“Veremos a los “hombres de negro” de Madrid inspeccionando al resto de las comunidades españolas”
Aprovechando la confusión y el pesimismo, que bajo excusa de la crisis está alentando el gobierno y el Partido Popular en una estrategia común y concienzudamente orquestada, lo que se pretende es la desaparición de las autonomías.
Bajo el pretexto de que sobran administraciones lo que se busca es volver a la España, una, grande y, en fin, de libre nada, como en los viejos tiempos y manipulada por unos pocos, una clase preferente bien adherida a un partido que pretende ser casi único.
La escabechina perfectamente orquestada puede ser de tamaño insuperable. Hay que cargarse los pequeños municipios en los que el candidato cuenta más que las siglas y representan una democracia demasiado directa e incontrolada. ¿A qué viene tanta soberanía? Hay que hacerlos desaparecer y colgarlos de las Diputaciones, verdaderas enseñas de poder cacique sumisas al ordeno y mando de los que mandan. Lo que se traduce en que se usurparán más recursos económicos a los Ayuntamientos para rellenar el presupuesto de las derrochadoras diputaciones.
En el ámbito autonómico, algunas voces serviles y colaboradoras al dictado superior del complot, quieren devolver las competencias costosas, sanidad, educación y justicia, o lo que es lo mismo desmontar las bases del Estado de Bienestar por ese camino ya emprendido hacia la beneficencia que va sustituyendo a la justicia social. (Aguirre y Aznar)
El férreo y discriminativo control del déficit de las Comunidades Autónomas que las obligue a pedir el rescate y con ello la toma de su poder por el Estado, es parte de la estrategia. Veremos a los “hombres de negro” de Madrid desplazándose al resto de las comunidades españolas. Volverán los delegados provinciales del poder central.
Pero el número y poder de los pueblos de España ha crecido, ya no solo hay bulla en el País Vasco y Cataluña, también en Galicia, Baleares, Canarias, Valencia, Andalucía. Estos ya no son aquellos otros tiempos en los que con las armas se ganaba y con el miedo se mantenía el poder.
Hoy tenemos las redes, la prensa extranjera, los observatorios mundiales, nunca volveremos a ser “la reserva espiritual de occidente” porque los ciudadanos hemos asumido como propia la tarea de hacer oposición pacífica pero implacable desde las redes y en las calles. «Diario Palentino, 9 de septiembre de 2012»