Reforzando la violencia machista

machismo ForgesNunca se fue del todo, ahora vuelve alimentada desde el poder

            Las formas culturales de una sociedad no se adquieren de un día para otro con una lección, escuchando una conferencia o leyendo un libro. El modo en que nos comportamos socialmente con los demás, ya sea en familia, en la escuela o en el trabajo, es fruto de todo un cúmulo de imágenes y experiencias vividas desde que nacemos, de ahí la importancia de la educación y la formación en valores humanos desde la más tierna infancia.

            Alarmantes son tantas cosas que sufrimos cada día que ya casi no sabríamos ni poner una puntuación de gravedad del uno al diez. Cuál es peor, ¿que la emprendan contra la salud, o con la formación de ciudadanos que sepan convivir en armonía y diálogo, o que nuestros muchos años de trabajo y aportaciones al común se vean incautados y desfalcados por pésimos administradores de la caja de resistencia colectiva? Con suma paciencia sorteamos a la defensiva cada telediario y nos preguntamos qué nos quieren colar hoy.

            El abnegado propósito de la Derecha de repartir los papeles por sexos no cesa nunca, puede que temporalmente se aletargue bajo enunciados igualitarios tan necesarios para captar votos en fases preelectorales, pero es un virus durmiente en el fondo de la ideología conservadora esperando despertar en las condiciones de poder oportunas.

            La educación por separado entre niños y niñas solo puede tener un objetivo discriminatorio. El dejar caer frases como que el papel de la mujer está en el hogar atendiendo a la familia no es casual, lleva consigo toda una carga explosiva de desigualdades dirigida a un escalafón de mando donde el máximo condecorado es ¡otra vez! el pater familias que todo decide, ordena y exige. “Callai, hijos, callai, que va a hablar vuestro padre” decía una sumisa madre del mundo rural invadida de plena conciencia de su papel secundario.

            Las cifras hablan y la violencia machista avanza en el terreno de la adolescencia, cada vez más temprano las niñas son víctimas del maltrato por sus “novios” y compañeros. ¿Por qué? Porque el entorno está sembrando un neomachismo de última generación reforzado en las escuelas, en la publicidad, en la política, en la empresa, y sobre todo en el ideario subyacente a toda medida legal en contra de las mujeres. 

Diario Palentino, 27/10/2013

Bunker Roy: Lecciones de un movimiento de descalzos

«Me gustaría transportarlos a otro mundo. Quisiera compartir 45 años de una historia de amor con los pobres que viven con menos de un dólar al día….

Trascripción total:

…En la India tuve una educación costosa, muy elitista y esnob que casi me destruyó. Todo estaba preparado para que yo fuese diplomático, profesor o médico… Todo estaba a mis pies…  Y luego, por curiosidad, pensé que me gustaría ir, vivir, trabajar y simplemente ver cómo es una aldea.

Así, en 1965, fui a lo que se denominó la peor hambruna de Bihar, en la India, y por primera vez vi hambre, muerte, personas que morían de hambre. Eso cambió mi vida. Regresé a casa y le dije a mi madre: «Me gustaría vivir y trabajar en una aldea». Ella entró en coma. (Risas)… Le dije: «Quiero vivir cavando pozos durante 5 años». Dejó de hablarme por mucho tiempo porque pensaba que yo había defraudado a la familia.

Pero luego, entré en contacto con el saber y las técnicas más extraordinarios que tiene la gente muy pobre, que nunca son parte de la tendencia general, que no se les identifica ni respeta, pero que se aplican a gran escala. Pensé crear una Escuela de descalzos (Barefoot College) solo para los pobres. Esa universidad reflejaría todo lo que los pobres consideren importante. Fui a esta aldea por primera vez… Leer más… Sigue leyendo

Lucha contra los recortes en la educación pública

Únete a la lucha contra los recortes en la enseñanza:

FACUA invita a los consumidores a que tuiteen: Me sumo a @facua y el movimiento estudiantil porque #enEducacionnoserecorta.

También les está pidiendo que cuelguen en sus perfiles Facebook, Google +, Tuenti o en la red social en la que estén presentes el siguiente mensaje:

Me sumo a FACUA y el movimiento estudiantil porque en Educación no se recorta. Silvia Marsó, Ramón Arangüena y Natalia Dicenta protagonizan la campaña contra los recortes en la educación pública. http://youtu.be/Vu4ATfxkLoQ

Quedarse callados o gritar

Precisamos una inmensa fuerza individual y social para evitar desgarros irreversibles.

            La reacción de las masas ante las medidas autoritarias de sus gobiernos siempre ha sido un misterio intensamente estudiado por expertos o espontáneos pero sin llegar nunca a una conclusión indiscutible. O paciente silencio o estallido airado.

            Las desigualdades en la Educación y en la Sanidad tiran por tierra las gloriosas conquistas como parte básica de los Derechos Humanos fundamentales indiscutibles y se convierten en el lastre originario de todas las demás desigualdades subsiguientes.

            En el ámbito individual el estrés que crea la inseguridad de tener atendidas las necesidades básicas (alimentación, vivienda, sanidad, educación, trabajo, etc.) es el foco productor de importantes reacciones que condicionan la vida privada, familiar y social de los seres humanos.

            Respuestas desproporcionadamente violentas y agresivas en forma verbal o física, delincuencia de supervivencia (robar para comer), impotencia ante la adversidad y escepticismo para confiar en el futuro, complejos incapacitantes, depresión, falta de motivación y desesperanza generados por la incertidumbre del “mañana” laboral lo que reduce la productividad y la ilusión por el trabajo bien hecho generador de la autosatisfacción personal.

            Estamos inmersos en una etapa de la historia humana que precisa una inmensa fuerza individual y social para evitar desgarros irreversibles. La familia (ahora sí), primera unidad que conocemos al nacer y que nos da los primeros medios de vida y los instrumentos más elementales de lo que seremos en el futuro, está sufriendo los atentados más frontales nunca vistos.

               Esa familia tan cacareada e instrumentalizada con la moralina propia de las derechas más conservadoras y sus pregones religiosos, es ahora la víctima definitiva. Nos están derivando hacia un modelo establecido sobre inconmensurables desigualdades, no solo en el día a día, también incluso en la esperanza de vida. Para largo tiempo esto supone un adiós definitivo a la igualdad de oportunidades.

            No seremos iguales al nacer. Nunca lo fuimos, y menos en una monarquía (hereditaria), pero las diferencias ahora y cada día van siendo mayores. El Estado de Bienestar genera paz social y satisfacción personal, cualquier medida que lo merme es un ataque directo a la igualdad.  Criarse en un medio de ignorancia es una lacra cuasi insuperable que puede generar insalubridad, enfermedades prevenibles, disarmonía, inseguridad, desasosiego, desesperanza de poder desclasarse para llegar donde otros lo hacen, deficiente alimentación, merma en la salud y por tanto en el tiempo de vida saludable en comparación con otros que disponen ab initio de mayores recursos. Las familias con formación planifican la natalidad, organizan su economía, cuidan de la salud y pretenden mejor formación para su prole.

          Una nueva corriente filosófico-social conocida como “Economía del Bien Común” puede que se proponga como una luz (utópica aún) que nos guie hacia un futuro algo más esperanzador. Los que han hablado hasta ahora, ya han dicho todo lo que sabían y han inventado sobre la marcha.

         Hasta la resistencia pacífica va a ser delito en la nuevo Código penal. «Periódico CARRIÓN, 2ª Quincena, abril, 2012» 

“Polis” buenos, “polis” malos

“Una Derecha más involucionista que democrática convierte a los ciudadanos en potenciales delincuentes e incita a temer a las “fuerzas del orden”

¡Vaya papelón, el de ser profesional de la Policía y Cuerpos de Seguridad del Estado en determinadas épocas de la historia!

La cadena de mando funciona, como debe ser, al toque de la disciplina marcial, pero quién da los palos, detiene, vigila, investiga y vela por la seguridad pública en la calle son los “números”, agentes-trabajadores que reciben órdenes indiscutibles en virtud de la obediencia debida. En esto consisten las jerarquías, y para jerarquías las de los cuerpos uniformados.

Durante los últimos cincuenta años ha habido de todo, hemos temido horrorizados las cargas policiales de “los grises” cuando estaba prohibido manifestarse, reunirse en grupos y exhibir pancartas. La, entonces, omnipotente Guardia Civil creaba un círculo de pánico a su alrededor, la visión de un tricornio atraía las leyendas escuchadas en voz baja junto al hogar.

Con la Democracia avanzada pudimos reconocer que aquellos uniformes velaban por nuestra seguridad, que entre sus funciones estaban las de informar, mantener la paz ciudadana y tan solo perseguir a los malvados y malhechores.

Hoy, bajo los ultrapoderes acumulados en una Derecha más involucionista que democrática,  se nos convierte a los ciudadanos en potenciales delincuentes incitándonos a temer a las “fuerzas del orden” como a enemigo aterrador, maltratador de transeúntes y de niños  que se manifiestan pacíficamente reclamando mejoras escolares, no smartphones ni videoconsolas ni caprichos.

Con pasmo escuchamos al Ministro de Interior que modificará el Código Penal para incrementar el número de tipos penales, penas y reducir beneficios penitenciarios para castigar con más dureza la desobediencia o resistencia a los agentes de la autoridad para  “poder operar una mayor disuasión en relación con comportamientos violentos o gravemente desobedientes de los mandatos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”, ha dicho el ministro.

También se agravarán las penas para algunas formas de robos, hurtos menores y el uso de pistolas de juguete a tal fin.

Se olvida su señoría de agravar los delitos de los “ladrones de guante blanco”, la corrupción en todas sus escalas, los atracos a ciudadanos y usuarios por parte de entidades bancarias, teleoperadoras y empresas suministradoras, la apropiación indebida del dinero de todos atracado impunemente por los consejeros-familiares de empresas públicas.

Las descargas de nuevo sobre los ciudadanos, por si acaso. El odio y el aislamiento social de nuevo para los trabajadores de la seguridad ciudadana y sus familias. ¡Vaya papelón!

Diario Palentino, 25/03/2012