En la ciénaga

“Solo una chilaba distingue a Bin Laden de George W. Bush”

Tiempos difíciles y de pesimismo generalizado parecen respirarse en la humanidad. La primera década del nuevo milenio se muestra agitada y tumultuosa, sobre todo en dos aspectos de vital importancia para el ser humano, la marginación de la VERDAD y la AUSENCIA DE VALORES morales. Hemos elegido un camino escabroso y andamos despistados sin saber el destino ni divisar el horizonte. Con diferente lente miramos el mismo objeto e iguales hechos, y juzgamos según nos arrastre la marea reinante.

Solo una chilaba distingue a Bin Laden de George W. Bush. El primero, disfrazado de visionario defensor del pueblo musulmán no era más que un terrorista despiadado bajo cuyas órdenes y a sangre fría han muerto miles de personas y sembrado el pánico y la inseguridad en los lugares más poblados del planeta. Pero el segundo, bajo el disfraz de defensor de la humanidad y con la colaboración necesaria y cómplice de José María Aznar y Tony Blair, es un terrorista de Estado, tal cruel y despiadado como el otro, que cuenta en su haber con tantos  miles de víctimas inocentes asesinadas en su humilde vivienda familiar bajo pretextos inventados y simulada legalidad, tan causante del 11-M y atentados de Londres como los propios terroristas. ¿Por qué aplaudimos la ejecución de Bin Laden y no juzgamos, al menos, al genocida George W. Bush y sus secuaces cómplices?

Tenemos dos varas de medir según convenga o según nos lo vendan. El ex presidente Aznar, en su línea made in USA,  defiende a ultranza la tortura como medio policial de obtener la verdad de los “presuntos” terroristas, es decir que se come la presunción de inocencia y antes de que una persona sea juzgada y condenada o absuelta o ni siquiera encausada por ser totalmente inocente, ya es castigada con la tortura previa al modo de la Santa Inquisición para la que la prueba madre de culpabilidad era la confesión.

Olvida esta figura destacada del Partido Popular sus negociaciones con la banda terrorista ETA, la excarcelación concedida bajo su mandato a decenas de terroristas, juega descaradamente con la falta de memoria de los ciudadanos y se erige en una especie de ideólogo parafascista que, sin embargo y sorprendentemente, es escuchado y su discurso difundido.

En circunstancias moralmente aceptables la corrupción de la trama Gürtel sería suficiente para tapar la boca del Partido Popular en su totalidad, sin embargo parece que los electores, según encuestas, van a premiar a los corruptos castigando a un gobierno víctima como los de todos los países, de una crisis mundial. Si alguien lo entiende que me lo explique. «Diario Palentino, 8 de mayo de 2011»