Mejor hablamos de Franco

       Rueda por los titulares de prensa del mundo el repugnante e inmenso escándalo de los eclesiásticos pederastas de Pensilvania. Iba a opinar sobre ello, pero aún no puedo, tengo la náusea en la garganta y el estómago revuelto. De modo que hablemos de Franco, no porque sea un asunto más lisonjero y menos inmundo, sino porque al ser menos novedoso y más trillado duele menos. Ya, el 17 de marzo de 2006 el Consejo de Europa aprobó la primera gran condena internacional del régimen franquista, instaba además al Gobierno español a erigir monumentos en memoria a las víctimas del franquismo, a instalar una exposición permanente en el Valle de los Caídos para recordar que lo construyeron presos republicanos y a fijar el 18 de julio de 2006 como fecha internacional de condena del franquismo. Bien se ha visto que cayó en saco roto. Por fin, después de 43 años de la muerte del infausto, un gobierno valiente se atreve a remover la faraónica tumba que, como buen déspota, se hizo construir con mano de obra esclava. Y ahora, que ni la familia quiere sus restos, la sorpresa viene cuando 181 militares retirados firman un manifiesto en su defensa y alegan que la perversa izquierda atenta contra el héroe de la reconciliación. Se refieren al responsable de un millón de muertes, claro que los firmantes son los que sustituyeron a decenas de generales y oficiales fusilados por no haberse unido a la sublevación. Las asociaciones de militares decentes han salido en tromba contra estos carcamales desorientados. Un oficial del ejército del aire, en una misiva pública ha puesto el tema en su sitio: “Franco fue, además de desleal, un criminal de guerra, un convicto de los delitos de crímenes contra la humanidad y contra la paz”.

Diario Palentino, 18 de agosto de 2018