A ser intolerante con quien me arrebata mis derechos y libertades.
Es la máxima de estos días, casi como un mantra, el día uno empiezo…, se repite con la firme convicción de que va a ser cierto, y seguramente lo será, al menos durante unos días, o acaso meses. El día uno empiezo el régimen, el día uno comienzo a hacer diariamente mi tabla de gimnasia, el día uno… voy a ser de otra manera, año nuevo, vida nueva, todo será distinto, de otra manera. Y como nos conocemos se lo contamos a los demás para afianzarnos y comprometer nuestra palabra con otros porque con nosotros mismos ya no nos funciona
Al elenco de buenos propósitos que cultivamos estos días para el nuevo año, debiéramos añadir otros muy firmes de intolerancia extrema con los engaños descomunales que nos cuenta el gobierno del Partido Popular, con el pitorreo que se tienen a nuestra costa beneficiando a banqueros, eléctricas y otros amiguetes financiadores del partido o que les colocarán en sus consejos de administración. Intolerancia, con la burla que hacen de la Justicia para evadir las propias responsabilidades de su escandalosa y descarada corrupción, intolerancia con la cara dura de decir en Navidad que estamos en la recuperación, y decirlo con el cuajo y el descaro del que no ve al otro lado de la audiencia a las madres que acuestan a sus hijos a las seis de la tarde para que tengan calor, a los escolares que se retrasan porque no tienen libros, a los enfermos de hepatitis porque el dinero de sus medicamentos de salvación se fueron en sobres, óbolos y cuentas negras del Partido Popular, ni a ese millón de residentes en España que se han quedado sin atención médica, en un país, donde precisamente uno de los orgullos nacionales era la asistencia sanitaria universal y gratuita.
Hasta ahora nos enseñaron a mostrarnos orgullosos de ser tolerantes. Ahora debemos reaprender a ser demócratas y a defender nuestra democracia siendo total y absolutamente intolerantes con quienes nos la están arrebatando mediante leyes que nos impiden hasta ocupar la calle, nuestra calle, las de los españoles; con los que desvían los dineros comunes a intereses propios; los que atentan constantemente contras las libertades ciudadanas a golpe de sanción y pelotazo; los que nos engañan con las palabras y los hechos; y para colmo, nos llaman corruptos; los que se cargan la cultura y el arte para evitar ciudadanos respondones.
«Diario Palentino, 28/12/2014»