Catalanes versus catalanes

            No me gustaría estar sentada estos días a la mesa de una familia catalana con divergencias ideológicas. Tan amantes de las costumbres y tradiciones, a las que se agarran como a una cruz de salvación, van a tener que contener la respiración durante las celebraciones navideñas. Porque en Cataluña a nadie se obliga a ser independentista pero se mira de reojo a quien no lo es, lo que se traduce en que la mitad del pueblo catalán mira mal a la otra mitad y eso es un verdadero problema, sobre todo en el día a día de su convivencia. Desde el paleta, que ya hace meses dejó de bajar al bar de su barrio para que no le conminen a manifestar su posición en el Procés, hasta la madre que se considera y quiere seguir siendo española frente a sus belicosos hijos simpatizantes de la CUP hay un abanico de discusiones que suele terminar rehuyendo la conversación y a veces, incluso la compañía. El verdadero autoritarismo que se vive en Cataluña es el de los indepes sobre los demás. Se respira, está en el aire, en las miradas y en las estridentes expresiones, como denominar fuerzas de ocupación a la policía nacional o a la guardia civil. Las elecciones catalanas han dejado sobre la mesa un preocupante plantel, después de ignorar las leyes democráticas por pactos gobernará el sector soberanista que ha demostrado no tener en cuenta a más de la otra mitad del pueblo catalán, y una preocupante ruina económica de toda la comunidad y para muchos años vista. Lo peor vendrá después, el efecto contagio, País Vasco y Navarra para empezar. Qué vivan los reinos taifas. A ningún ser inteligente se le ocurre que siendo menos y más pequeños se puede más, pero las ovejas no piensan y a veces el pastor tampoco. Salud y felices fiestas.

«Diario Palentino, 24 de diciembre de 2017»

Los hombres me explican cosas

        Ante la deplorable conducta del defensor de tres individuos de La manada es preciso, a mi juicio, que se abra un expediente por atentar contra el código de Deontología profesional de la abogacía, porque una cosa es que hasta el más grande y temible de los asesinos merezca una defensa y un juicio justos, y otra muy diferente acudir a indecentes argumentos y verterlos al público para figurar como abogado estrella. Ha sido él solito quien más ha llamado la atención sobre la  depravada conducta de sus representados y quien con sus constantes declaraciones en la prensa ha creado un maremoto social forzando a las mujeres a salir de nuevo en tromba para exigir un trato justo y un respeto. Ha quedado clara la lasitud del sistema cuando permite que un solo hombre vilipendie, pública y reiterativamente, a la víctima de un grupo de depredadores sexuales. Ha impartido con maestría una machoexplicación (mansplaining). El machoexplicador nos ha dado lecciones de cómo debe defenderse una muy joven mujer con uñas, dientes y arriesgando su integridad física, ante el ataque de unos salvajes expertos, porque si no ellos deben entender que presta su consentimiento y además goza. Después de la agresión tendrá que estar enclaustrada y con la vida hundida, es lo que procede.  Vomitivo.

            Estamos rodeadas de machoexplicadores que ufanos nos explican cosas, a veces de temas en los que somos más expertas que ellos. Otras veces hacen el ridículo con su tono condescendiente, porque de antemano nos presuponen dificultades de entendimiento. Qué paciencia tenemos, cuanto patético circulando. La periodista Rebecca Solnit, escribió un libro titulado “Los hombres me explican cosas” que muchos debieran leer para evitar caer en la necedad más irrisoria.

«Diario Palentino, 03/12/2017»        

Julián Artemio Sánchez Melgar. También su rostro humano

         

Vemos a nuestro paisano envarado en su toga en las fotos de la prensa, leemos su apabullante currículo plagado de estudios, publicaciones, reconocimientos y cargos en ascenso. Vemos, oímos y leemos lo que dicen de él, de su nombramiento no consensuado, de las dudas que suscita su procedencia conservadora, de las loas que le dedican quienes lo han propuesto, del sistema de elección regulado por la ley española. En dos días, saturados de observaciones sobre algunos aspectos más conocidos de su trabajo, se han abierto debates en las redes: sí o no a la tumbada doctrina Parot que propuso para evitar el excarcelamiento anticipado de los delincuentes más peligrosos; o su oposición a que un banquero se fuera de rositas con lo que hoy se conoce como doctrina Botín, argumentada por el Partido Popular para librarse de ser juzgado por corrupción. Asimismo, intervino en la inhabilitación del juez Baltasar Garzón quien, sin embargo, ha pedido que el examen de este candidato en la comisión «sea realmente exhaustivo, donde se valoren los méritos y no solamente quien lo haya propuesto”.

             Es lo que tiene la exposición pública, que se está en el candelero, por más que a Julián no le guste. Y es que quienes le conocen saben que es un hombre familiar, sencillo, dialogante y hasta un poco tímido, amigo de sus amigos palentinos que son muchos y los de siempre, aquella pandilla con nombre propio. Lidia, su mujer, también palentina, y sus dos hijos, tendrán que lidiar con las cargas del cargo y las limitaciones para su vida privada. Ahora le veremos en la prensa más que en persona. Para estrenarse en el encargo el marrón no es pequeño, coger el relevo en el espinoso asunto del “Procés”.

«Diario Palentino, 25/11/2017»

Supongamos que… (la condena a La Manada)

        Supongamos que la Audiencia Provincial de Navarra tiene claro que los miembros de La Manada merecen una condena ajustada a los graves delitos de los que se les acusa, y que el castigo sirva de aviso a navegantes de que esas aberrantes agresiones pagan su precio a cuenta de la libertad. Supongamos que los tres magistrados quieren que el proceso se cumpla con garantías para que los abogados defensores de los presuntos violadores no puedan alegar indefensión o encontrar argumentos con los que ganar un recurso en el Tribunal Supremo después de la dura sentencia que caerá a sus clientes. Solo de esta manera se pueden explicar determinadas concesiones que han enfurecido a las personas con sentimientos humanos. Tal es el caso de la admisión a prueba de un vídeo espía sobre la vida de la víctima hasta en la propia piscina de su casa o comiendo con su familia, una agresión a la intimidad en toda regla para justificar que no se pasa la vida llorando, arruinada y deprimida. Quien haya encomendado este seguimiento y quien lo utilice en su defensa intentando mancillar a la víctima es cruel e ignorante, porque nadie con un mínimo de decencia es capaz de intentar hundir más a quién ya han destrozado la vida. Si no es con este propósito tampoco se explicaría la negativa de la sala a admitir las conversaciones de wasap de La Manada en las que hablan de drogas y preparativos para las violaciones grupales. Eso unido a los deplorables programas de vomitivo regodeo que emiten algunas cadenas*, todos sabemos cuáles, nos dejan una imagen muy amarga de este país. El fiscal pide para cada “presunto” 22 años de prisión, siendo 18 por delito continuado de agresión sexual; 2 años y 10 meses por delito contra la intimidad al difundir los vídeos de la violación grupal, y 2 años por delito de robo con intimidación. Quienes somos gente de bien esperamos que la sentencia no se mueva ni un ápice de la petición del defensor público de la legalidad.

  • En la de los obispos, TV13, el tratamiento fué vergonzoso, hiriente, insultante y obsceno. Tendrían que arrodillarse y pedir perdón a la víctima y a todas las mujeres.

«Diario Palentino, 19/11/2017»

 

 

Que es emocional

       Cataluña sigue en la brecha. La pelota ha pasado de la política a los estrados judiciales. Imputaciones, fianzas, prisión, arrepentimientos, traiciones, fugas, protestas, etc… plagan los titulares de prensa. Los periodistas han de elegir tema entre más y más corrupción, salarios bajos, crímenes machistas, pérdidas en rescates bancarios o de autopistas, desprestigio internacional, goles en los presupuestos, etc. Lo cierto es que en Cataluña detrás de tanto ambiente están las emociones. La visceralidad incontrolada puede nublar las mentes y es en parte lo que está pasando. Con la misma intensidad con que sufrirían por un hijo, por una madre, por un padre, por una separación conyugal, por haber perdido el empleo o sufrir acoso en el trabajo, muchos catalanes pierden el sueño y el hambre, discuten con los cercanos, se enfadan con los amigos y acaban llevando el malestar de la rabia a su propio cuerpo. Los wasap echan humo con arengas, convocatorias y mensajes dirigidos a que no se enfríe el ambiente de protesta. Se retuerce hasta lo inverosímil la propia historia, se ensalzan como tradiciones legendarias algunas de creación muy reciente, se mira mal a quien no se alinea incondicionalmente con la radicalidad. Ser del bando contrario a los independentistas es muy duro, cualquier duda expuesta a discusión recibe de vuelta un anatema, así, sin más contemplaciones. De sobra sabía Oriol Junqueras, desde su púlpito, que no iba a prosperar, de sobra lo supo siempre y así lo hizo saber a última hora Artur Mas, pero hay que agitar a las masas enfervorecidas por muchos años de cultivo de historias de represión y expolio. Mientras tanto la burguesía catalana mira hacia otro lado y el empresariado se va. 

«Diario Palentino, 12/11/2017»