El deber ahora, es proteger al PSOE como único partido alternativo de poder, y rehabilitar el ideario intemporal del socialismo democrático.
Lo que es bueno para la ciudadanía, para la mayoría de los habitantes del planeta está inventado y practicado hace muchos años. En España el socialismo democrático que nos llevó al Estado de Bienestar fue lo mejor que hemos vivido y tenido en nuestra larga historia desde Atapuerca.
Su pérdida procede de “pequeños errores” acumulados, desidia, inmediatez, miopía y cesiones de poder innecesarias, pues todo se podía haber remediado con leyes democráticas que controlasen a los poderes fácticos, financieros y mafioso-bancarios al mismo ritmo que íbamos creciendo en producción y bienestar.
Elaboramos discursos de políticos para políticos que los de a pie no entendimos, confundimos a los empresarios con autónomos y perdimos su millón de votos, nos metimos en los consejos de administración de las empresas y de las cajas y perdimos la credibilidad de la palabra sellándonos la boca para poder reclamar justicia cuando nos ha hecho falta. Nos cerramos en nuestra enana lista de afiliados y perdimos a la gente de la calle. Ahora somos la mosca que se posa en el elefante, y este responde: – Que te quites que te pongas, para el peso que me haces…-.
Ya no es tiempo de lamentos ni “reflexiones”, esa oportunidad también pasó y quienes lo apuntan bien lo saben. Se acabó el dar largas. El deber de las bases, de los simpatizantes, simples afiliados sin cargos y “la calle” es proteger al PSOE como único partido alternativo de poder, rehabilitar el ideario intemporal del socialismo democrático bastante ajado por una organización interna que se ha ido degradando, limpiar a fondo las sedes, las instituciones y los consejos, de parásitos que crían castas hereditarias de obedientes ineficaces. Y como muy bien ha dicho el siempre atinado y poco atendido, Ramón Jáuregui, poner en el banquillo de reserva a los mejores jóvenes de entre todos los ciudadanos afines. Única opción vencedora, pero tan vana como los mismos sueños. Esta duna no se formó en unos días.