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Tabaco ¿Esclavitud o Libertad?
“En la protesta de los hosteleros por la baja de sus ingresos se camufla la crisis y la cuesta de enero”
En los años 20 del siglo pasado Sara Montiel consagraba aquél tango que decía: “Fumando espero al hombre a quien yo quiero…” y Rita Hayworth (Gilda) dejaba para la historia aquello de “Fuma usted demasiado. Las personas frustradas suelen fumar demasiado y la causa más común de la frustración suele ser la soledad.” James Dean y Humphrey Bogart basaron parte de la personalidad de sus personajes apoyándose en el cigarrillo. Pero también aquellos años del Charlestón, con su especial atuendo de largos collares y faldas cortas con flecos, simbolizaron en parte la liberación de la mujer, cigarrillo en ristre al más puro estilo americano que entonces comenzaba a ser el referente mundial.
En nuestra mojigata sociedad hasta los años sesenta el tabaco no entra a formar parte del mundo femenino. En los setenta las chicas fumábamos como rebelión a la prohibición paterna. Era todo un símbolo de independencia y libertad. (Hasta sus 90 años mi abuela siempre fumó un cigarrillo después de comer).
Luego vinieron las cifras negras ¿Por qué la esperanza de vida es mayor que la de los hombres?… porque los hombres fuman y pasan muchas horas en la cantinas y clubs donde se fuma, fue la respuesta científica. Y ahí comenzó a hilarse el origen de determinados cánceres y enfermedades con el tabaquismo. También aparece la figura del fumador pasivo y el germen de un nuevo derecho, el de la salud ambiental.
Para quienes somos liberados del vicio comprendemos a medias el rebote de los actuales fumadores contra las prohibiciones, pero con mucha mayor razón entendemos el derecho ajeno a respirar un aire puro no contaminado y que todo lo que pueda perjudicar a los demás se limite a libertades en el ámbito privado.
No olvidemos que fumar se cataloga como un vicio, un enganche a una sustancia que nos perjudica individual y colectivamente. Aparte de la esclavitud que supone removerse del asiento para buscar bajo las piedras el cigarrillo, incluso vestirse y salir de casa de noche en busca del amo que nos da placer perjudicándonos al mismo tiempo, es decir una forma de sadomasoquismo que sin remedio acaba pasando su factura en forma de tos, dificultad respiratoria, traqueotomía, cáncer de pulmón, agotamiento, insomnio, ansiedad, ronquera y carácter desagradable. Aparte del altísimo coste que supone para las economías familiares.
Que en los establecimientos públicos y centros de trabajo privados colectivos no se permita fumar produce un verdadero y saludable placer para la inmensa mayoría de la población no fumadora. En la protesta de los hosteleros por la baja de sus ingresos se camufla la crisis y la cuesta de enero, el resto de los comerciantes también han visto muy mermadas sus ventas pero no pueden culpar a la prohibición de fumar. «Diario Palentino, 13 de febrero de 2011»