Las fotos de la vergüenza

descarga (1)Reaparece la beneficencia sustituyendo a la Justicia Social

            No estamos para tantas fiestas, sobre todo en tiempos en que la escasez avanza en pandemia para los hogares españoles donde falta el trabajo, el calor, la ropa y la salud física, mental y social.

       Los días de asueto siempre sirvieron a los gobiernos para ocultar políticas erróneas y entretener a los administrados con festines rimbombantes, pero ahora no cuela. El brindis de estos años ha sido para unos –que nos dejen como estamos-, para los otros ni tan siquiera hubo con qué brindar. Mi amigo José Luis, filósofo y pensador por naturaleza, dice que nos conformamos con permanecer en esta orilla, en la de los que tenemos para vivir.

            Las dolorosas imágenes que veíamos en los países del Hambre y nos causaban piedad y rabia vuelven a nuestros ojos. Ahora son de casa, otra vez, volvemos a nuestra historia. Vimos hace un tiempo las primeras fotos de autoridades inaugurando el retorno de la Caridad, los bancos de alimentos. Recientemente la prensa nos obsequiaba con la insultante pose de un nutrido grupo de jóvenes de Nuevas Generaciones presentando, muy ufanos, una exposición de alimentos recolectados en las calles de la ciudad para su entrega a los damnificados de las políticas restrictivas y expoliantes de sus mayores en el Gobierno de la nación.

            Bochorno debieran sentir al ver como bajamos a la Beneficencia desde el Bienestar, y ante lo irremediable aplicarse el mandato cristiano que tanto proclaman -la Caridad ha de ser Anónima-.  Recoger alimentos entregados por ignotas almas solidarias es sin duda útil y loable, incluso diríamos hasta plausible el que un colectivo de jóvenes voluntarios dediquen parte de su tiempo a esa labor, pero…, y ahí pecan,  cuando el objetivo último no es el otro ser humano a quien va dirigido el esfuerzo, sino hacerse una foto político-publicitaria de autobombo, eso, tiene otra calificación.

     El hermano necesitado vuelve a ser instrumento para aplacamiento de las conciencias y autoensalzamiento de una generosidad fingida que encubre una tremenda injusticia social. Mi brindis de este año para los donantes y voluntarios ciudadanos anónimos que no salen en la foto. Mi lástima para los patéticos que “hacen” para que se vea y se sepa, por su escasa calidad humana y personal.

«Diario Palentino, 05/01/2014»