PRUEBAS DE “STRESS”

No estaría demás aplicar estos controles a los partidos políticos, mejoraría mucho la calidad de nuestra clase política

Como dice la máxima que nunca te acostarás sin saber una cosa más, los comunicadores del mundo financiero son quienes han tomado el protagonismo pedagógico de enseñarnos nuevos vocablos o nuevas aplicaciones a términos ya existentes, y en algunos casos inexistentes, para explicarnos lo mal que está el mundo de la economía y de las finanzas.

“Test de stress”, que en nuestro rico y expresivo idioma equivale a “pruebas de fuerza o de resistencia”, han existido siempre, desde los principios de la mecánica más elemental. Una cuerda se rompe cuando ya no soporta más peso, así de sencillo.

Se vienen aplicando en el campo de la salud para determinar el límite irrebasable de la tensión que pueden soportar nuestros órganos en circunstancias extremas, en el deporte para calificar la fuerza muscular límite de los competidores, se utilizan en la campo de la aplicaciones informáticas para comprobar sus posibles respuestas, en edificación para demostrar cómo se comportarían los materiales empleados en circunstancias extremas sobrevenidas, hasta en educación para evidenciar la capacidad de reacción cognitiva de los alumnos y evaluar la didáctica de los programas.

En sí no son más que laboratorios experimentales, campos de pruebas creados artificialmente, simulaciones bajo unas circunstancias forzadas o inventadas en las que se somete al sujeto o al objeto a sobrevivir o resistir en un medio forzado y poder medir así sus capacidades extremas.

Durante los últimos días y ante la necesidad de ir poco a poco despejando claros que nos permitan  dilucidar facetas de esta compleja crisis (económica, financiera, social, de valores, de solidaridad, etc.) escuchamos los resultados que estas comprobaciones otorgan a los bancos y cajas, de modo que unos aprobarían y otro no al tener que enfrentarse a un deterioro imaginariamente mayor de la economía y sus consecuencias (paro, impagos, devaluaciones inmobiliarias, etc.), es decir en previsión de… lo que no se sabe que puede pasar cuando algo se mueva y vayamos saliendo de esta situación de impás que es como el tapiz de Penélope que un día teje y otro desteje.

No estaría demás aplicar estos controles a los partidos políticos y sus representantes con el fin de valorar sus capacidades de acción y reacción ante eventos inesperados de cualquier naturaleza, eso mejoraría mucho la calidad de nuestra clase política. «Diario Palentino, 17 de julio de 2011»

 

 

¿Por qué no nos gusta la clase política?

Un sistema, en la práctica, bipartidista como el nuestro es lo más cercano a una semidictadura con el sobrenombre de Democracia.

En el tercer lugar, por detrás del desempleo y de la crisis pero antes que el terrorismo y la inseguridad ciudadana, se alza la clase política en la desconsideración que los ciudadanos tenemos de ella.

Seguramente la crisis económica que nos aterroriza no es imputable en puridad a quienes nos gobiernan. En todas las épocas históricas hay crisis, son cíclicas. Pandemias, malas cosechas, guerras, desastres naturales, cambios climáticos, revoluciones sociales, todo movimiento que altere la estabilidad de un sistema estructurado es una crisis y también el comienzo de una evolución.

Con toda contundencia podemos decir que la clase política está en crisis, en crisis aguda. ¡Se lo han buscado!, dicen las voces opinantes. Tal vez. O tal vez hemos desgastado torticeramente lo que entendemos con el término DEMOCRACIA.

¿Existe la Democracia en USA? ¿Y en los países de la UE? En la carrera desatada por quien presume de ser más demócrata los políticos de cada país van arrastrando tan sobadas expresiones como participación, colectivos, representación, solidaridad, etc. Palabras que de por sí suponían un compendio inestimable de valores personales y sociales han sido ultrajadas, prostituidas, instrumentalizadas y confundidas. “Quien te puede engañar con la palabra también puede robarte la cartera”.

Cuando se acercan las fechas de la precampaña, los ciudadanos-electores asistimos pasivos a la batalla interna en los partidos por ocupar las plazas sustanciosas que conllevan poderío económico y social. Se nombran padrinos y se fechan duelos. La prensa se llena de noticias de autobombo, honores y distinciones hilarantes, ingentes gastos en publicidad sobre promesas que recuerdan el discurso de los maltratadores: “Te quiero y te prometo que a partir de ahora voy a portarme bien contigo”.

Pero la rehabilitación de la imagen de la clase política, la recuperación de la estima por parte de los ciudadanos solo depende de quienes se han empeñado en perderla. Si fueran capaces de remangarse y meter mano a sus propios desmanes, de afrontar decididamente una REGENERACIÓN INTEGRAL DE LA DEMOCRACIA, empezando por el funcionamiento interno de sus partidos para seguir con las instituciones, todo cambiaría. ¡Y es tan fácil! Solo falta un poco de voluntad y renuncia al interés personal en favor del prestigio colectivo.

Un sistema, en la práctica, bipartidista como el nuestro es lo más cercano a una semidictadura con el sobrenombre de Democracia. De Herodes a Pilatos y vuelta la pelota al juego. Cuando hay solamente dos contendientes lo más fácil es repartirse el pastel aunque se simule la adversidad de cara a la galería. Los pequeños a callar cuando hablan los mayores, así me lo aprendí yo. «Diario Palentino, 13 de marzo de 2011»

Cadáveres políticos

En esta pequeña ciudad, que aún sin querer nos vemos y soportamos, es fácil interpretar o inventar las situaciones. El alegre rostro de D. Carlos Fernández Carriedo de haberse librado una vez más, de medir sus fuerzas con el incombustible D. Helidoro Gallego al surgir un espontáneo entusiasta de tal cometido, lo dice todo.

Tampoco Dña. Ángeles Armisén puede ocultar tras su amplia sonrisa, que si no va para Presidenta de la Diputación, otra cosa habrá que mejore su situación.

Y hablando de la Diputación, Palencia es tan pequeña que todo el mundo sabe que entre el Presidente y el Vicepresidente no hay conversación desde hace meses, hasta el punto de que el primero le ha quitado a su segundo de abordo, por decreto ipso facto, las facultades de contratación “ a capricho” de los importes menores entre los que se enmarca precisamente la publicidad en medios de comunicación, porque dicen, dicen… que si andaba exigiendo salir en la foto de frente y sacar al presidente de perfil e incluso omitirlo, y éste, advertido, ha recuperado para sí tales controles. Ilusos hay por todos lados porque en cualquier caso entre la fielatura del PP palentino ninguno goza de simpatías.

Es momento de mirar los rostros y rictus de los actuales, los presuntos, los aspirantes y los desahuciados. Es el momento de la quiniela de los elegidos y de los que pronto engrosarán esa triste “santa compaña” de cadáveres políticos y almas en pena que ya andan buscando acomodo secundario o subsidiario y rutilarán un tiempo más en torno de los astros a ver si entre las viejas relaciones encuentran un puestito digno para seguir manteniendo un poquito de algo, por aquello de que “Quién tuvo, retuvo” y no marcharse a casa con una mano adelante y otra atrás.

Y así comienza la carrera para la confección de las candidaturas electorales a los comicios municipales y algunos autonómicos. Para los cargos retribuidos económicamente e investidos de poder y “prestigio”, quién no haya hecho carrera interna dentro del partido y tenga su “corralito” formado, ya no llega a tiempo, ahora solo queda fortalecer el puesto de salida y blindar bien el curriculum con ornamentos rimbombantes.

Es la cara negra de la democracia que nos toca vivir. A los ciudadanos electores nos dan las listas enlatadas. No hay nada perfecto, pero los partidos debieran plantearse su proceder interno, auditarse con seriedad, para evitar practicar con denuedo aquello que critican sacrificando la buena voluntad y la fe creyente de sus afiliados y adeptos en aras de intereses más espurios que eficientes y eficaces.

Pero… esto es lo que hay, primero se sirve la mesa principal y después come la tropa, al rancio estilo estalinista o eclesial, pero con la “infalibilidad” de sus líderes disfrazada de tintes y “procedimientos democráticos”. «Diario Palentino, 16 de enero de 2011»

Ciudadanos cómplices

En la clase que nos gobierna se está empezando a llamar “política” a cualquier cosa. El término que describía y según siempre hemos entendido o se nos ha dicho a través de la Academia que vela por nuestro idioma, es: “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados” y “Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”, pero también “Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.”

Hasta aquí sin dudas, lo peor es si seguimos sumando acepciones del mismo Diccionario: “Cortesía y buen modo de portarse.”, “Arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado” y por último: “Orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado.”

Se ve que salvo por la alusión a la cortesía o el buen modo de comportase, no se exige otra deontología ni otra conducta ética al político. Cuando leemos en recientes encuestas que la clase política ha pasado a ser la segunda preocupación de los españoles por encima incluso del mismo terrorismo, quedamos impresionados, se nos escapan los improperios y se nos desborda la falta de fe en quienes nos gobiernan.

¿Pero es tan fácil escurrir el bulto? Después de todo en una democracia somos nosotros, los ciudadanos, quienes elegimos a los gobernantes, luego tenemos una gran responsabilidad en lo que nos hagan.

Si se llevan los euros a lo vivo, o trapichean, o malversan o prevarican, o simplemente están a ver que cae, es porque ya su propia elección como candidatos en el seno de los partidos viene viciada por una carencia total de funcionamiento democrático interno y el despliegue de una serie de artimañas que nos ponen en la bandeja de salida a supervivientes y sobachepas que para llegar a ser candidatos ya dominan las “artes políticas” entendidas de “aquella manera”

La siguiente fase es fácil, dejarse llevar por el voto cautivo y salir corriendo del Colegio Electoral para volver al sofá a seguir haciendo zapping. «Diario Palentino, 28 de marzo de 2010»

Ciudadanos cómplices

En la clase que nos gobierna se está empezando a llamar “política” a cualquier cosa. El término que describía y según siempre hemos entendido o se nos ha dicho a través de la Academia que vela por nuestro idioma, es: “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados” y “Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”, pero también “Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.”

Hasta aquí sin dudas, lo peor es si seguimos sumando acepciones del mismo Diccionario: “Cortesía y buen modo de portarse.”, “Arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado” y por último: “Orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado.”

Se ve que salvo por la alusión a la cortesía o el buen modo de comportase, no se exige otra deontología ni otra conducta ética al político. Cuando leemos en recientes encuestas que la clase política ha pasado a ser la segunda preocupación de los españoles por encima incluso del mismo terrorismo, quedamos impresionados, se nos escapan los improperios y se nos desborda la falta de fe en quienes nos gobiernan.

¿Pero es tan fácil escurrir el bulto? Después de todo en una democracia somos nosotros, los ciudadanos, quienes elegimos a los gobernantes, luego tenemos una gran responsabilidad en lo que nos hagan.

Si se llevan los euros a lo vivo, o trapichean, o malversan o prevarican, o simplemente están a ver que cae, es porque ya su propia elección como candidatos en el seno de los partidos viene viciada por una carencia total de funcionamiento democrático interno y el despliegue de una serie de artimañas que nos ponen en la bandeja de salida a supervivientes y sobachepas que para llegar a ser candidatos ya dominan las “artes políticas” entendidas de “aquella manera”

La siguiente fase es fácil, dejarse llevar por el voto cautivo y salir corriendo del Colegio Electoral para volver al sofá a seguir haciendo zapping. «Diario Palentino, 28 de marzo de 2010»