El juego como droga

ludopatia02El Estado debiera prohibir su publicidad como en el resto de la drogas

            Cuando el juego pasa de ser un divertimento o una forma de relación grupal a convertirse en una esclavitud que descontrola los impulsos, las alarmas se encienden porque abarca los mismos efectos que cualquier otra droga. Inconmensurables consecuencias en todos los ámbitos acechan la vida del jugador, primero económica porque ninguna empresa de juego está dispuesta a perder dinero luego alguien lo pierde para que ella compute ingentes beneficios.

            Y cuando el jugador preso del vicio ha terminado con su patrimonio, la familia es desgraciada, pierde su bienestar, los hijos enviciados roban dinero a los padres o fuera de casa, quién nunca fue delincuente comienza a comportarse como tal. De la desesperación por las pérdidas se pasa al alcohol y otras escapatorias, el carácter se agría, aparece la ansiedad, el insomnio, los amigos se pierden. El aislamiento y la desesperación son el destino del quien se ha dejado apresar por el vicio. Así lo cuentan las asociaciones de ex ludópatas que, como las de alcohólicos, intentan contar sus ingratas experiencias para que otros, acaso, lo escuchen y tomen nota.

            Con la crisis el número de jugadores se ha duplicado. Cuanto más desesperada es la situación de una persona más fácilmente se convierte en presa fácil de la rapiña. En 2012 se computaron 43 casinos, 399 bingos, 240.000 tragaperras y 940.000 ludópatas. Hoy, solamente en casinos on line hay registrados dos millones de jugadores que se emplean a fondo en la tardes de los sábados. Su perfil de edad se encuentra entre 26 y 35 años, un 87% hombres y un 13% mujeres. El sector del juego en España mueve el 3% del PIB. El acceso a los instrumentos informáticos facilita la incorporación al juego en edades cada vez más tempranas, de los juegos virtuales sin contenido económico a las apuestas hay una delgada línea, la emoción es la misma, la adrenalina no distingue de ruinas ni efectos desastrosos, el momento de placer no es intercambiable.

            Si añadimos los suculentos ingresos que en concepto de impuestos recauda el Tesoro público por cada euro que se mueve en juegos públicos y privados, podemos comprender por qué se permite publicidad que anima a los jóvenes forofos del fútbol, por ejemplo, a invertir para perder, su dinero. Como en los casos del alcohol y el tabaco, esta publicidad también debiera prohibirse. 

» Diario Palentino, 22/05/2016″