No es broma, ni un cuento

            La historia de la humanidad está tejida con cuentos. Nos encantan, nos los cuentan desde que nacemos y nos los contamos a nosotros mismos durante toda la vida. Somos intrínsecamente cuentistas. Al final del relato nos gusta que acaben bien, pero a la mitad tiene que haber inquietud, zozobra, intriga, el héroe y el malvado. Ahora estamos justo en el medio. Una pandemia asola la población a nivel mundial, ya se cuenta más de un millón de muertos. Las autoridades sanitarias, los científicos e investigadores trabajan a máximo rendimiento. Ahora se ha visto que sanitarios, repartidores, transportistas, cuidadores del cuerpo y del alma, productores y proveedores de alimentos y medicamentos, son los únicos auténticamente necesarios. Queda claro que nos sobran muchos parásitos succionadores que no han tenido la dignidad de renunciar a las dietas que no han consumido; todo ganancia. Entonces, no es de extrañar que los negacionistas hagan su agosto, son especímenes de similar categoría. Si la clase política no estuviera tan desprestigiada no tendría tanto poder de seducción la indescriptible amalgama de personajes que componen el conjunto llamado negacionista. Lo mejor de cada casa forma ese mix de conspiranoicos, antivacunas, pseudocientíficos, bioestadísticos, astropsicológos, influencers, illuminati, curanderos, videntes y, como no, supremacistas de ultraderecha y algunos empresarios de miras cortas. Todo un cóctel exotérico que esconde a un sanador que se forra con sus tratamientos de hierbas y a una doctora que ha dejado su trabajo para vivir de las donaciones. Aprovechan que estamos hartos del agobio de las limitaciones y tenemos miedo, somos presa fácil de los desestabilizadores. Por otra parte, agresivos y violentos. El negacionismo no es broma, ni la pandemia es un cuento.

Diario Palentino, 11 de octubre de 2020.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tiempo de comprender

           Tiempo de comprender. Es el lema que nos trasmite nuestra amiga Yoyé, sabia y discreta conocedora de la mente humana. Este covid, y sus limitaciones, nos dan la sensación de estar a tiro de la muerte y, por tanto, a reconsiderar nuestra ubicación. Lo que más se oye: “van a cambiar muchas cosas en mi vida”. Los tacaños se prometen desgastar la tarjeta del banco; los sufridores van a disfrutar a tope, los urbanitas sueñan con un huerto, los solitarios fantasean con salir de caza, y lo peor de todo, los que tienen poco se lo juegan en las máquinas o en la apuestas para acabar quedándose sin nada. Y es que no vale reflexionar en corto. Yuval Noah Harari (Sapiens, de animales a dioses) nos ilustra sobre lo que necesitamos para afrontar los tiempos venideros. Estamos inmersos en una revolución tecnológica desbordante. Cada diez años nuestro mundo será desconocido y debemos estar preparados para no perdernos. Nadie nos enseña los verdaderos recursos para sobrevivir al vértigo de los cambios. Él apunta solo dos: estabilidad mental e inteligencia emocional. De nada van a servir los conocimientos reglados, toda la información está en internet. Pero, las redes sociales nos han permitido crearnos una proyección narcisista que nada tiene que ver con lo que somos. Ahí está el error, nos confundimos con nuestra imagen retocada. Esta fantasía nos impedirá la adaptación. Necesitamos, como nunca antes, flexibilidad mental para reinventarnos al ritmo del avance. Nadie llegará la vejez en la profesión o en la especialidad laboral en que comenzó, desaparecen unos trabajos y nacen otros. Nuestro único equipaje, estabilidad mental e inteligencia emocional, requiere, antes que nada, descubrir nuestra esencia. Y con ello volvemos al Oráculo de Delfos: «nosce te ipsum» (conocete a ti mismo), cuya andadura no es tarea fácil, ni corta ni grata, es un parto con mucho dolor.

Diario Palentino, 4 de octubre de 2020.

 

Casado versus Ayuso y otras

           A juzgar por su ojo clínico es una suerte que el señor Casado no sea médico, donde pone el ojo que Dios nos ampare. Invistió de superpoderes a doña Cayetana Álvarez de Toledo para representar y defender los ideales de su partido; nos la presentó como un trofeo exótico, con su nacionalidad española, argentina y francesa, su doctorado por Oxford y, además, marquesa. Se le olvidó evaluarle la sesera y casi le arrastra hasta la ruina política cuando se metió de lleno a navegar entre las aguas de VOX y el manicomio. Zarpazo y fuera. Pero la ex no se conformó y le puso verde por cada micrófono que encontraba delante. Hasta La Razón se ha enfadado con ella, madre mía. Otra de sus conquistas, Isabel Natividad Díaz Ayuso, conocida por Ayuso a secas y con un curriculum mucho más humilde, adolece del mismo problema, el descontrol mental, dime con quien te juntas y te diré quién eres. La gestión de la pandemia en Madrid ha sido, desde sus comienzos, halagada y vitoreada por Casado como ejemplo a seguir, «La gestión de Ayuso es lo que haríamos a nivel nacional», dijo. Menos mal que lo que dice nunca tiene mucho predicamento ni tan siquiera en su partido. Hoy el guirigay interno en el gobierno de la Comunidad de Madrid es para meter miedo. El viceconsejero de Salud Pública anunció un confinamiento que Ayuso no había decidido. El consejero de Sanidad está de acuerdo con Illa pero no con Ayuso. Mientras tanto los madrileños caen como moscas, no hay camas hospitalarias ni médicos ni personal. Los confinamientos selectivos y discriminatorios, en los barrios que no votan al PP, provocan disturbios que la policía nacional disuelve con violencia desproporcionada. Ante este espectáculo Ayuso ha caído en desgracia, en Génova está prohibido mencionarla. Espabila chaval, que entre tus despropósitos y los de tus comparsas nunca ganarás elecciones.

Diario Palentino, 27 de septiembre de 2019.

El error del monocultivo

    No pongas todos huevos en la misma cesta… Pasa cuando encontramos una mina y metemos en su explotación todos los esfuerzos. Para la España mayormente rural y poco industrializada del mediados del siglo pasado, la llegada de turistas procedentes del centro y norte de Europa se convirtió en lo que hoy llamaríamos un nicho de mercado. Ya lo vio hasta el casposo franquismo que nos tenía como reserva espiritual de Occidente pero hacía la vista gorda cuando las blanquecinas suecas tiraban de sostén para chamuscarse en top-less (hoy toples. RAE). Desde entonces, el turismo fue la niña mimada de los gobiernos. En 2019 generó 191.000 millones de euros, el 15% del PIB, y 2,8 millones de empleos. Agricultura, minería y ganadería pasaron a ser las hermanas menores. Se presumía más de ser obrero en una buena fábrica o camarero en la costa que quedarse en el campo. La emigración del mundo rural nos llevó a la España vaciada y a los tóxicos conglomerados urbanos. Pero hoy, la floreciente costa marítima se ve triste. Interminables bloques de hoteles y apartamentos con las persianas caídas. Millones de familias que viven todo el año de los seis meses de empleados en el sector lo van a pasar muy mal. Parte de la flota pesquera atracada porque los restaurantes no hacen pedidos, los lechazos se hacen corderos, las frutas y hortalizas perecen en los almacenes. Los millones de turistas extranjeros (84 en 2019) ahora consumen en sus países. El daño es inconmensurable y las arcas del Estado limitadas.  Muchos de ellos, que compraron su apartamento de playa en décadas pasadas, se van haciendo mayores y no quieren correr riesgos, los ponen a la venta, los precios bajarán de sopetón, pero no los podrán comprar las familias si no los fondos buitre, carroñeros sin escrúpulos que aumentan exponencialmente la desigualdad en las sociedades donde aterrizan.

Diario Palentino, 16 de agosto de 2020.

Teletrabajo, quién paga

      El confinamiento ha planteado un cambio importante en las relaciones laborales. Se habla de teletrabajo y tecnotrabajo. Trabajar desde casa conlleva la reorganización tanto de la empresa como del hogar. Muchas empresas estaban desprevenidas y a marchas forzadas emprenden el proceso de transformación digital para pasar a funcionar como organizaciones 4.0. En el ámbito del hogar, el factor humano se ve afectado por importantes repercusiones. Primero, se necesita delimitar un espacio propio destinado al trabajo, una habitación que se pueda cerrar al final de la jornada y quede separada de los demás espacios destinados a la convivencia familiar y al ocio. Esto plantea la importancia de la desconexión por el bien de la salud mental de los trabajadores. El Gobierno elabora un anteproyecto de ley para regular la nueva situación. También es de tener en cuenta que los gastos que antes afrontaba el centro de trabajo se trasladan al hogar: electricidad, equipamiento informático, wifi, sillas ergonómicas, etc. Juzgados suizos consideran, incluso, que el empleador pague la parte proporcional del alquiler de la vivienda destinada al teletrabajo. Pero lo más complejo va a ser el efecto sobre la salud mental. Desaparece el contacto personal a la hora del café o al terminar la jornada, las bromas, el colegueo, que si bien se pueden hacer on line pero no es lo mismo, y los mosqueos laborles se quedan en casa. Para las familias supone un reto aparte, respeto y reparto de tiempos, sobre todo si habitan niños. Los psicólogos recomiendan vestirse, ducharse y perfumarse para ponerse delante del ordenador, como si fuera para ir realmente a la oficina, eso cambia el chip mental e impide la presión que pueda ejercer el compartir el mimo lugar con el ocio y el descanso.  Un nuevo camino por recorrer.

Diario Palentino,  12 de julio de 2020.