Encaje de bolillos

          Es lo que va a tener que aprender a hacer Pedro Sánchez para poder gobernar con ese batiburrillo de votos, con minoría de diputados del PSOE y mayoría de senadores del PP. Claro, que si ha llegado hasta ahí, a pesar de no contar con el apoyo de los divinos de su partido, es que, además de fe y constancia, tiene mucha suerte, el envés de la mala que tiene el PP, quién por segunda vez sale catapultado del poder a causa de un acontecimiento inesperado. La primera ocasión fue cuando los yihadistas provocaron la masacre del 11 de marzo de 2004 en resarcimiento por los miles de iraquíes inocentes que asesinamos en aquella guerra a la que nos arrastró, engañados y sin permiso, el comandante Aznar. La intuición de los españoles fue inmediata y dos días después Zapatero ganó unas elecciones con las que nadie contaba. La segunda y auténtica expulsión se ha producido en la que será memorable fecha de 1 de junio de 2018, sin elecciones de por medio, un auténtico despido sin paliativos y a causa de una sentencia que pone, por fin, sobre el tapete la trama más corrupta que ha pergeñado un partido en la democracia española. El impacto ha sido de tal consideración que ha conseguido unir a las más dispares representaciones políticas en una solo voz: echar a Rajoy de la Moncloa. Ya es triste, tener que despedir así a un gobierno, por reacción, por exclusión, por corrupto. Detrás de esta sentencia quedan por llegar otras muchas. Aznar, que ha pedido hablar en el Comité del PP del martes, querrá defender su mandato, con doce de sus catorce ministros investigados, y ya de paso echar un rapapolvo a Rajoy, porque no sería el primero y del árbol caído todo el mundo hace leña. Los próximos meses se presentan con mucho ambiente.

«Diario Palentino, 02/05/2018»

Economistas con la mujeres  

            El sentimiento de malestar en la población española no deja de crecer. La crisis trajo desigualdad, los ricos son más ricos y los que no eran necesitados ahora lo son. España está a la cabeza de Europa en trabajadores pobres, son dos millones y medio los que no llegan a fin de mes y un millón y medio sin esperanza de encontrar trabajo. De entre ellos, una vez más, la peor parte corresponde a las mujeres con sus infraempleos, peores salarios y mayores cargas familiares. El descontento y la indignación han ido colmando el recipiente hasta que un solo evento, la sentencia de La Manada, fue el detonante que ha desatado la furia en las calles. Aún, después de la huelga general, de las protestas y manifestaciones constantes ha costado hacer entender al ministro de Justicia que la Comisión que estudie los delitos sexuales debe tener una representación consistente de las más afectadas. Por fin serán quince mujeres y trece hombres. Aleluya. Lo más interesante es que ya son muchos los conscientes de la riqueza que se está perdiendo, de lo que se beneficiaría la sociedad si se contara con las aportaciones de la otra mitad de la población en los debates más importantes. Sesenta economistas, académicos de prestigio y profesores universitarios de Ciencias Sociales han emitido un manifiesto titulado “No sin mujeres”, en el que declaran que no participarán “como ponentes en ninguna conferencia, jornada o mesa redonda en las que no haya alguna mujer experta”, e instan a boicotear aquellos actos con presencia exclusiva de hombres. Su propósito es erradicar la discriminación de los ámbitos académicos y culturales para contribuir a fomentar la Ley de Igualdad. Suena bien, parece que se reemprende la marcha.

«Diario Palentino,  20/05/2018»

Ni debo…, ni tengo que…

A partir de cierta edad, normalmente la década de los cuarenta, hay quien se queja de cumplir años y no se da cuenta de que lo peor es no cumplirlos. Además, llega una época en que a medida que sumamos más van mermando las obligaciones. Cada etapa de la vida tiene sus ventajas. Pasar de los sesenta tiene muchas. Normalmente la hipoteca está pagada. Las expectativas de triunfar o de obtener fama, dinero, etc. se han relajado mucho o han desaparecido. Si hay hijos ya han volado. Si nos jubilamos, una cosa menos. Así, resulta que llega un momento en que deja de existir el tengo que hacer… y el debo hacer… Sin embargo, nos cuesta abandonar estas expresiones y los destinos a los que nos llevan, porque a base de autoimponernos deberes hemos dejado de distinguir los que de verdad lo son de los que seguimos cumpliendo sin darnos cuenta, o lo que es peor, a regañadientes. O te paras a pensar y liquidas los falsos compromisos o te ves criando nietos cuando lo que te apetece es irte a vivir a la playa, o sigues yendo a comer con los padres o suegros todos los domingos con el mismo hastío sumiso de siempre, o tienes miedo de que se enfaden los amigos si no sigues cumpliendo los rituales periódicos, o estás tan cómodo en tu aburrimiento de sofá que no te atreves a investigar otros escenarios. Y el tiempo de la única vida que tenemos se consume entre debo…, tengo que ir…, tengo que hacer…, tengo que felicitar…, tengo que dar el pésame…, tengo que besar, aunque no quiera, tengo que hacer la cama, tengo que soportar la conversación insulsa. Solo hay que ser un poco valiente para olvidarse de los debos y los tengos y pasar directamente al quiero… o no quiero…, y a quien no guste que despeje la pista, yo vuelo. No esperes a que la muerte te lo escriba en la frente. Si no vives tu vida, otros te la vivirán para sí.

«Diario Palentino, 13/05/2018»

Para mujeres sin mujeres

         Es penoso es que aún hoy, en la España de siglo XXI, ha sido preciso proclamarlo en altavoz para que el Ministro de Justicia caiga en la cuenta de que su departamento incumple el artículo 54 de Ley de Igualdad, que dice: “La Administración General del Estado y sus órganos dependientes designarán a sus representantes en órganos colegiados, comités consultivos, etc., de acuerdo con el principio de presencia equilibrada de mujeres y hombres…”. Dicha ley es del año 2007, pero el Sr. Catalá no se dio cuenta de su existencia la primera vez que convocó la Comisión de Codificación en 2015. Se le pasó. Lo peor es que tampoco lo ha sabido hasta ayer, cuando la portavoz de Igualdad del PSOE ha preguntado al ministro y a todo el gobierno del PP, que cómo no se encuentran expertas juristas entre las 2.858 juezas y magistradas en activo si son el 53% del total de miembros de la judicatura, y cómo no se ha incorporado ninguna a una comisión encargada de revisar los delitos sexuales para modificar el Código Penal y definir, sin dar lugar a pajas mentales, lo que es pura y netamente una violación. Y,  es que a los ojos del patriarcado es comprensible, quienes más saben de violaciones son los hombres, elemental, son los que nos violan, de modo que la mejor solución parece ser que definan ellos el delito. Increíble. Mujeres juristas, periodistas y feministas de toda índole ya nos hemos constituido en pie de guerra permanente, esto es una lucha de frontera, al menor descuido nos merman. Muchos hombres concienciados, inteligentes y valientes se dan cuenta de que es el camino hacia una sociedad mejor, pero el avance de largo recorrido no es individual, está en la formación de respetuosos ciudadanos desde la infancia.

«Diario Palentino, 06/05/2018»

Le digo a Vd., caballero

   Sí, a Vd., al que mira para otro lado. Imagine conmigo. Estaba Vd. en segundo de bachiller, recuerde como era entonces, su aspecto físico semiadolescente, sus emociones, su inseguridad. Un día fue de fiesta y bebió un poco de más. En una calle solitaria se le acercaron cinco individuos como armarios, le metieron en un portal, se plantaron en la puerta de salida, le sujetaron, le mandaron callar con la mano amenazante, sacaron sus pollas y se las fueron metiendo simultáneamente por el culo y por la boca repetidamente, una y otra vez. Vd. Tenía 18 años, no podía hacer nada más que obedecer, estaba aterrado, en manos de cinco tíos pasados de soberbia que le eyaculaban sus miserias por todos lados. ¿Por qué no se defendió? 

      Qué empuja a unos individuos de un país civilizado a mostrarse sus penes y demostrar su hombría violando colectivamente a una joven indefensa en un portal. Qué enormes complejos de inferioridad les llevan a medir así su valentía, en grupo, intimidando a un ser vulnerable. Es lo que enseña el machismo, si lo quieres cógelo, tienes derecho, y luego lo cuentas y te jactas, porque se ve que no vales para mucho más y tu calidad humana deja mucho que desear. Todos los hombres de orden debieran avergonzarse de estos hechos de sus congéneres, o es que en su sombra más perturbadora sueñan también con ser protagonistas de una escena similar, eso le debe haber pasado al juez del voto disidente, el que aprecia los hechos como “jolgorio”. Y a otros muchos opinantes macho que consideran la pena de nueve años excesiva y no tienen en cuenta que la vida de la muchacha no se acaba en ese tiempo, que quedará marcada por ese día hasta su último suspiro. Pero a los psicópatas narcisistas, eso les da igual, son mierda social.  

«Diario Palentino, 29 de abril de 2018»