Crisis y limpieza étnica

“Un abismo de alarmantes dimensiones  se va abriendo en la estratificación social ”

Decía Darwin que ante las dificultades de subsistencia no sobrevive ni el más inteligente ni el más fuerte, sino el que mejor capacidad de adaptación tiene, pero ésta suele venir unida a la tenencia de medios materiales. La crisis, es el tema que todos repetimos constantemente. Bajo su capa se esconden confusas contradicciones. Los pequeños vendedores la culpan de sus bajas ventas y sin embargo crecen las grandes superficies. El Ibex 35 (es decir las 35 empresas cotizantes en bolsa más punteras de España) siguen en subidón constante, las Cajas de Ahorro no cumplen con las reservas que exige el Banco de España pero su número desmesurado de directivos y consejeros sigue cobrando sus jugosos emolumentos. Las grandes firmas continúan repartiendo los famosos y temibles “bonus” entre sus ejecutivos a pesar de las presuntas pérdidas. La venta de coches de alta gama alcanza unas cotas insospechadas. ¿Quién lo entiende?

Y lo cierto es que constan cuatro millones largos de trabajadores desempleados, aunque se hable de cifras negras de empleo sumergido que al no cotizar para el futuro no sirve más que de parcheo momentáneo para que las familias no perezcan de hambre. Otros tantos trabajadores viven en el temor y la incertidumbre de perder su puesto de trabajo.

Ya vamos conociendo jóvenes emancipados o solteros o recién casados que vuelven semiavergonzados a la casa de sus padres pidiendo un techo bajo el que vivir, universitarios que no saben si podrán acabar sus estudios en las mismas condiciones que disfrutaban, padres y madres de familia que lloran en silencio porque no quieren que nadie se entere de su escabrosa situación, disimulando y como si nada pasara.

Los inmigrantes, que vinieron arriesgados e ilusionados, se van volviendo a sus países de origen en los que al menos se come y la estructuración social les permite buscarse la vida con más posibilidades y menos constreñimiento que aquí.

Es además el momento de los buitres negros (inversores), grandes empresas nacionales o extranjeras apostadas ojo avizor para adquirir muy por debajo de su valor real inmuebles de todo tipo, desde viviendas de insolventes desahuciados hasta hoteles, solares y edificios hoy a precio de saldo. También es el momento de los gestores que otean para estos buitres.

Un abismo de alarmantes dimensiones  se va abriendo en la estratificación social, resulta que la crisis se remedia con la deslocalización de puestos de trabajo y la rebaja de los sueldos de los que trabajan, en el Tercer Mundo la mano de obra es mucho más barata y no hay sindicatos. Las capas altas sobrevuelan por encima del bien y del mal, de los comedores sociales, de las ayudas públicas de supervivencia, como si una inmensa sima hubiera separado dos esferas que no convergen, que no se tocan aun viviendo con los pies en el mismo suelo. «Diario Palentino, 27 de marzo de 2011»