Tanta gente sola

        A medida que cumplimos años las posibilidades de relación social merman. La familia de origen se dispersa, los hijos, quien los tenga, vuelan y tendremos nietos por Skype. La jubilación nos borra el mapa laboral y con él las relaciones. Si ya cumplimos muchos, muchos años, los amigos y conocidos de nuestra edad van cascando, hay que renovar. El vecineo cambia porque la gente se muda, o nos mudamos; no habrá cháchara de esquina al ir a comprar el pan. También nos volvemos rancios, más exigentes y aguantamos menos las pamplinas; tonterías las justas. Junto al debate sobre las pensiones se habla de la edad de jubilación y pirámide de población. Mucho viejo y poco joven. Pero lo que nos espera a los hoy sesentañeros de aquí a veinte o treinta años, además de pastillas, piezas dentales y audífonos, es toda una vida por delante, hay que ponerse las pilas y comenzar un proyecto largo, lo que no hace tanta gente que dice sentirse sola y está empeñada en revivir su pasado o hacerse dependiente emocional de una familia que ya ha creado sus propias ramas. No obstante, hay otras soledades; la buscada es un alivio para quien goza de su tiempo consigo mismo sin tener que dar explicaciones, léase asociales, ermitaños, creadores introvertidos y otras hierbas. Distinto es el aislamiento que acaban padeciendo otros especímenes, gorrones, pedigüeños y aprovechados, que solo buscan víctimas de quien sacar lo que puedan y andan prestos a pegar mangas hasta que los atracados ponen patas, corren la voz y levantan un muro protector. Y por último están los incomprendidos, los deprimidos, los egoístas, los raros, los violentos, los que no huelen bien, los pesados, los lamentosos, los tacaños y quienes han espantado a todo el mundo a su alrededor con su conducta. ¿Eres un solitario involuntario? Háztelo mirar.

Diario Palentino, 28 de noviembre de 2021

 

The dick pic

          Se dice que los males nunca vienen solos. Cada 25 de noviembre vuelve a celebrarse el Día Naranja contra la violencia hacia las mujeres. La situación de las maltratadas se ha visto empeorada con las limitaciones de movilidad y sobre todo con el confinamiento domiciliario. A una mujer encerrada en el mismo lugar que su torturador solo le queda sobrevivir aterrada. El agresor, que se ve impune, aumenta su intensidad o suelta una forma de violencia nueva que estaba latente, máxime cuando el consumo de alcohol creció un 84,4% y el de pornografía un 61,3%. Las llamadas al 016 subieron un 37%, pero las denuncias no, todo estaba cerrado. Una lacra social que de rebote afecta a los hijos, maltratados pasivos, cuando no directos también, que oyendo gritos de soberbia y ultrajes a la dignidad humana no entenderán de adultos otra forma de vida en pareja que ser maltratadores o maltratados. Así se perpetúa la violencia in sécula.

        La última forma de acoso machista aprovecha las redes sociales.  Al margen de la pandemia o en medio de ella, el 53% de las mujeres de entre 18 y 29 años ha recibido, sin permiso o de forma anónima, una dick pic (=foto de la polla) o ha sufrido un cyberflash mediante imágenes sexuales no solicitadas a través del móvil. Lo que demuestra la falta total de respeto, como si fuéramos un objeto sin voluntad ni libertad que debe subordinarse a los intransigentes deseos sexuales del macho. La estructura patriarcal, el afán de dominio y la testosterona descontrolada mantienen esta pandemia mundial que no tiene más vacuna que la educación en valores de igualdad y la condena unánime de la violencia contra las mujeres y contra los hijos, utilizados ambos como dianas donde proyectar las propias frustraciones causantes de deseos insatisfechos.

Diario Palentino,  20 de noviembre de 2021

Puerta trasera

 

«La inteligencia es casi inútil a aquel que no tiene más que eso» Alexis Carrel

         Puede ser de una casa, de un coche, también la que utilizan los hackers para eludir antivirus o la que funcionariza interinos que entraron en la administraciones por la misma y que no han sido capaces durante años de aprobar unas oposiciones por la puerta principal. A los privilegiados mi enhorabuena por el regalazo. Un aplauso y que corra el champán.

     Yo pongo una esquela por todos aquellos sacrificados chicos y chicas que en busca de un medio de vida llevan años quemando juventud, machacando codos, culo, cerebro y dinerito familiar para acceder por el tortuoso y desalentador camino de unas oposiciones con visos, al menos aparentes, de justicia en la selección. Conozco a unos cuantos cuya cabecilla asoma discretamente detrás de torres de folios de apuntes, que viven confinados antes y después de la pandemia, cantando temas ante caros preparadores, a la espera de que las tan todopoderosas como prepotentes administraciones convoquen sus plazas, esas que publican cada año en el BOE acompañando a sus presupuestos anuales. Y en el camino se les cambia el temario, se suman o modifican temas no justificados por modificaciones legales. Una desazón de años.

     Claro que en las administraciones locales, léase pequeños ayuntamientos, diputaciones, etc., el sistema eléctrico funciona de maravilla tanto para las interinidades como para las oposiciones. Y si no, no se puede explicar que los hijos y parientes de los propios funcionarios sean los más inteligentes para sacar las plazas. En las alturas, carreras diplomáticas, judicatura, notarías…, también lucen linajes de mentes preclaras que obtienen mejores números que los esforzados de a pie. Los gremios son lobbies de afilado diente. Del Consejo General de Poder Judicial escudado en el PP mejor ni hablamos. ¡Ánimo, abnegados opositores honestos, el reino de los cielos es vuestro!.

Diario Palentino, 14 de noviembre de 2021.

Trabajo y vida

       “Del cielo para abajo cada uno vive de su trabajo”, salvo los que viven del de otros. Para evitar que ocurra lo segundo las comunidades humanas regulan las relaciones laborales. Evitar el esclavismo, la explotación y conseguir que haya equilibrio entre el que ofrece un puesto de trabajo, a cambio de un salario justo, y quien presta su mano de obra, su esfuerzo personal, tiempo y dedicación para realizar tareas productivas. Ambas partes tienen que encontrar ese punto en que ambos ganan y ninguno pierde. Trabajamos para vivir, igual que hicieron nuestros antepasados primitivos cuando cazaban o recolectaban, igual que hacen los animales. Es la supervivencia. Pero esa balanza siempre está en tensión, quien más puede más tira, quien más poder tiene la desplaza hacia su lado. De una manera u otra la mayoría de las personas, a las que no nos caen del cielo los recursos, necesitamos trabajar. El mercado es cruel, no tiene en cuenta el factor humano. Si hay poco trabajo y muchos aspirantes quien ofrece un puesto tenderá a pagar lo menos posible con el consiguiente empobrecimiento personal, familiar y comunitario.            Por eso es tan importante tener una buena regulación que proteja a la parte más débil, la que depende solo de su esfuerzo para vivir. La temporalidad abusiva en el empleo solo beneficia a la parte que mueve trabajadores como peones, sin consolidar antigüedad ni derechos. ¿Quién puede hacer planes de futuro cuando encadena contratos sucesivos de unas horas? ¿Quién puede rendir con ilusión en un trabajo fugaz? El año pasado se firmaron cinco millones de contratos de una noche. Trabajar y ser pobre no se puede consentir. “12,5 millones de personas, es decir, el 26,4 % de la población española, se encontraban en riesgo de pobreza y/o exclusión social (AROPE) en 2020”.

Diario Palentino, 7 de noviembre de 2021

¡Especuladores, es la hora!

    Detrás de la abundancia viene la escasez y como anexo los aprovechados. La historia humana funciona como un péndulo, de uno a otro extremo pero solo para algunas partes del planeta, para otras siempre está en el modo desgracia. El temor a carecer de los medios para la supervivencia reside en el cerebro primario de todas las especies, de ahí el ansia de ampliar territorio y obtener poder sobre más recursos. El novedoso y manido término “globalización” camufla un capitalismo voraz que expolia a los más débiles, o a quienes tienen gobiernos más corruptos, y explotan su mano de obra barata, generalmente de mujeres y niños. En el caso de la pandemia presente se ha visto claramente el agujero, no ha funcionado de forma global para que las vacunas lleguen hasta el último punto del planeta: primero los países ricos, sálvese quien pueda, luego ya se verá. ¿Qué pasó? Que los pobres enfermaron, las factorías cerraron, los transportes pararon, los contenedores se acumularon en los puertos salvo para quien paga un 700% más caro el flete, y la escasez crece y crece. No llega el papel para imprimir libros, la cultura se resiente. No hay componentes electrónicos, las fábricas de automoción paran las cadenas o cierran factorías, aumentan las familias sin trabajo y con ello la pobreza. El desabastecimiento llega a los mercados de alimentación, la carestía a los juguetes, caprichos, el Black Friday. Y lo que nos queda si sumamos el incremento mundial de precios de electricidad y combustibles. Es la hora de los especuladores, trapicheantes, acaparadores, inmorales, bancos y prestamistas usureros. Y, como no, de los traficantes de ideas que con discursos políticos engañosos lanzan dardos directos a las tripas de los que tienen miedo prometiéndoles lo que nunca podrán cumplir.

Diario Palentino, 31 de octubre de 2021