Rajoy no sabe nada

            ¿Acaso alguna mente ingenua albergaba esperanza en que D. Mariano diera alguna pista válida para condenar a su partido, ese que le da la vida política que disfruta a base de dedicación? Disfrutar, he dicho disfrutar y no sé muy bien por qué, en realidad con ese carácter gallego-flemático, pido perdón a los gallegos divertidos, nunca se atisba que está pasando por su cerebro emocional. Ni sabe, ni supo. A pesar de ocupar las máximas responsabilidades en la cúpula del Partido Popular responde con escalofriante frialdad que «No tuve conocimiento porque no me preocupo de esos temas», él no se ocupaba de esos pequeños detalles como es la propia ciénaga interna. Fundamenta su discurso en que le dijeron, alguien le dijo…, que se estaban produciendo pelotazos urbanísticos en ayuntamientos de su gobierno, que unos proveedores estaban utilizando el nombre del PP, aunque desconocía que hubiera ilegalidades, «no me gustaba». «No se le vuelve a concretar y punto», pero siguieron contratando con las empresas de la trama Gürtel: “yo lógicamente no voy a hacer el seguimiento, tiene usted que entender que es muy difícil porque hay 8.000 municipios en toda España”, de lo que se deduce algo que los españoles ya intuíamos, al Sr. Rajoy España le viene grande.

            Jamás se ocupó de asuntos económicos, jamás tuvo conocimiento de contrataciones ilegales pero las prohíbe, jamás recibió sobresueldos pero dice a Bárcenas. «Luis, hacemos lo que podemos», nunca supo qué pasaba en Arganda del Rey pero “le dije a Esperanza Aguirre: ocúpate de esto», nunca supo nada de la financiación ilegal ni de la caja B pero sí sabe que las vacaciones familiares del 2014 a Canarias se las pagó su partido. En un momento de su sustanciosa declaración se vino arriba para decir ufano: «No sé si ha equivocado de testigo», lo que provocó la reprobación del presidente de la sala. El espectáculo de la indecencia en estado puro. Marca España.

«Diario Palentino,  30 de julio de 1017»

 

A vueltas con nombres comprometedores

         Hacer y deshacer todo es labor. El ayuntamiento palentino acuerda retirar el nombre de Marta Domínguez al pabellón municipal de deportes y en la misma sesión aprueba llamarlo España-Duero. El descontento se respira en las calles de la ciudad, no tanto por el primer acto como por la decisión de colocar en un espacio público ciudadano el nombre de una empresa financiera que arrastra consigo los demonios de la corrupción de los últimos tiempos: investigados por estafa piramidal, créditos autoconcedidos por los propios altos cargos a sus empresas, cobros hipotecarios indebidos, políticos negligentes en su deber in vigilando, rescate a costa de las familias españolas y la reciente denuncia del FROB ante la fiscalía anticorrupción por nueve operaciones irregulares que sumarán perjuicios económicos por unos 120 millones de euros. Al descontento general se añade el de los individualmente afectados por cláusulas suelo, participaciones preferentes y subordinadas, ejecutados por impagos de hipotecas, etc. Ni aunque fuera el nombre de otra entidad menos polémica, no procede, no es bueno para la ciudad.

            Cien mil euros es el precio por el que algunos munícipes han vendido el nombre y la publicidad hasta diciembre de 2018, fecha en que se tendrá que hablar otra vez del tema. Un ejemplo más de mezclar churras con merinas y crear polémicas por cuatro perras que supone este mecenazgo en el global del presupuesto vigente de casi ochenta millones de euros. Vale que se muestre la publicidad interior del patrocinador, pero el nombre del pabellón que sonará fuera no añade nada favorable a la marca Palencia ni crea identidad estable. Denominar los espacios públicos de forma permanente y definitiva con referentes tradicionales o geográficos evitaría controversias innecesarias y una mayor sensación de integrar lo nuestro. Además el deporte ya está bastante contaminado por la sombra de los intereses crematísticos.

«Diario Palentino, 23 de julio de 2017»

 

Hoteles sin niños, aviones sin niños

       Desde hace unos años cada verano se reproduce la polémica sobre la conveniencia de limitar el acceso a familias con niños en algunos espacios vacacionales. Aunque en España está prohibida esta pauta, de hecho muchos establecimientos se anuncian como románticos, respiro para parejas o lugares de silencio, excusas para no hacer reservas a estos huéspedes pero sin herir la sensibilidad ni caer en discriminación.

      A esta práctica se van sumando líneas aéreas, de momento orientales, donde dentro de la nave se crean zonas prohibidos para menores de 12 años, sobre todo en viajes de largo recorrido donde hay pasajeros que van trabajando o durmiendo. Los detractores argumentan que es una medida discriminatoria por razón de edad y esgrimen que peor vas si te cae al lado un viajero maloliente, maleducado, roncador o jugador compulsivo de juegos de móvil con sus machacones ruiditos a todo volumen, y lanzan a los prohibicionistas hoteleros el maleficio de que ojalá les toque en vecindad una pandilla de adultos de 18 a 20 años. En Renfe, los coches de silencio tienen unas normas tan simples como: no hablar por teléfono, dispositivos electrónicos sin sonido, usar auriculares y mantener conversaciones en bajo tono de voz y breves. Llegar a explicar esto por avisos escritos para general conocimiento retrata el nivel de respeto y civismo de una población.

       Todos tenemos derecho a no ser molestados en nuestra tranquilidad, en nuestro espacio de paz, máxime cuando pretendemos alejarnos de la bulla y el nerviosismo cotidiano. Niños descontrolados y padres gritones o pasivos son la ofensiva que se quiere evitar en los lugares de vacaciones. Y en este punto la pregunta es: ¿Educan los padres a sus hijos en el respeto hacia otras personas? ¿Respetan ellos mismos las normas de convivencia social? La mente de los pequeños es materia moldeable, de tal palo tal astilla, luego las prohibiciones están justificadas.

«Diario Palentino, 16 de julio de 2017»

 

Madres de alquiler

        Es la expresión exacta que hay que emplear. Lo de “maternidad subrogada”, “vientres de alquiler”, y no digamos el calificativo de “altruista”, son puras perversiones del lenguaje para crear una dualidad imposible, para deshumanizar y desnaturalizar la gestación y despojar al hijo de la madre que lo llevó en su seno y lo parió, mal que les pese a los compradores de cuerpos de mujeres y por mucho que inscriban en los registros civiles otras filiaciones. El aparato reproductor femenino no es una probeta de laboratorio, el embarazo conlleva una psique emocional, el desarrollo del espíritu maternal, de crianza y el vínculo irrompible con el nuevo ser, además de la inseminación intrusiva de semen desconocido, limitaciones, dolores, incomodidades, puntos quirúrgicos y un parto con el consiguiente riesgo. Todo esto aceptamos nosotras por el beneficio de ser madres de nuestros hijos. La utilización falaz del lenguaje intenta crear un imaginario interesado para esconder que lo que se busca es deshacerse la madre. Las candidatas son las débiles, que aceptarán venderse por presiones familiares interesadas.

            El macho humano encuentra en la ciencia un nuevo camino para demostrar que es machote y de paso enardecerse con otro acto de dominación y colonización del cuerpo de la mujer. Este mercadeo con el cuerpo de las mujeres tiene nombre desde siempre, se llama prostitución. Y hay que ver quien promueve este desatino, padres resentidos de matrimonios frustrados, hombres inseguros y narcisistas, gais que quieren lo que la naturaleza no les ha dado pero sacan su parte macho para perpetuar sus magníficos e inigualables genes. Habiendo tantos huérfanos en desamparo, si de verdad quieren criar un hijo pueden adoptar, así integran su amor en el mundo y resuelven sus ansiedades sin traficar con la vida de las mujeres.  Se debe abogar por declarar la maternidad como un bien inalienable, fuera del comercio de los hombres, como lo es el resto del tráfico de órganos humanos.

«Diario Palentino, 9 de julio de 2017»

Quiero mi casa

            Es la petición habitual en las conversaciones entre jóvenes. No pueden permitirse un alquiler porque sus trabajos están mal pagados y son inseguros. De comprar casa ni hablan. Independizarse en solitario se ha convertido en una idea con la categoría de sueño, como un premio de la lotería, lo habitual es que tengan que compartir vivienda sí o sí, en pareja o con compañeros de piso. Es incomprensible cómo el gobierno no toma medidas ante las cifras del envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional, sin nido no hay polluelos y la economía no está para asumir riesgos. En los centros y zonas atractivas de las grandes ciudades el problema es alarmante, para recuperar la vivienda y destinarla al boyante negocio de los alquileres turísticos los propietarios no renuevan el contrato a familias asentadas desde hace años. Hace pocos días el debate se centraba en la propietaria de Barcelona que alquiló, mediante una agencia turística, su propio piso para recuperarlo de un inquilino quién lo realquilaba y quintuplicaba los ingresos en relación con lo que pagaba de renta, si bien es cierto que la tal casera le cobraba novecientos cincuenta euros al mes por treinta metros cuadrados. La misma superficie que ofreció en su día para viviendas juveniles la ministra de vivienda socialista, María Antonia Trujillo, despertando las iras de las Nuevas Generaciones del Partido Popular, ahora tan calladitas a pesar de la precariedad  laboral a que les someten las normas impuestas por sus mayores en el gobierno. En la comunidad de Madrid una nueva regulación espera poner coto a los alquileres turísticos exigiendo que la comunidad de propietarios, por mayoría, otorgue permiso para este tipo de negocios en su inmueble, es un paso, pero añadirá  fricciones en las ya conflictivas relaciones de estas comunidades. Sería precisa una política integral de alquileres adecuada a las necesidades de la población.

«Diario Palentino, 2 de julio de 2017»