Carmen Chacón, esa mujer

“Quién mejor para comenzar la reconstrucción de una casa en ruina, que una mujer aún ilusionada, talentosa, joven, discreta y fuerte”
    No necesitamos un nuevo PSOE, basta con respetar su ser intrínseco fundacional, echar a los mercaderes del templo, retomar el mensaje y volver a hacer habitable la casa socialista adecuando la estructura interior y el discurso. Esto solamente se puede llevar a buen término por personas que carezcan de un lastrado y controvertido pasado político y sepan mirar hacia adelante sin rencores, una generación posfelipista.
    Las coplas de otros tiempos están bien para de vez en cuando abrir el libro de la historia y dejarse llevar por un remember puntual, lo mismo ocurre con las voces y los rostros que significan una determinada manera de hacer las cosas que ha llevado al socialismo español a la  más estrepitosa ruina electoral (puede que por la crisis, madre de todas las culpas) pero también interna por la desconfianza creada tanto en las bases de afiliados y adeptos como en la ciudadanía simpatizante. El trío formado por Alfredo Pérez Rubalcaba (ya ministro con Felipe González), Elena Valenciano (política profesional por herencia de su padre, Luis Valenciano, Subsecretario de Sanidad con la UCD) y José Blanco, alias Pepiño (de formación y profesión “político” y ahora con cuestiones sub iúdice), han tejido en la estructura interna del PSOE tal maraña de poderes que controlan todos los resortes y por sus manos pasa toda la información, decisiones, movimientos, etc. Jefes supremos que a base de años de permanencia han olvidado distinguir entre pasado y presente. Sin duda, en su momento fueron destacadas figuras en sus funciones políticas, hoy son pasado y deben apartarse ya para que el partido se oxigene.
     Debemos recuperar el discurso pre crisis del auténtico y creyente Zapatero, comenzar ya a reconocer lo que él aportó de extraordinaria importancia a las libertades públicas, a la situación de las mujeres, de los marginados, de los que menos tienen y más necesitan, a la justicia social, a nuestros mayores y a la cultura en libertad. Todo esto que ya está comenzando a sernos arrebatado por el partido en poder (PP).
      Y quién mejor para comenzar la reconstrucción de una casa en ruina, que una mujer aún ilusionada, talentosa, joven, discreta y fuerte, que ha sabido conciliar su maternidad con su vida pública, que en su Ministerio de Defensa es admirada y querida, que es catalana, andaluza, aragonesa, castellana y ¡qué más da! Española.

      Una valiente que se atreve a enfrentarse al superpoderoso triunvirato y sus adláteres, a sabiendas del campo minado que encontrará en su camino antes de poder sanear el partido y recomenzar una democracia de base. «Diario Palentino, 8 de enero de 2012»      Y «Periódico CARRIÓN, 2ª quincena enero 2012

NOTA: Ante las insinuaciones de algunas personas sobre si «me apunto» a tal o cual grupo, aclaro que: No me considero desleal con nada ni con nadie, ni me interesa ningún «club» porque eso es precisamente lo que nos ha perdido, simplemente aplaudo y apoyo una opción que me parece muy interesante para conseguir el socialismo en el que yo sigo creyendo. No entiendo de bandos, solamente de diversidad de opiniones que incluso pueden ser conversables y compatibles.

Las mujeres más poderosas del mundo

             “Haber marginado la aportación de las mujeres en el mundo de la toma de decisiones y resolución de conflictos nos ha llevado al difícil momento económico, laboral y social en que nos encontramos”

Las mujeres son el gran recurso no utilizado que puede ayudar a la economía global a recuperarse y expandirse”, ha dicho Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos, y recalcó que entre los beneficios que han aportado las mujeres en puestos de relevancia, se manifiestan una mayor estabilidad política, menos conflictos militares, más acceso a los alimentos y mejores oportunidades de educación para los niños.

                Angela Merkel, Casiller alemana y Christine Lagarde (Directora del Fondo Monetario Internacional) tienen en sus manos el máximo poder económico de la actual crisis que afecta a la zona euro y están a la cabeza de las mujeres poderosas del mundo (Ranking anual de la revista Forbes), junto con la presidenta brasileña Dilma Rousseff. La única representante española en el puesto setenta y siete es la consejera delegada de la filial del grupo Santander en Reino Unido, Ana Patricia Botín.

En esta lista se incluye a ocho jefas de Estado, entre ellas la argentina Cristina Fernández Kirchner y la costarricense Laura Chinchilla, así como casi una treintena de ejecutivas en Consejos de Administración empresariales. Todas ellas con una media de edad de 54 años y de las cuales casi una cuarta parte están solteras.

De los anteriores apuntes se pueden obtener muchas lecturas. Entre otras que, las mujeres somos las llamadas a tirar del carro en momentos y circunstancias de graves dificultades económicas a las que hemos llegado por pésimas gestiones previas de otros.

Otra interesante reflexión es el alto grado de preparación exigido, comparando curriculum entre los predecesores ocupantes de los mismos cargos encontramos que en el caso de los hombres su historial es más político, de Partido y honores que académico y laboral.

Y una tercera curiosa apreciación es su soltería. Se ve que el estado civil de las mujeres es relevante a la hora de ocuparse de la “cosa” pública, detalle que en el caso de los hombres parece no contar la situación familiar para que les pueda restar dedicación.

El hecho de haber marginado la aportación de las mujeres en el mundo de la toma de decisiones y resolución de conflictos nos ha llevado al difícil momento económico, laboral y social en que nos encontramos y que, sin ánimo de aportar pesimismo, tardará más de una generación en resolverse. «Periódico CARRIÓN, 16 de diciembre de 2011!

Trabajo para mujeres

Echo en falta a más mujeres en los debates: siete políticos, siete hombres. Visto desde los ojos de un sueco, deben de parecer los debates electorales de Irán”           www.escolar.net

 Curiosa circunstancia la que se da en torno a esta crisis, a mayor desempleo varonil mayores posibilidades de ocupación para las mujeres, las cifras cantan. ¿Por qué será?

            A simple vista dan ganas de dar saltos de alegría ¡Por fin! Pero el ojo es engañoso. No corren buenos tiempos para el empleo porque la producción se ha parado, porque no hay quien consuma porque no se gana dinero para gastar, porque… las ranas son verdes (y algunas con pintas).

            El ahora llamado trabajo “decente” está desapareciendo. Las ofertas consisten en muchas horas, bajos salarios, imposibilidad de la negociación colectiva en las PYMES,  despido barato (denominado por la patronal “flexibilidad en el empleo),  subsidio de desempleo reducido y contratos temporales, es decir, solo para sufridos trabajadores acostumbrados a decir “Si, Buana”, o lo que es lo mismo y preferentemente para “nosotras” que aun inconscientemente trabajamos mientras rogamos que nos caiga un jefe bueno.

¿De verdad alguien cree que los empresarios, administradores, contratantes de servicios, etc. quieren que haya pleno empleo? Cuantos más peones entre los que elegir mayor poderío a menor precio. Y si somos mujeres deberemos soportar el asomo del inextinguible machismo simulado en el trato, no digamos si además de ser mujeres lo necesitamos para que coman nuestros hijos, entonces la esclava está servida. A peores circunstancias laborales, más oportunidades de empleo para nosotras. ¡Calamidad!

            Rajoy y la CEOE son la misma “cosa” sentada en la misma silla. El Círculo de Empresarios ya advertió a D. Mariano que si ganaba las elecciones debería practicar importantes recortes sociales, flexibilización del contrato de trabajo (¿más?), reducir el salario mínimo de los jóvenes así como las becas e incrementar las tasas académicas, despidos en las administraciones públicas, etc.. Por otro lado Rouco le pide 80 millones euros en especie para compensar las pérdidas de sus aventuras televisivas (13TV) y radiofónicas (COPE) y a cambio de…, ya se sabe.

            A la vista del panorama, nosotras, las mujeres, nos vemos adelgazando las cifras del paro mientras nos hacen cantar a coro aquella chirigota de peloteo electoral de de algunas fans del PP que decía aquello de “Somos madres, mantenemos nuestra casa limpia y pura…, Nos encanta recibir un achuchón, pero más nos gusta un bolso de Vuitton” (Escuchar en www.cadenaser.com).

            Por cierto, no quiero cerrar esta reflexión sin hacer una atenta referencia al agudo comentario del periodista Nacho Escolar (escolar.net) en relación con los debates que se ha desarrollado con motivo de las reciente elecciones del día 20 de noviembre. Dice en su blog: “Echo en falta a más mujeres en los debates.: siete políticos, siete hombres. Visto desde los ojos de un sueco, deben de parecer los debates electorales de Irán” 

«Periódico CARRIÓN, 1 de diciembre de 2011».

Elogio a la mujer brava

“Estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan…, que exigen, piden, dan, contradicen y sólo se desnudan si les da la gana” Hector Abad.

En esta ocasión en vez de escribir mi propia abstracción, no puedo resistir la tentación de ceder mi espacio para transcribir una estupenda reflexión del escritor colombiano  Héctor Abad, que circula por la Red y que creo que debe llegar a cualquier lector/a.

“Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas”.

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema.

Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí –y en la fuerza bruta– ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado.

Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

¡Vamos hombres, por esas mujeres bravas!

Oro por que mis dos hijas sean de este maravilloso grupo y encuentren hombres que sepan apreciar a esta clase de nuevas mujeres”

HÉCTOR ABAD

«Periódico CARRIÓN, 31 de octubre de 2011»

Mujeres, marcha atrás

Somos la mitad de la población mundial. Damos la vida y mantenemos la especie, estamos en la base de todas las pirámides.

          Hubo un tiempo, hace más o menos una década que desde la oposición socialista, durante los últimos años del gobierno de Aznar, se clamaba desde todas las filas progresistas y aledaños para que se abriera un debate sobre proyectos de leyes y medidas en pro de la IGUALDAD.

            Y cuando decimos igualdad, no nos referimos tan solo al lugar común de mujeres-hombres, sino a la igualdad que proclama nuestra Constitución, igualdad de oportunidades, igualdad racial, de trato por razones de sexo, religión, creencias o discapacidad. No olvidemos que ninguna de estas enseñas fue recogida por el Partido Popular, por considerar en todos los ámbitos de debate que “no son urgentes”

            Nada más llegar José Luis Rodríguez Zapatero al poder, tomó dos inmediatas medidas: Retirar las tropas españolas de la genocida guerra de Iraq, y poner sobre la mesa las leyes de Igualdad y contra la Violencia de Género que no han dejado de enriquecerse con medidas complementarias para su real desarrollo.

            Es más fácil subir que bajar, es mejor crecer que mermar, sabe muy bien adelantar y muy mal retrasar. No olvidemos como era para nosotras la vida antes de todas estas medidas aprobadas por los gobiernos socialistas en pro de la igualdad, incluidos los matrimonios gay, las ayudas a la discapacidad y la libertad para decidir sobre nuestra propia maternidad.

            El ejército de pobres en un país de progreso como España, lo componían y componen las mujeres en un elevado porcentaje. Viudas con hijos a cargo y sin trabajo, separadas en la misma situación, solteras huérfanas o malviviendo con la escueta pensión del progenitor supérstite al que cuidan renunciando a su propio crecimiento personal, madres de familia entregadas por completo a la atención familiar incluidos los ancianos y dependientes de ambas ramas de parentesco. Mujeres en general de todas las escalas sociales, unas acudiendo a las ayudas de necesidad y otras, por pudor, por vergüenza, sin atreverse a confesar su situación lo pasan aún peor sin contarlo y disimulan.

            Ese es nuestro mundo, el de muchas congéneres. Las musulmanas de las recientes rebeliones contra los tiranos en los países del área mediterránea, han peleado en primera línea de fuego, se ha arriesgado y ha caído junto a sus compañeros en defensa de una instauración democrática, pero ahora son ellos mismos, quienes no las presentan al Parlamento, quienes no las eximen de las esclavizadoras y atentatorias normas religiosas contra la libertad e integridad personales.

            No olvidemos que los privilegios son invisibles para quién los disfruta, y el diente vigilante siempre está clavado en la lidera. Como mujeres hemos de tener siempre presente quien vela mejor que peor, por nuestros intereses.

              Si cierto es que la situación de crisis ha creado un debate confuso, no menos cierto es que la Derecha se ha apropiado de los objetivos y del programa progresista aún a sabiendas de que nunca lo llevarán a término.

     Las mujeres somos la mitad de la población mundial. Damos la vida y mantenemos la especie, estamos en la base de todas las pirámides. No podemos permitir que nos usurpen ni un ápice del terreno duramente conquistado durante siglos. «Periódico CARRIÓN, 1 de octubre de 2011»