si esto ocurriera en una República, su Presidente hace tiempo que hubiese tenido que dimitir para sanear, pero eso nunca pasará con la sangre azul hereditaria. «Diario Palentino, 7 de abril de 2013»

 

 

Más impuestos a cambio de nada


La perversión del sistema: pagamos más y recibimos menos.

           Nunca nos satisfizo pagar impuestos, pero eso no es una novedad. En la leyenda evangélica San Mateo era malquerido por los ciudadanos a los que cobraba los impuestos que recaudaba para el cesar.

                La lógica de la cuestión reside en que pagar impuestos porque se tienen o heredan bienes o se obtienen buenos ingresos responde a un privilegio que cuántos quisieran.

              La pregunta es ¿para que pagamos impuestos? Todos conocemos la respuesta, a cambio de recibir de la sociedad representada por el Estado los servicios públicos que no podríamos obtener privadamente y cada uno con el dinero que aportamos. Yo con mis impuestos no me puedo pagar una sanidad ni una educación de calidad, ni carreteras, ni comunicaciones, etc., pero si lo junto en el montón de mis conciudadanos y tenemos unos buenos gestores, todos salimos ganado. Ese es el fin y el fundamento de pagar impuestos.

                  El problema es que hoy ya nada de esto es así. Cada día nos vemos obligados a pagar más por menos. Pagamos excesivos impuestos en el pan que comemos, en la ropa que vestimos, en los libros de los niños y en las medicinas que necesitamos.

           ¿Qué pasa entonces?, que este sistema con el que estábamos generalmente de acuerdo se ha degradado hasta darse la vuelta. Ahora nos quitan más de nuestros exiguos ingresos para pagar deudas acumuladas por  malversadores, derrochadores, pródigos y pésimos gestores cohabitantes de esa extraña comparsa formada por advenedizos empresarios insaciables, cajas de ahorro regentadas por los mismos, premiados con  suculentos sueldos y bajo la mirada para otro lado de la clase política o incluso inserta en el fraudulento “negocio”.

            Lo peor de todo es que nuestro Estado, al que tenemos encomendado el bienestar general, asume los desmanes privados, empresariales y financieros, y nos endeuda a todos, mientras los responsables tienen sus beneficios a buen recaudo en paraísos fiscales o debajo de la baldosa de los testaferros. Es la perversión de un sistema que ha funcionado razonablemente bien a partir de la II Guerra Mundial y que irremediablemente nos lleva a un abismo desconocido.

                 Digamos que el efecto Robín Hood se ha invertido, ahora se roba a los que menos tienen para que los ricos acumulen más. Y aún falta mucho tiempo para poder cantar con el poeta maldito que era Gabriel Celaya, “estamos tocando el fondo…”. «Diario Palentino, 23 de septiembre de 2012»

A pesar de la corrupción

Si ponemos en el poder a los corrompidos ya sabemos lo que nos van a poner para cenar. En cada proceso electoral tenemos en nuestras manos el menú que nos servirán los siguientes cuatro años. Ya podemos ir pensando. De verdad, pensar no duele, es cuestión de practicar.

La corrupción es la corrupción, no admite disfraces ni adornos, venga de donde venga. Si ponemos en el poder a los corrompidos ya sabemos lo que nos van a poner para cenar. En cada proceso electoral tenemos en nuestras manos el menú que nos servirán los siguientes cuatro años. Ya podemos ir pensando. De verdad, pensar no duele, es cuestión de practicar.

A pesar de la corrupción

Suele ocurrir que los electores mentimos como bellacos cuando nos preguntan qué opción política votamos. Es, además de un derecho constitucional, un secretito que nos gusta guardar por aquello de que le importa a nadie lo que hace nadie. Luego las sorpresas deslumbran cuando las encuestas se equivocan radicalmente y nos damos cuenta de lo que gozamos mintiendo, después de todo mentir produce ese subidón de dopamina que tanto nos coloca

Pero en un siglo agitado por las catástrofes naturales, los contratiempos económicos, el desorden mediombiental y en general el caos que nos muestra un planeta enfadado con el trato que le dan sus habitantes, lo más chocante es la flagrante crisis de las potentes y aglutinadoras ideologías que generaron los regímenes gubernamentales en el siglo XX.

Capitalismo y socialismo se disipan en una paulatina pérdida de contenidos cada vez más inoperantes ante las nuevas circunstancias. Un nuevo orden mundial se va creando. El pánico al terrorismo islamista, el fraude del capitalismo voraz como sistema económico, la insuficiencia del socialismo como doctrina útil para el reparto justo de la riqueza y la eliminación del hambre en el mundo, la superación de los prejuicios raciales en USA y la emergencia de países superpoblados, pero muy laboriosos y disciplinados (China e India), que avanzan hacia la cabecera financiera mundial, son algunos de los rasgos que definen la primera década del nuevo siglo. Sin embargo las microideologías crecen en número y atomización.

Somos por un lado pensadores en la uniformidad y nos dejamos engañar frecuentemente por los mensajes publicitarios que nos sirven los medios de comunicación social, sean comerciales, políticos o informativos, pero por otro nos gusta pertenecer a grupúsculos, tribus urbanas, tendencias con todo su elenco de vestido, calzado, argot, modas marginales o simplemente asociaciones para tener voz y poder manifestar leves disconformidades. Es decir queremos ser diferentes de los demás pero no mucho. Sin embargo en el fondo somos unos ilusos, nos dejamos engañar con gansa facilidad sin darnos cuenta de la responsabilidad que declinamos cuando no escarbamos suficientemente debajo de los mensajes y sobre todo de los hechos.

A pesar de la corrupción – Diario Palentino Digital.