¿Quién nos gobierna? Colonización financiera

“Sufrimos una colonización financiera bajo un gobierno dando bandazos hacia el feudalismo y una UE que ya no sabe que decir”

            En nuestra ingenuidad de ciudadanía ocupada en sus asuntos y lectora de titulares de prensa, creemos a pies juntillas lo que nos dicen “los nuestros”, aunque sea totalmente opuesto a lo que dicen “los otros”. Es más cómodo sentarse en un lado  (derecha o izquierda) para aceptar lo que  nos cuentan como la verdad.

            Por fin, sospechamos que no son realmente los políticos quienes nos gobiernan sino “los mercados”, dinero, capital, finanzas y beneficios especulativos, porque si al menos fueran los empresarios significaría creación de empleo y producción. Pero “el mercado” se ha convertido en un juego de papel repleto de operaciones ficticias, como el Monopoly, donde unos pocos juegan con lo nuestro pero sin nosotros, con nuestras empresas y medios de vida.

            La prensa económica dice que solo “el fondo de pensiones del Gobierno de Noruega podría comprar hoy 1,5 veces el Ibex con su patrimonio de 465.000 millones de euros”, es decir, las treinta y cinco empresas más punteras españolas.” ¡Qué miedo! y “el mercado no reconoce ni siquiera el valor contable de 16 de las 35 empresas del Ibex. Ya sólo quedan ocho compañías con un valor en bolsa superior a los 10.000 millones de euros” (Cotizalia.com)

            Tal vez a nivel de calle no sabemos leer las cifras ni entender bien el trasfondo de las noticias, pero la intuición crece al desempolvar el instinto de supervivencia y tememos estar vendidos”, porque debemos a los bancos alemanes y franceses más de lo que tenemos, que además abusaron comprando nuestra deuda a intereses confiscatorios (como si nos prestaran al 6,5%) a plazo de diez años. Ahora ya ni siquiera la quieren. Sufrimos una colonización financiera (Napoleón y Hitler utilizaron las armas bélicas, ahora la guerra es sibilina, a través de las finanzas) ¿Cuántas generaciones tendrán que trabajar para pagar estas “hipotecas”? ¿Cuándo recuperaremos el ánimo para levantar vuelo? Nos sentimos desamparados bajo un gobierno dando bandazos hacia el feudalismo y una UE que ya no sabe que decir, que dice y se desdice.

            Hoy, domingo 3 de junio, acaba en Virginia (EEUU) la reunión del esotérico y silenciado Club Bilderberg que reúne cada año unas 150 personalidades más poderosas del mundo, quienes según se comenta, deciden, sigilosamente, sobre los asuntos más importantes del planeta. «Diario Palentino, 03/06/2012»

La paranoia del Club Bilderberg

Y después de cincuenta años de su fundación, los ciudadanos de a pie se enteran de que existe un “petit comité” o club privado que se reúne “en secreto” para decidir “en secreto” los destinos del mundo.

Unos cuantos ricachones parece que son escuchados por Jefes de Estado y de Gobierno que además prestan explicaciones a quienes en un alarde de presunción “in extremis” se autodenominan las élites de poder mundial. Que si los Rothschild, que si los Rockefeller, que si el matrimonio de Microsoft, o representantes de las monarquías europeas. Y aunque quiere sonar un poco como a misterio anovelado  a lo Browm, con cierto olor a rancio judéo-masónico, a la vista del espectacular montaje mediático, con superventas de “periodismo de investigación” por el medio, etc., parece más bien una juerga “privé” de poderosos que se reúnen para jugar al Monopoli sobre el mapamundi pero sin piezas ni fichas suficientes.

El camino del poder es como el del agua, se cuela por todas partes, y no toda riqueza trae poder ni viceversa. Las redes de relación social entretramadas por los las élites poderosas se desmoronan ante la veleidosidad de las multinacionales, las mafias de cualquier gran país o incluso el montaje de los “narcos”. La economía mundial crea sus propias reglas y encuentra sus propios cauces, por muchos que linajudos endiosados se miren el ombligo y se crean estancados en el liberalismo del siglo XIX que con sus tentáculos podían controlar.

El pretendido gobierno secreto del mundo huele tan a rancio como los cortinajes y las alfombras floreadas que desde hace un siglo dejaron de llevarse. Ahora ya no se lleva darse unos ágapes y hacer negocios frente al tablero de ajedrez, porque mientras esto hacen, los chinos, mil trescientos millones de almas, trabajan trece horas sin protestar, inundan los mercados, copian y mejoran la producción y la productividad cada día, son dóciles, sumisos, discretos, no hacen declaraciones ni se rodean de boatos, ni presumen de tener poder, pero sus raíces son firmes y tapizantes, abarcan, crecen, se extienden sin ruido. Y cuando los del exotérico “Club” se quieran dar cuenta estarán bebiendo los vinos chinos, comiendo los jamones chinos sobre sus manteles de manufactura china. Hasta al enredadera que cubre las fachadas de sus fastuosas casas serán chinas.«Diario Palentino, 06/05/2010)»

La paranoia del Club Bilderberg

Y después de cincuenta años de su fundación, los ciudadanos de a pie se enteran de que existe un “petit comité” o club privado que se reúne “en secreto” para decidir “en secreto” los destinos del mundo.

Unos cuantos ricachones parece que son escuchados por Jefes de Estado y de Gobierno que además prestan explicaciones a quienes en un alarde de presunción “in extremis” se autodenominan las élites de poder mundial. Que si los Rothschild, que si los Rockefeller, que si el matrimonio de Microsoft, o representantes de las monarquías europeas. Y aunque quiere sonar un poco como a misterio anovelado  a lo Browm, con cierto olor a rancio judéo-masónico, a la vista del espectacular montaje mediático, con superventas de “periodismo de investigación” por el medio, etc., parece más bien una juerga “privé” de poderosos que se reúnen para jugar al Monopoli sobre el mapamundi pero sin piezas ni fichas suficientes.

El camino del poder es como el del agua, se cuela por todas partes, y no toda riqueza trae poder ni viceversa. Las redes de relación social entretramadas por los las élites poderosas se desmoronan ante la veleidosidad de las multinacionales, las mafias de cualquier gran país o incluso el montaje de los “narcos”. La economía mundial crea sus propias reglas y encuentra sus propios cauces, por muchos que linajudos endiosados se miren el ombligo y se crean estancados en el liberalismo del siglo XIX que con sus tentáculos podían controlar.

El pretendido gobierno secreto del mundo huele tan a rancio como los cortinajes y las alfombras floreadas que desde hace un siglo dejaron de llevarse. Ahora ya no se lleva darse unos ágapes y hacer negocios frente al tablero de ajedrez, porque mientras esto hacen, los chinos, mil trescientos millones de almas, trabajan trece horas sin protestar, inundan los mercados, copian y mejoran la producción y la productividad cada día, son dóciles, sumisos, discretos, no hacen declaraciones ni se rodean de boatos, ni presumen de tener poder, pero sus raíces son firmes y tapizantes, abarcan, crecen, se extienden sin ruido. Y cuando los del exotérico “Club” se quieran dar cuenta estarán bebiendo los vinos chinos, comiendo los jamones chinos sobre sus manteles de manufactura china. Hasta al enredadera que cubre las fachadas de sus fastuosas casas serán chinas.«Diario Palentino, 06/05/2010)»