PP, despoblación y macrogranjas

       En junio de 2009, hace ya 12 años , el entonces presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, anunciaba a bombo y platillo su maravillosa Agenda de Población para frenar la despoblación entre 2010 y 2020. La basaba en «oportunidades para las personas y, concretamente, los jóvenes, las familias y los inmigrantes, es decir, los colectivos que más contribuyen al dinamismo demográfico». ¡Olé, qué bonitas palabras! Recordemos que el PP gobierna en Castilla y León desde 1987, es decir 35 añazos. Como resultado la población en esta comunidad ha mermado en 120.000 almas, un 5% del total frente al resto de España que ha crecido de media un 20,5%. Esta merma ha ido acompañada de una reducción de los servicios locales, sanitarios, educativos, comunitarios, etc. Así, según datos europeos en 2020 “el 76% de los municipios de Castilla y León estaba en una situación demográfica “grave o muy grave”, frente al 44% de la media española”. ¡Enhorabuena! Esto da mucha credibilidad a los programas del PP.

            De lo que no se ha privado el PP es de fomentar y autorizar macrogranjas, esas que dicen que no existen. A falta de habitantes humanos, el PP repuebla con cerdos nuestros pueblos, son dóciles, producen beneficios económicos a las grandes empresas y no plantean reivindicaciones molestas, como médicos de familia, Internet, recursos para personas mayores, etc. De hecho, en 2021 se censaron 4.340.122 cerdos ( frente a 2.394.918 personas) alojados en las “inexistentes” 550 macrogranjas. Es más, aprovechando las limitaciones de movilidad impuestas por la pandemia Fernández Mañueco redujo requisitos medioambientales por considerarlos «obsoletos, innecesarios o reiterativos», de modo que hasta 40.000 aves de corral, 2.000 cerdos de cebo o 750 cerdas de cría no precisarán autorización previa, bastará con que lo comuniquen a la administración. Vota PP, tápate la nariz y emigra.

Diario Palentino, 23 de enero de 2022.

Elecciones, corrupción y macrogranjas

    Hay que ver la habilidad de algunos políticos para llevar al huerto a masas inconscientes de ser manipuladas. Veamos el proceso: Uno. Pablo Casado se ve asfixiado por la potencia incontrolada de Ayuso y la división interna entre los barones del PP. Dos: Piensa para sí, vamos a afianzarnos en Castilla y León, nuestro granero de votos, y de paso nos cargamos a Ciudadanos que está al borde de la desaparición y cosechamos sus votos. Tres: Por otra parte, quedan un montón de procesos de corrupción (Púnica, Eólicas, Perla Negra, PGOU Valladolid, Trama solar, Fraude licores, etc. hasta completar 18) que se empezarán a juzgar en los próximos meses y nos dejarán por los suelos, adelantemos las elecciones antes de que saltemos por los aires. Cuatro: No podemos olvidarnos de Pedro Sánchez, no se pueden soportar sus cifras de éxito con el empleo y sus acuerdos laborales con sindicatos y patronal. Ordeno atacar por cualquier frente, duro y a la cabeza. Y, entre los dardos y la diana se coló el ministro de Consumo, que con indiscutible razón dice, como los médicos, que no es saludable consumir mucha carne, y que las macrogranjas contaminan el aire, el suelo y los acuíferos, lo dicen los científicos,  y que perjudican gravemente a la ganadería extensiva, es decir a las granjas familiares. No hay explotación familiar que pueda competir en precios con la morralla de carnes hipermedicadas producidas en macrogranjas. No se entiende como han entrado al trapo los sindicatos agrarios (ASAJA, UPA, COAG…) que burdamente engañados van a satisfacer el interés espurio de Casado y piden la dimisión de Garzón, único defensor de los intereses de las pequeñas granjas , esas que pronto se arruinarán con la llegada masiva de miles de animales hacinados y engordados de forma artificial para vender más barato y de pésima calidad. Ale, valientes, tirad piedras a vuestros tejados.

Diario Palentino, 9 de enero de 2022