Ni burkas ni burkinis

         En un alarde de postureo progresista el ayuntamiento de Zaragoza (Podemos), acuerda admitir el burkini como prenda de baño en las piscinas públicas, así nadan a contracorriente frente a la tónica general de los países europeos. Francia lo prohíbe rotundamente en piscinas y en playas. Por dos razones: una, porque es un país laico y el burkini manifiesta de forma ostentosa una pertenencia religiosa, sobre todo cuando el yihadismo es la mayor amenaza terrorista que se vive en la Europa actual. La segunda apela a razones de higiene y seguridad para el resto de los bañistas. Lo preocupante es que la opinión pública se divida sobre los límites del respeto en los lugares públicos. Ningún símbolo llamativo sobre una religión o una reivindicación política debiera entrometerse en el libre disfrute de espacios destinados a todos los públicos ni crear inseguridad en ellos. Admitir el burkini equivale a permitir bañarse vestido, con lo que parece más bien que se va a lavar la ropa puesta donde niños y adultos bucean, tragan agua y disfrutan de una cara sanidad que no puede garantizarse si no se ve lo que hay debajo del disfraz a dónde no llega la ducha previa obligatoria. El respeto por las normas básicas de la sociedad es la primera exigencia para todo individuo que viva en ella, sobre todo teniendo en cuenta la acérrima intolerancia de quien exige privilegios que no facilita a otros. Dinamarca impone multas por el uso del burka en público y un millonario argelino se ofrece a pagarlas todas. Hasta ese punto se burlan de las leyes en el espacio europeo que están colonizando con su agresivo proselitismo, su alta natalidad y sus exigencias camufladas bajo el victimismo. ¡Ojo! las libertades de las europeas no musulmanas están en riesgo.

Diario Palentino, 11 de agosto de 2018

Donde no hay orden…

     Donde no hay orden se pone solo. La presión de la inmigración sobre la frontera española aumenta a ritmo de vértigo. El cierre hermético de Italia y Grecia nos deriva sus cuotas. El África negra no soporta más la explosión demográfica y la explotación colonialista de sus recursos. El Mediterráneo aparece plagado de gentes que buscan sobrevivir a tiranías, guerras, persecuciones y necesidades vitales. Marruecos tiene siempre reflejadas en la retina las dos ciudades españolas, Ceuta y Melilla, que considera territorio usurpado, por cuanto relaja el control fronterizo al tiempo que pide más dinero a cambio de abortar las avenidas de humanos desesperados que transitan por su territorio. Los países centroeuropeos permanecen agazapados y protegidos mediante su distancia con el sur. El gobierno español reclama a la UE políticas migratorias adecuadas a las necesidades, puesto que la migración es un problema de todos, la CE responde aportando tres miserables millones de euros más para hacer frente, dicen, a los primeros auxilios. De modo que, saturadas, las ciudades del sur fletan autobuses llenos de inmigrantes que son depositados a boleo en estaciones de viajeros del País Vasco o de Cataluña o camino de Francia, pero, una vez llegan a la frontera, las autoridades francesas ignoran el derecho de libre circulación en territorio comunitario, revisan uno a uno los vehículos y los devuelven en caliente a España. El ministro de Interior, Grande-Marlasca, visita los países de origen y tránsito buscando soluciones, mientras Casado, desde el PP, hace su agosto fomentando la xenofobia con un farisaico discurso al tiempo que se fotografía estrechando manos de migrantes recién rescatados. Yo también soy persona, dice.

Diario Palentino, 4 de agosto de 2018

Jueces misóginos

La justicia debe ganarse el respeto

           Cada vez que se publica una sentencia controvertida, en la que hay por el medio una mujer, arden las redes. Los machirulos sacan las peores sombras de sus esencias. Hace falta buena educación desde la infancia para aminorar la concepción patriarcal de nuestra sociedad en la que todo el mundo tiene derecho a juzgar públicamente a la mujer de las peores formas imaginables. Y a esto le da pie la existencia de jueces misóginos, como el que dirigió la condena y posterior puesta en libertad de los miembros de La Manada o, recientemente, el que se ceba con una madre maltratada que solo quiere proteger a sus hijos. Hay párrafos en ambas sentencias en los que en vez de juzgar al malhechor se juzga a la víctima por ser mujer. Ante la desairada reacción popular salen en tromba miembros de la judicatura y de la fiscalía reclamando un respeto para la justicia, pero el respeto hay que ganárselo y denigrando a la mujer no se gana. Tendría que ser el propio poder judicial quien tuviera bajo control a estos especímenes y no les dejara intervenir en especialidades del derecho que impliquen directamente sentimientos, emociones y humanidad. Que los envíen a juzgados de lo mercantil o de lo contencioso-administrativo donde no puedan victimizar aún más a las víctimas. En Alicante el abusador sexual de un menor es absuelto porque incurrió en error sobre la edad del abusado. En Molins del Rey, seis detenidos por la violación y abandono de una mujer son puestos en libertad. En Cantabria los jueces no ven «uso de violencia» en el abuso sexual continuado a una niña de cinco años porque no lloró ni gritó pidiendo auxilio y aceptó regalos. En Las Palmas se despacha con dos años de cárcel un profesor universitario que abusó de una niña de cinco años hasta que cumplió diez. Con estas consideraciones cómo vamos a creer las mujeres en la justicia.

«Diario Palentino, 29/07/2018»

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Robotizados, vigilados

        Quienes tenemos unos añitos hemos visto llegar a casa la televisión en blanco y negro, emitía en un solo canal y durante algunas horas, el resto del día aparecía en la pantalla la famosa carta de ajuste que mirábamos fijamente esperando que de un momento a otro apareciese Bugs Bunny y el pato Lucas, solo el estridente timbre del teléfono negro de baquelita, que reposaba sobre el taquillón de la entrada, nos sacaba de la ensoñación. Veíamos las películas de Frankenstein, robots y zombis con los ojos desorbitados. Lo que se nos representaba como ciencia ficción ha dejado de ser ficción. Se dice que Google lo sabe todo sobre nosotros, nuestro smartphone es el vigilante observador que llevamos puesto, pregúntale qué hiciste ayer y te dará meticulosamente la ruta. Lo último, que ya se veía venir, es que nos inserten un microchip debajo de la piel para monitorizar, no solo nuestros movimientos, sino también las emociones que vamos generando y sintiendo a lo largo del día y de la noche. Una empresa americana ofrece a sus empleados este injerto que sustituye a su tarjeta personal para identificación de acceso, apertura de puertas, pago en el comedor, etc. El chip controla los movimientos y el trabajo de cada uno. Pero en China aún van más allá. En fábricas, ferrocarriles, incluso en el ejército, cada trabajador debe colocarse un casco con electrodos que envía información constante a un ordenador central que analiza de forma automática el estado de ánimo, la concentración y el grado de estrés a fin de evitar situaciones de riesgo por razones de cansancio, somnolencia o distracción. En poco tiempo un chip nos evitará tener que llevar documentos, tarjetas y dinero, pero dónde quedará nuestra intimidad.

«Diario Palentino, 22/07/2018»

No es no y sí es sí, ¿entendéis?

     Menos mal que han llegado unas ministras con ganas de trabajar por la igualdad y el bienestar de toda la población y no solo de unas pocas clases sociales y empresariales. Buena suerte para las mujeres. Pero los depredadores no dan tregua, ya han sacado la artillería pesada contra la ministra de Igualdad, Carmen Calvo, cuando ha anunciado que solo “sí es sí” a la hora de valorar los delitos sexuales. En avalancha se han destapado todos los aspirantes a violadores, merodeadores narcisistas y aviesos seductores carroñeros y pacienzudos de los que acechan hasta que la víctima elegida beba un poco de más o se distraiga al volver a casa por una zona oscura para forzar su resistencia entre el engaño y el miedo. Los foros de los machos salidos han ardido haciendo chanza con formularios de contratos escritos para tener sexo. Solo los hombres respetuosos que tratan a las mujeres de igual a igual, que respetan sus cuerpos y su voluntad, no han temido la nueva regulación con la que se pretende aclarar las zonas confusas del actual Código penal. Si no eres terrorista no te fijas en las penas previstas para quienes lo son. También preocupantes son los deslices que escuchamos en discursos del PP, ahora en plena guerra fratricida. Pablo Casado ha dicho que «La ideología de género es un colectivismo social que el centro derecha tiene que combatir». Porque en el PP preocupa poco que en menos de cuatro días hayan sido asesinadas cuatro mujeres por serlo. De hecho eliminaron en educación las materias sobre respeto e igualdad y separan a niños y niñas en las aulas. Están a un paso de las brigadas pro virginidad y los Sexólicos anónimos del obispo de Alcalá. El patriarcado inquisitorial y obsoleto nunca se rinde.

«Diario Palentino, 15/07/2018»